Desde que entró en la carrera presidencial, Donald Trump generó fervorosas adhesiones y, también, muchas dudas acerca de cómo sería su eventual gobierno. Después de tres meses en la Casa Blanca, el nuevo inquilino ha coleccionado una abrumadora cantidad de epítetos. Impredecible es el más suave. Mentiroso, el más repetido. Es como un rey en su corte, señaló The Economist. El corresponsal en Washington del diario El País agregó un crudo comentario: defenestrar a James Comey, director del FBI, fue “la decisión más abrupta de su vertiginoso mandato”.La salida del FBI de Comey, que ocupaba un cargo diseñado para asegurar su supervivencia ante cualquier cambio de gobierno, estuvo en la agenda de Trump desde la campaña. Se hizo ine-vitable cuando Comey fue convocado por el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Su aparición solo se puede describir como el cumplimiento de un rito democrático de profundo significado. El lunes 20 de marzo, él y Michael Rogers, director de la Agencia Nacional de Seguridad, no vacilaron en desnudar  a Trump.  Comey, un civil, y Rogers, un marino de alta graduación con el pecho constelado de medallas, coincidieron en señalar que no tenían información alguna que sustentara las acusaciones de que Barack Obama había ordenado grabar los mensajes de Trump. Parecida respuesta entregó el director de la Agencia de Seguridad cuando le pidieron aclarar las supuestas peticiones de espionaje que habría hecho Obama a los servicios británicos: “Nunca he visto que desde la Agencia nos hayamos involucrado en una actividad así”, expresó.La semana pasada, Comey fue despedido de manera ignominiosa. Trump envió a un guardaespaldas suyo para que le entregara la carta de despido. Debido a que estaba en Los Ángeles, Comey se enteró por la TV de su forzada cesantía.  El hecho que el FBI estuviera investigando las eventuales conexiones de Trump y sus colaboradores con Rusia ha sido el principal motivo de escándalo. Todos los sismógrafos políticos indican que habrá más movimientos telúricos en EE.UU.. 

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Imagen de Abraham Santibáñez Martínez

Secretario General del Instituto de Chile. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.Premio Nacional de Periodismo 2015

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