• En el lugar donde Luis Ricardo Díaz cayó abatido alguien erigió unas flores amarradas a una estructura.
  • Ayer se iba a llevar a cabo la audiencia de formalización, pero se amplió la detención hasta el mediodía de hoy.
Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
Una historia de violencia, física, psicológica y sexual. Abusos, drogas y alcohol, rodean el asesinato de Luis Ricardo Díaz (45) a manos del padre de su pareja, Nebesli León, una joven que hasta hace unos seis años trabajaba como técnico paramédico (carrera que estudió), pero que por circunstancias de la vida cayó en el vicio, de la mano de quien fue muerto a manos de su progenitor, también consumidor. Según relatan testigos, ambos abusaban de ella.

Diez de la mañana y todavía no llega nadie al Juzgado de Garantía de Illapel. Pese a que la comuna todavía está consternada por el homicidio del jueves, en la vía pública y a plena luz del día, esa tensión no se traspasa al Tribunal, al menos en ese momento.

Sólo 30 minutos después el ambiente comienza a enrarecerse. Una mujer y un joven hacen ingreso nerviosos a las dependencias del Poder Judicial. Se trata de la hermana y el sobrino del imputado por homicidio, padre de Nebesli León (36) a cuya pareja identificada como Luis Ricardo Díaz dio, muerte de una puñalada.

Prefieren no hablar. Pese a que ni el imputado ni su hija viven con ellos desde hace bastante tiempo, el tema les ha afectado y son categóricos en señalar a quién, para ellos, es la culpable de todo lo que pasó: “Nebesli es la responsable por andar metida en todas esas cosas”, dice el primo de la mujer, por quien en ese momento sólo puede “sentir rabia”.

 

En sala

La espera es corta. Unos 20 minutos afuera,  y la jueza Andrea Rojas da la orden de iniciar el control de detención. Detrás del vidrio que nos separa de los fiscales y defensores, entra él, quien que tuvo su día de furia, sacó un cuchillo y se lo clavó en el tórax a la víctima.  Pelo largo, castaño, se ve tranquilo. Así lo demuestran las palabras que dirige al estrado asegurando estar consciente de lo que hizo, y que por lo mismo se entregó horas más tarde en las dependencias de la PDI.

 La fiscal Matilde Gaete expone los hechos y el defensor Juan Pablo González no tiene demasiado que rebatir. Hay coincidencia en los testimonios, pero todavía faltan diligencias, cómo el contar con el informe detallado del Servicio Médico Legal, por tanto, a solicitud de las partes, la magistrado Rojas, recoge la petición de ampliar la detención hasta hoy al mediodía en el mismo Juzgado de Garantía de Illapel.

 

Nebesli y el flagelo de la droga

Pero lo que no pudimos conocer en la audiencia, lo supimos en la calle. Allí, a media cuadra, frente a una botillería en calle Vial Recabarren con Argentina.

En el lugar, cercano a un condominio, todos parecen conocer la historia y nadie quedó indiferente ante el hecho del día jueves, cuando el sector, literalmente, se tiñó de sangre.

La vereda donde la víctima exhaló su último suspiro ya fue limpiada, y no queda rastro de lo ocurrido. Como único indicio, alguien erigió algunas flores sostenidas en una estructura como recuerdo de Luis Ricardo Díaz.

La primera persona a quien le consultamos sólo nos habla de Nabesli, la pareja del fallecido. Dice conocerla desde pequeña, en otras circunstancias y en otro lugar, cuando la mujer de 36 años era una exitosa Técnico Paramédico que se desempeñaba en el hospital de Illapel, pero que de la noche a la mañana terminó en situación de calle. “No sé qué le pasó. Puede que haya tenido una desilusión amorosa, problemas familiares. No me lo explico, porque a esta niña yo siempre la vi muy bien, muy bien vestida, muy educada, nada que ver con lo que es ahora, una indigente y lamentablemente drogadicta”, sostiene la dependiente de un local cercano al lugar de la tragedia.

Su “caída” coincide con el comienzo de su relación con la víctima –Díaz- adicto a las pastillas, el alcohol y la pasta base, pero nuestra fuente no le achaca toda la responsabilidad. “Ella era una persona grande, adulta y debió haberse fijado con quién se metía. Pero claramente esta pareja no tenía nada que ver con la de antes que parece que la dejó”, dice, haciendo alusión a un conocido dentista que hasta el día de hoy trabaja en el servicio público.

 

La botillería, el punto de encuentro

La verdad de lo que ocurrió parece encontrarse en un radio muy pequeño, si se busca: La botillería Santa Isabel, la vereda donde cayó el fallecido, y la escalera en la que las personas en situación de calle, amigos de los tres protagonistas de esta historia, se juntaban a beber alcohol y a consumir drogas.

Ya está dicho, en la vereda poco era lo que había, pero en la botillería develamos gran parte del misterio.

Una de las  trabajadoras del lugar fue clave en el momento mismo de la fatal puñalada. Es ella quien nos cuenta cómo, a las 14:30 de la tarde del jueves, Nebesli, o “la Nena”, como era conocida en el sector, llegó pidiendo ayuda a gritos cuando su propio padre atentó contra su pareja. “Yo llamé al Samu, después a Carabineros y luego crucé para ver qué podíamos hacer”, cuenta la dependienta, quien conocía a los involucrados. “Son clientes habituales de acá, todos ellos”, precisa.

Cuenta que vio el cuerpo en el suelo y Nebesli no fue capaz de contarle lo que había ocurrido. Tampoco preguntó y se limitó a colaborar con la paramédico quien utilizaba sus conocimientos para contener la herida de Luis Ricardo Díaz, perpetrada entre hombro y hombro. Algo sirvió, pero sólo para retrasar la muerte del sujeto.

Cuando casi media hora después, llegó el personal médico y policial ya era demasiado tarde y ambas mujeres lo sabían. Pese a que observaban cómo por cerca de 20 minutos intentaron reanimarlo, ellas habían visto como, Luis Ricardo, poco a poco cambiaba su color de piel, dejaba de respirar y su corazón se detenía.

 

La escalera: una triste forma de vivir

Pero antes de todo eso hubo una serie de hechos que desencadenaron en la muerte. Tal vez fueron una par de horas, quizás días, o un par de años. Quién sabe.

Algo había deslizado la dependienta del local, primera testigo con la que conversamos, “la relación entre Nebesli, su pareja y su padre era un poco extraña”, aseveró. Y tuvo un triste final.

Los tres eran consumidores de drogas y alcohol y estaban en situación de calle. Nebesli y el fallecido vivían en un ruco cerca del río y durante el día bebían y consumían pasta base con sus cercanos, otros indigentes, en “la escalera”.

No era una relación muy tranquila, según nos cuentan sus amigos. Se lo pasaban peleando y la violencia era parte de la relación. Así Lo cuentan dos de sus amigas de la escalera, quienes todavía esperan por “La Nena”, que desapareció el sábado, tras la muerte de su pareja y no ha vuelto. “Este gallo le pegaba, todos los días, la drogaba para pegarle, le sacaba la cresta y ella se dejaba porque él le daba pasta base”, relata  “la mantequilla chica”, otra adicta.

A su lado, la otra amiga va más allá y asegura que el individuo la mantenía amenazada y en una oportunidad en que “La Nena” se perdió, él la andaba buscando para matarla. “Tenía un piso y un cordel amarrado a un árbol. La quería ahorcar. Por suerte un amigo de acá se dio cuenta y le fue a pegar a este gallo. Si no lo queríamos mucho, nuestra amiga es ella, no este tipo que era enfermo. No sé cuántas veces había tenido causas y había zafado con el pretexto de los problemas mentales”, asevera airada la amiga de Nebesli.

 

Rencillas anteriores

Según las amigas, hubo un momento en que “la Nena” intentó alejarse de Luis, pero éste la buscó y la buscó, hasta que volvieron a estar juntos. Pero resulta que durante el primer día de reconciliación, la habría agredido sexualmente. “Ella no quería nada, pero él la violó y después la golpeó. Y más encima la dejó tirada. No era la primera vez que lo hacía, estaba acostumbrado a hacerle eso”, dice la mujer.

En esa oportunidad, el padre, hoy imputado por el homicidio, se enteró y fue directamente a golpear al agresor de su hija. Le dio una paliza que lo dejó en el hospital y le advirtió que no se acercara más a la mujer. Es decir, ya habían tenido rencillas anteriores.

Pero, según nos aseguran al menos cuatro amigos de Nebelis, el imputado, no habría sido tan buen padre. Pese a que no era tan habitual del sector, iba de vez en cuando y las veces que aparecía lo hacía ebrio y drogado. En reiteradas oportunidades, también fue visto golpeando a su hija en plena calle. Incluso, hay quienes se atreven a decir que las intenciones del sujeto iban más allá de lo paternal, y que el supuesto amor que sentía hacia su hija tenía un carácter incestuoso. Aquello lo afirma la dependienta del negocio al que concurrimos. “Él tenía una suerte de obsesión con la niña, con su hija. También influyó para llevarla a la calle y que terminara como está ahora, adicta. Y Sé de mucha gente que lo vio abusando de ella también cuando estaban drogados”, precisa nuestra fuente.

 

Los momentos previos a la muerte

La misma mujer de la botillería que ayudó a Nebelis o “la Nena”, comienza narrando los momentos previos a la muerte. Asegura que Luis Ricardo fue a comprar una petaca de ron, media hora antes de que fuera apuñalado. Luego salió del local y se sentó a esperar a su pareja en la vereda donde más tarde caería abatido.

“La Nena” había subido a la escalera, donde sus amigos mientras su pareja compraba, arriba, también se encontraba su padre, “ebrio y drogado desde hace días”, según él mismo reconoció en la audiencia de este viernes.

Cuando Nebelis bajó para estar con su pareja, su padre  la siguió y comenzaron una discusión, que fue subiendo de tono rápidamente, hasta que sin que nadie pudiera evitarlo, el hoy imputado y confeso por homicidio sacó un arma cortopunzante de su bolsillo y se la clavó en el pecho a su enemigo, dándole muerte.

Salió corriendo, y se ocultó durante algunas horas, sin que nadie pudiera alcanzarlo. Mientras tanto la víctima perdía la vida lentamente. Más tarde, cuando el hecho ya estaba consumado, se entregó a la justicia, y hoy está a la espera de ser formalizado, al mediodía.

De “la Nena”, nada se sabe desde que prestó declaración como testigo. “Dicen que anda arrancando de los familiares del Luis, que viven en La Pincoya, en Santiago”, cuentan en La Escalera, mientras otros, aseguran que huye de su propia familia, donde, según pudimos corroborar, la responsabilizan de todo. Lo cierto es que Nebelis está sola, consumida por la suerte, la mala suerte, la droga, las circunstancias, y la muerte que llegó para arruinar su vida.

 

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