• El exmandatario Ricardo Lagos al momento de declinar su aspiración presidencial.
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La resolución adoptada el domingo por el comité central de los socialistas por una holgada mayoría provocó que este lunes Lagos anunciara su "renuncia a la aspiración de alcanzar nuevamente la Presidencia de la República", cargo que ya ocupó entre 2000 y 2006.

Texto: Manuel Fuentes/Agencia Efe

La decisión del Partido Socialista de Chile de elegir al independiente Alejandro Guillier como su candidato presidencial, en detrimento del exmandatario Ricardo Lagos, abre una profunda grieta en la Nueva Mayoría y pone en jaque la cohesión de la coalición que apoya al gobierno de Michelle Bachelet.

La resolución adoptada el domingo por el comité central de los socialistas por una holgada mayoría provocó que este lunes Lagos anunciara su "renuncia a la aspiración de alcanzar nuevamente la Presidencia de la República", cargo que ya ocupó entre 2000 y 2006.

De este modo, uno de los partidos más emblemáticos de la izquierda latinoamericana se queda sin candidato propio para unas elecciones presidenciales, tras el abandono del abogado constitucionalista Fernando Atria, considerado "el ideólogo" de la formación, y del exsecretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza.

El mejor posicionamiento en las encuestas fue el argumento esgrimido por quienes apoyaron la candidatura de Alejandro Guillier, un conocido periodista de radio y televisión que es senador independiente y que ahora ya cuenta con el respaldo de socialistas y radicales.

Sin embargo, esta decisión ha sido cuestionada por los partidarios de Lagos, que la han calificado de "error histórico" y para quienes el espaldarazo a Guillier supone una traición a los principios de un partido legendario y con más de 120.000 militantes.

Este sector recuerda que en la elección presidencial de 1952, los socialistas apoyaron a su candidato, Salvador Allende, aún a sabiendas de que sus posibilidades de ganar eran prácticamente nulas, y no al senador independiente Carlos Ibáñez del Campo, que fue quien finalmente se hizo con la presidencia.

Otro argumento de peso que también ha sido desestimado es que Ricardo Lagos era el único aspirante que había elaborado propuestas concretas para dar continuidad a los logros en materia económica y social alcanzados por los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría.

Sin embargo, hechos ocurridos durante su gobierno, como algunos casos de corrupción, la privatización de servicios públicos, el ineficiente diseño del Transantiago o el polémico crédito para estudiantes con aval del Estado, han debilitado la posición en las encuestas de este veterano político socialista, que ingresó al partido en 1948.

Lagos, con doble militancia en el Partido Socialista y el Partido por la Democracia, se hizo famoso durante la lucha por la democracia por haber encarado simbólicamente al dictador Augusto Pinochet en un programa de televisión en 1988.

Y en 2000 se convirtió en el primer socialista en volver al palacio presidencial de La Moneda desde el derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.

Sin embargo, este currículum ha sido insuficiente para entusiasmar a sus correligionarios, más pendientes de la encuestas que sitúan a Alejandro Guillier muy por delante del exmandatario, aunque a gran distancia del principal favorito, el expresidente conservador Sebastián Piñera, que busca la reelección.

Y aunque la dirección del Partido Socialista -de la que se ha hecho cargo recientemente el exportavoz del Gobierno Álvaro Elizalde- le quita hierro al asunto, la decisión del comité central socialista tendrá repercusión en el futuro de la Nueva Mayoría.

La coalición gubernamental, en la que participan desde los comunistas a los democristianos, deberá decidir ahora si celebra elecciones primarias o se presenta disgregada a los comicios generales.

La abanderada de la Democracia Cristiana, la senadora y presidenta del partido Carolina Goic, podría decidir no competir en unas primarias con Alejandro Guillier y presentarse directamente a la votación del 19 de noviembre frente al resto de aspirantes a la Presidencia.

Ello supondría, según los analistas, el acta de defunción de la Nueva Mayoría, la coalición sucesora de la Concertación que surgió en 2013 para apoyar la candidatura presidencial de Michelle Bachelet.

Porque a las rebeliones internas que han protagonizado muchos de sus parlamentarios en los últimos meses y los encontronazos entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista se le sumaría ahora la dispersión de sus candidaturas presidencial y legislativa.

Y ello generaría un enrarecido clima político que dificultaría la tramitación parlamentaria de los proyectos de ley que la presidenta Bachelet aspira a aprobar en su último año de mandato. EFE

 

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