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El Día
De acuerdo a la última encuesta nacional de la juventud, la prevalencia del consumo en adolescentes y jóvenes alcanza el 81,1% en la región, por sobre la media nacional. De acuerdo a especialistas, en el último tiempo esta droga lícita ha superado incluso a la marihuana respecto de este grupo etario. Fiestas clandestinas y una ley que no siempre se cumple, confabulan en torno a este alarmante escenario que tiene a los escolares del país y de la zona en el número uno de ingesta de licor en América Latina.

Josefa tiene 16 años y estudia segundo y tercero medio (en un 2x1) en el colegio Balmaceda, de La Serena. No va a muchas fiestas, asegura, pero en más de alguna ocasión asistió a alguna y vio cómo amigos y amigas terminaron simplemente intoxicados por la ingesta de alcohol.

El último “evento” en el que participó fue en una parcela, cerca de Peñuelas. Pero tuvo una mala experiencia y por eso prefiere no exponerse, al igual que sus amigas Catalina y Krishna, quienes admiten “ser más carreteras”, aunque también, últimamente “estamos más tranquilas”, aseguran, sentadas en el pasto de la Plaza de Armas, donde nos reunimos a conversar.

¿Cuál fue la mala experiencia de Josefa? Siente algo de vergüenza al comentarlo, ya que pese a que no le ocurrió a ella, sí “pasó una gran ‘plancha’” y tuvo problemas en su casa. “Bueno, en realidad este último tiempo no he salido tanto porque mis papás me castigaron, pero igual estoy piola”, reconoce la adolescente, risueña.

Josefa salió junto a una amiga hasta la fiesta de Peñuelas, a una celebración en la que supuestamente no habría alcohol, pero cuando llegó se encontró con un panorama totalmente distinto. “Estaban todos tomando, había compañeros de curso que son menores que yo que estaban borrados, y mi amiga entró en el mismo juego”, relata la joven, agregando que “empezó a tomar ron, que le regalaban y a la hora después ya estaba curada. Tuve que llamar a mi hermano mayor para que nos fuera a buscar, y ahí ella hizo el medio escándalo, decía que se quería quedar. Al final, cuando pudimos subirla al auto con otra amiga más que no había tomado, vomitó en el auto y después en el baño de mi casa”, recuerda, mientras Catalina y krishna, ríen a su lado, nerviosas. Sobre todo Catalina, también de 16 años que estuvo en el mismo desenfrenado carrete y se le pasaron un poco los tragos.

“No me curé, pero lo que pasa es que en estas fiestas, que se hacen siempre, el copete te lo regalan, porque muchas veces lo entran los mismos niños que asisten. Y cuando lo venden, lo venden muy barato, porque los organizadores saben que la mayoría somos menores de edad y andamos con poca plata”, cuenta.

Krishna, escucha atenta a sus compañeras. Es la menor de las tres, y asegura que sólo una vez en la vida se ha embriagado. “Fue en la casa en un asado. Me tomé dos latas de cerveza y me hicieron muy mal. No sé cómo hay niñas y niños de la misma edad mía que pueden tomar tanto, y no les pasa nada. En el curso nuestro, por ejemplo, tenemos a un amigo que tiene 15 también y toma todos los días. La mamá lo echó de la casa y ahora vive con unos okupas, pero le da lo mismo. Él trabaja en un súper, y todo lo que gana se lo gasta en copete”, asevera Krishna, dejando claro que, pese a que la ley de alcoholes establece que ningún menor de 18 años puede comprar licor “nadie la cumple. Yo misma he ido a comprar y no me piden carnet ni nada, no hay ningún control”, afirma la muchacha.

Las cifras y el descontrol total

El descontrol es total. No sólo en este tipo de fiestas donde se vende alcohol a menores de manera clandestina, sino también en las afueras de distintos locales y plazas donde jóvenes –muchos de ellos menores- beben a destajo, quedando en condiciones paupérrimas producto del trago.

Aquello pasa en la Plaza Buenos Aires de La Serena, donde a diario, pero sobre todo los fines de semana, concurren adolescentes con un solo fin: consumir alcohol y otras drogas, principalmente marihuana “hasta morir”.

Pero, ¿cómo llegamos a esto?, ¿fallan los padres?, ¿la ley? La respuesta podría ser: “todas las anteriores”, ya que el problema está latente y las cifras hablan por sí solas.

La directora regional de Senda Fernanda Alvarado, es categórica en señalar que “la situación es preocupante”, no sólo a nivel local, sino que nacional en cuanto a la población infanto-adolescente. “Los escolares chilenos están en el número 1 en consumo de alcohol, marihuana, pasta base y cocaína en América Latina”, indica. Esto, según el décimo segundo estudio de consumo en población escolar internacional que se realizó el 2017.

De acuerdo al mismo informe, uno de cada tres escolares entre octavo y cuarto medio declara haber bebido en el último mes, y de ellos, el 61,7% dice haberse embriagado. “Esto quiere decir que nuestros niños están consumiendo cada vez más alcohol, algo que tenemos que subsanar. Además que la edad de inicio de consumo que tenemos es súper baja. Los adolescentes empiezan a consumir entre los 12 y 13 años, tanto alcohol como marihuana”, precisa Alvarado.

Además, la directora de Senda pone el acento en que, en muchas oportunidades, el consumo se da avalado por los padres, ya que existen ciertos mitos, como que, si el niño empieza a tomar más joven, aumentará su tolerancia al alcohol y su resistencia. “Esas cosas son las que nosotros tenemos que desmitificar, y dejar en claro que ningún menor de edad puede consumir ninguna sustancia”, enfatizó.

Un consumo que aumenta

Edilia Bravo, psicóloga y directora del Programa Ambulatorio Intensivo (PAI) Pierre Dübois, para la rehabilitación de alcohol y drogas, que atiende a jóvenes menores de 20 años, sin edad de inicio, asegura que desde el año 2016, cuando comenzaron a funcionar, el consumo de alcohol ha ido aumentando en la población adolescente. “Antiguamente la sustancia principal en este grupo etario era la marihuana, pero lo que estamos viendo ahora es que, la gente que ingresa lo hace por el consumo de alcohol, y las benzodiacepinas. Recién en tercer lugar aparece la marihuana. Lo que sí ha disminuido en los menores que tratamos, es la pasta base, la que se da más en la población adulta”, indicó la profesional.

Bravo cita otro estudio para dar cuenta de la preocupante realidad. De acuerdo a la octava encuesta nacional de la juventud, del 2018, donde se abordó la prevalencia de alcohol y drogas, es el alcohol la sustancia que se ubica en el primer lugar, tanto a nivel nacional como regional entre jóvenes entre 15 y 25 años. Específicamente, en la Región de Coquimbo, de las personas encuestadas, un 81,1% declaró haber consumido alcohol alguna vez en su vida (prevalencia), superando la media nacional, que alcanza el 78%.

La psicóloga, además, en base al mismo estudio, explica cómo los hábitos de los jóvenes se han ido adecuando, tendientes a generar instancias de consumo. En ese sentido, quienes consumen alcohol varias veces a la semana es de un 8% y los que consumen varias veces al mes es de un 36,6%. “Esto demuestra que en los contextos donde están socializando los jóvenes, se está consumiendo alcohol. Es decir, no solamente están consumiendo en fiestas, sino que después de clases, en las casas, de día, en las plazas, en las esquinas. En el fondo, hoy día el consumo es en cualquier parte, en cualquier momento del día, y cualquier día de la semana”, expresa.

La ley y las sanciones

De acuerdo a la legislación chilena, ningún menor de edad puede comprar alcohol en un recinto comercial. Así lo explica el Capitán José Rubio, de la Segunda Comisaría de Coquimbo. “Es una obligación  de los dependientes, si es necesario pidiendo la cédula de identidad, cerciorarse de que la persona que está adquiriendo el producto tenga la mayoría de edad”, precisa.

Si un dependiente o regente llegase a vender el licor a un menor y es sorprendido por Carabineros, éstos deben dar cuenta al juzgado de policía local y los propietarios de los recintos arriesgan multas que van desde una UTM hasta las cinco o diez, según sea el caso. “Esto varía según las veces que cometa la infracción, si es reiterado en el tiempo y otras variables”, puntualiza el policía.

Y los menores también pueden ser sancionados. No por comprar, sino que si son sorprendidos consumiendo el alcohol en la vía pública. “En estos casos son conducidos hasta la comisaría, se llama a un adulto responsable y también se da cuenta al juzgado de policía local. Muchas veces, tras esto son insertos en programas de rehabilitación”, sostuvo Rubio.

¿Se cumple la normativa?

Claro está, la normativa existe desde hace años, pero tal como lo expresan desde Senda y desde el programa Pierre Dübois, igualmente el consumo de alcohol se ha ido disparando en relación a los menores. ¿Qué sucede entonces? Según Josefa, Catalina y Krishna, la ley no se cumple y “es demasiado fácil comprar alcohol. Nadie te pide carnet ni nada”, aseveran.

Quisimos comprobarlo y ellas mismas nos acompañaron hasta una botillería del centro de La Serena. Fue demasiado fácil. Las tres juntas ingresaron y el dependiente les vendió un pack de cervezas, sin ninguna objeción. La ley fue quebrantada.

Para Rony Colón, Técnico en Rehabilitación de la Fundación Casa de La Esperanza y Saint Germain esto es muy común. “En general a las botillerías pequeñas no les conviene dejar de vender, así que se hacen los lesos y no cumplen la ley. De acuerdo a mi experiencia con adolescentes, la mayoría cuenta que compran el trago en la botillería de la esquina, donde los conocen y saben que son menores”, sostiene el experto.

Pero no pasa lo mismo en las grandes cadenas de supermercados. Hicimos un experimento y fuimos al Unimarc que colinda con La Recova, en La Serena, y al Santa Isabel de calle Cienfuegos, en la misma comuna. Los resultados nos sorprendieron, para bien.

Vicente y Matías de 15 y 16 años respectivamente, nos ayudaron. ´Primero, en Unimar, estuvieron a punto de pasar con un pack de cervezas, pero cuando la cajera les pidió el rut y ellos dieron el real, se dio cuenta que no podían tener 18 años por lo que no les vendió  el producto. Prueba superada para la compañía.

Luego, en Santa Isabel, fueron mucho más severos. A penas los vieron llegar a la caja con una botella de ron, les pidieron sus cédulas de identidad y al no entregarlas, debieron devolver el trago a las estanterías. “Lo que pasa es que en los supermercados da lo mismo un producto más o un producto menos. Además, el cajero también pone en riesgo su trabajo si llega a vender”, expresa el Técnico en Rehabilitación Rony Colón.

"La responsabilidad es el mejor fiscalizador"

Tal como comprobamos, el cumplimiento de la normativa no siempre se da, y la fiscalización por parte de Carabineros también es compleja al no poder estar en todos los lugares donde se comercializan bebidas alcohólicas, por lo que, por más que exista una ley, “la única forma en que podemos evitar que nuestros menores no consuman alcohol u otro tipo de drogas, es siendo responsables con ellos, educándolos y concientizando”, indica el capitán Rubio.

Además, hoy en día no es necesario ir a una botillería ni a un supermercado para comprar licor, sin tener que requerir a un adulto intermediario. Con las nuevas tecnologías y aplicaciones, es posible hacer pedidos a domicilio en los que no es necesario moverse de la casa y nadie te preguntará tu edad, ni mucho menos te pedirá la cedula de identidad. “Aquí basta con que el menor escriba en Facebook, ‘copete a domicilio’, y se va a encontrar con un sinfín de alternativas”, asevera la psicóloga Edilia Bravo.

Para Rony Colón, la responsabilidad principal está en los padres. “Tienen que estar siempre presentes,  y darse cuenta si sus hijos están experimentando algún problema de conducta, porque puede estar asociado a alguna patología o a una adicción. Si es así, hay programas de tratamiento donde, fundamentalmente los menores tienen grandes posibilidades de cambiar su destino”, expresó.

Una puerta de entrada

La mayoría de las veces se dice que el alcohol es una puerta de entrada para otras drogas. Al respecto existen opiniones divididas. Para la directora regional de Senda, Fernanda Alvarado, efectivamente esto puede darse, debido a que junto con el consumo comienza la búsqueda y la experimentación. “Creo que el alcohol y la marihuana efectivamente pueden conducir a otro tipo de drogas, pero tampoco hay que normalizar el consumo de estas sustancias porque todas son dañinas y peligrosas”, expresa.

Pero Rony Colón tiene otra percepción. Cree que el beber no te lleva necesariamente al consumo de otras cosas persé, “pero sí te pone en lugares y situaciones en las que tienes acceso a las otras drogas. Es una cosa de circunstancias con las que se va topando un adicto”, manifiesta.

Daños cerebrales irreversibles

Por mucho que exista una normalización del consumo de alcohol, la ingesta en exceso provoca daños irreversibles, sobre todo si se trata de menores de edad. Según explica la doctora Paola Haeger, de la facultad de medicina de la Universidad Católica del Norte, en el corto plazo se produce una baja de activación neuronal y en el largo plazo puede haber una muerte neuronal. “Se genera una inapropiada formación de redes o conexiones neuronales  las que son necesarias para el funcionamiento del cerebro”, indica agregando que, además, existe una relación directa entre la edad de inicio del consumo y la posibilidad de generar dependencia.  “Mientras más temprano comienza el consumo, más probabilidades existen que la persona dependa de la droga (genere una adicción), esto es porque el consumo a esa edad, en la adolescencia, favorece que se realicen  redes neuronales anómalas”, explicó.

En términos concretos, dice Haeger, un adolescente adicto, “destruirá su capacidad de aprendizaje y de memoria, la capacidad de toma de decisiones, disminuirá su percepción de riesgo, y deteriorará la formación y expresión de sus emociones. Todo esto lleva a un bajo y poco eficiente desempeño personal y social por lo tanto,  a actuar en forma primitiva”, manifestó, por lo que a todas luces, queda claro, quien quiera ser feliz y tener una vida plena, debe dejar de consumir sustancias, y buscar ayuda, sobre todo, si se trata de adolescentes que tienen todo un futuro por delante.  

Mujeres en peligro

Un 25% de los casos de abusos sexuales que investiga la Brigada de Delitos Sexuales de la PDI en la Región de Coquimbo, corresponde a acciones indebidas cometidas contra mujeres que han sido vulneradas debido a que se encuentran en estado de ebriedad. Así lo consigna el comisario Osvaldo Silva, Jefe (S) de la Brisexme de La Serena. “Estos casos son bastante comunes. Sabemos que en Carabineros hay muchas denuncias, y a nosotros posteriormente nos llega la orden de investigar. De todas las investigaciones que llevamos en la línea de abusos, aproximadamente el 25% corresponde a casos en el que las mujeres sufren un abuso, debido a que quedan indefensas tras ingerir alcohol de manera desmedida”, expresó el policía.

 

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