Una de las discusiones que suele recorrer la política nacional, se refiere al carácter “público” de ciertas instituciones o actividades. Una visión es que lo público debe ser exclusivamente estatal, mientras otros estiman que el concepto está definido por el interés que despierta o el servicio que presta, y no por su propietario. Pocas cosas clarifican más el asunto que la Teletón.Primero se trató de una campaña que nació hace casi cuatro décadas, en 1978, que se definió de inmediato por sus 27 horas de amor para ayudar a los niños “lisiados” o que tenían problemas o limitaciones físicas. Desde entonces se convirtió en una de las principales instituciones sociales de Chile, que era capaz de unir a la población en torno a una obra de beneficencia, y que tenía la capacidad de entusiasmar, conmover y llevar a la gente y a las empresas a colaborar económicamente para hacer el milagro de permitir la recuperación y la reinserción social de quienes -de otra manera- tendrían menos oportunidades de desarrollarse.Este 2016 se realizó nuevamente la convocatoria, bajo el lema “El abrazo de Chile”. Han sido meses extenuantes y dos días emotivos -2 y 3 de diciembre- para el país. Probablemente, lo más dramático aparece en aquellos casos donde un accidente o alguna enfermedad han dificultado la vida de los niños: pero el amor de la familia, el esfuerzo de los profesionales y el compromiso de la Teletón les ha permitido salir adelante, en la convicción de que tienen compañía y que el inmenso sacrificio vale la pena y tiene resultados fecundos.Una palabra especial para Mario Kreutzberger, don Francisco. Una gran idea, como la que hay en este caso, puede transformarse en una estructura adecuada, como es la Teletón. Pero la historia la escriben las personas con su esfuerzo y trabajo, y eso es lo que ha hecho el fundador de la Teletón en estas cuatro décadas. Con ello, don Francisco no sólo ha perseverado como un gran animador, sino que también se ha consolidado como un extraordinario servidor público.En un momento de deterioro de la política, e incluso de la convivencia social, nos hace bien como sociedad tener una nueva Teletón, y saber que la alegría de servir no tiene precio.

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