• En la localidad de Las Rojas la casa del vecino Nelson Badilla resultó con pérdida total.
  • El cementerio de Algarrobito también resultó dañado con el sismo 6,7.
  • En Nueva Talcuna, comuna de Vicuña también hubo casa que quedaron en el suelo.
  • La iglesia de Quebrada de Talca quedó con serias fisuras al interior y es la familia Rojo la que se encara de restaurarla por su propia cuenta.
  • La familia Godoy Rojas de Quebrada de Talca estaba viviendo en la sede social de la localidad pero tuvieron que abandonarla tras el sismo. Se encontraban viviendo ahí debido a que hace poco se les había quemado su casa.
Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
En un recorrido por los pueblos al interior de La Serena y Vicuña constatamos que gran parte de los vecinos siente que hay “un olvido” hacia ellos y que se ha tratado de bajar el perfil a los daños sufridos que, según dicen, en muchos casos superan a los del terremoto del 16-S. Mientras tanto, el gobierno y la oposición continúan discutiendo sobre la pertinencia de decretar zona de catástrofe o emergencia.

Ha pasado una semana desde el fuerte sismo en la Región de Coquimbo, pero el miedo y la incertidumbre persisten. No es para menos, sobre todo cuando las grietas son tan visibles y en algunos casos parecen agravarse.

Mucho se dice del casco histórico y el daño a los edificios patrimoniales de La Serena, sin embargo, la destrucción no sólo se concentró en el ámbito urbano. Las localidades rurales también han  clamado por ayuda, desde el silencio y algunas desde el olvido, ya que para gran parte de los habitantes de estos sectores el temblor del 19 de enero fue más fuerte y más destructivo, incluso, que el 16-S del 2015.

Las huellas del adobe

Partimos desde La Serena y nuestra primera parada es Algarrobito. De acuerdo al catastro oficial fueron 13 las casas que resultaron con algún daño, las más antiguas, según nos cuenta Olga Pérez, la primera vecina a la que abordamos en nuestro recorrido. “Aquí en el centro no fue tanto lo que pasó, pero para arriba rumbo al cementerio hay varias murallas en el suelo”, comenta.

“Nos estamos quedando donde un hijo nuestro hasta que podamos parar otra casita. Ya nos acercamos a la municipalidad para gestionar al menos una mediagua”, Nelson Badilla, perdió su casa en Las Rojas

La situación es tal cual la describe. Al subir al sector alto se pueden apreciar daños en algunas construcciones de adobe, pero sin duda la vivienda más afectada es la de María Cisternas, cuyo muro exterior cedió derribando también la estructura donde tenía instalado el medidor eléctrico lo que la dejó sin luz durante cinco días. “Recién hoy vinieron a ver el tema de la luz. Espero que lo puedan solucionar porque estar iluminándose con velas y esas cosas puede provocar otra catástrofe como un incendio. Ya hemos tenido suficiente”, relata la señora María, entre los escombros que todavía no han sido retirados.

En el cementerio del pueblo, cuyos nichos también resultaron con fisuras, el encargado Luis Jaime Rojas, todavía trabaja en las reparaciones, las que asegura se extenderán por un tiempo indeterminado debido a las réplicas. “No se puede saber cuánto nos vamos a demorar en arreglar, porque, por ejemplo, recién volvió a temblar fuerte y hubo nuevos daños. Entonces hay que esperar hasta que esto pare de manera definitiva”, precisa el trabajador, quien eso sí, deja en claro que el Servicio de Salud fue a inspeccionar. “Sacaron algunas muestras hace dos días, pero después de eso no he sabido nada más”.

Pérdida total

El martes 8 de enero Diario El Día publicó una nota sobre la localidad de Las Rojas donde vecinos expresaron cómo habían vivido el fuerte sismo. Lo que más llamó la atención fue la imagen de una casa totalmente desmoronada la que no era posible volver a habitar. Hasta ahora nada se sabía de los damnificados pero nuestro equipo logró dar con el dueño de la propiedad, Nelson Badilla, quien todavía no puede creer lo que le pasó ya que su casa siempre había soportado los movimientos telúricos sólo resultando con daños menores. “Con mi señora vivíamos ahí desde hace 8 años, y la casa siempre se mantuvo firme”, relata Badilla en su trabajo donde nos recibió.

“Me estaba comiendo unos duraznos cuando sentí que la casa se iba para el lado, ahí salí altiro, pero no podía ver nada. Solamente la polvareda que estaba dejando el movimiento de tierra”, Manuel Cortés, su casa fue “devorada” por un socavón.

Afirma que el día del terremoto fue uno de los más dramáticos, ya que sintió que su vida y la de su mujer corrían peligro. “Ella estaba adentro y yo me estaba fumando un cigarro afuera cuando empezó el remezón. Fui de inmediato a verla en medio de una polvareda que se produjo. Ahí pensé que íbamos a terminar aplastados, pero afortunadamente no fue así”, cuenta.

Pese a que todavía quedan algunas piezas en pie, asegura que ya no volverá al que fue su hogar debido a que los daños son de tal magnitud que cualquier réplica podría echar abajo lo que queda en pie. “Nos estamos quedando donde un hijo nuestro hasta que podamos parar otra casita. Ya nos acercamos a la municipalidad para gestionar al menos una mediagua”, precisa Nelson Badilla, aunque remarca estar preocupado, ya que desde la casa edilicia no le dieron fecha para acceder a este beneficio. “Estamos aún a la deriva esperando, con harta esperanza eso sí”, acota.

El fervor de Quebrada de Talca

La localidad de Quebrada de Talca es la que tuvo más inmuebles con daños con un total de 23 casas afectadas. Pero, según indica la presidenta de la Junta de Vecinos del sector, Angélica Pastén, la situación está controlada. “Solamente las casas de adobe resultaron perjudicadas, éstas son el 30% del total de las viviendas. Así que en general estamos bien. Ahora, con respecto a los vecinos con problemas el gobierno está haciendo los catastros”, afirma la dirigente.

La familia Zepeda Barraza fue una de las catastradas. Allí, el matrimonio que hace poco había refaccionado su hogar se siente impotente ante la fuerza de la naturaleza que no tuvo piedad y dañó seriamente la estructura. Pese a que por fuera sólo se observan algunas grietas, por dentro, se pueden observar fisuras de mayor proporción. “Aquí estamos. No sabemos si demoler o esperar alguna solución, porque podría demorar demasiado y esto se puede caer”, asevera Juan Antonio Zepeda.

Su mujer, Susana, asiente con la cabeza e insiste en que la colaboración y las respuestas concretas por parte de las autoridades debe ser más ágil. “Estos días han sido terribles, de incertidumbre. Tenemos miedo de seguir viviendo aquí, pero no tenemos como irnos y el gobierno vino a entrevistarnos pero no nos dieron fechas ni nada por el estilo”, expresó la vecina de quebrada de Talca.

1500 inmuebles de la Región de Coquimbo, hasta el momento, han sido catastrados con daños tras el sismo con características de terremoto.

Pero no sólo las viviendas sufrieron daños en la localidad que tiene una de las iglesias más antiguas de los sectores rurales. Ésta también resultó severamente golpeada, sin embargo una familia particular, “Los Rojo”, se encarga de repararla cada vez que algún evento natural repercute negativamente. Así lo hicieron para el 16-S y lo están haciendo ahora. “Para nosotros es importante, porque en nuestra familia pertenecemos a un baile religioso de acá y creemos que si nos quedamos sin iglesia el pueblo perdería mucho”, expresa Domingo Rojo, quien también pide mayor apoyo tanto a la comunidad como al Arzobispado, ya que si todos se unen la reparación tardaría mucho menos. “Pareciera que a pocos le importa la iglesia porque no nos ha llegado ninguna ayuda. Por ahora está corriendo todo por nuestra cuenta, pero no sabemos si nos va a alcanzar”, manifiesta.

El hijo de don Domingo, Carlos, no oculta su molestia por la falta de ayuda. Asegura que este sismo provocó mayores daños que el del 2015, al menos en el pueblo, y que esta vez ha existido menos preocupación por las localidades rurales. “Deberían dejar de bajarle el perfil a lo que pasó. Esto fue un terremoto y no fue grado 6,7, fue mucho más fuerte. Esta vez la tierra se agrietó, antes no”, sostuvo Carlos Rojo.

La “nube negra” de la familia Godoy Rojas

El 30 de diciembre del 2018 fue un día negro para la familia Godoy Rojas de Quebrada de Talca. Un voraz incendio consumió por completo la casa en la que vivían nueve personas quedando todos en la calle y sin tener dónde ir.

Estaban clamando por ayuda, tratando de levantarse y habían conseguido que el municipio les facilitara la sede vecinal para que pudieran vivir mientras encontraban otro sitio, sin embargo, este beneficio se acabó el pasado sábado y de nuevo quedaron en la calle teniendo que dormir en carpas durante algunos días. Claro, el violento sismo hizo mella en la estructura del edificio que estaban ocupando donde incluso cedió uno de los muros. “Sin duda que nos ha tocado complicado en el último tiempo. Primero el incendio que es lo peor que nos ha pasado como familia y después el terremoto que nos volvió a golpear. Obviamente que no se lo doy a nadie”, cuenta Ariel Godoy, mientras muestra los mayores daños que recibió la sede que fue su hogar por algún tiempo.

Pero pese a todo tiene esperanza. Ariel sostiene que si el fuego no pudo con ellos tampoco lo hará este sismo y que ya están arrendando un lugar provisorio, eso sí, a duras penas les alcanza para pagarlo y por eso pide ayuda. “Necesitamos que la autoridad se ponga la mano en el corazón, que nos orienten y que tomen en cuenta nuestro caso, porque aquí hay una familia que lo está pasando mal”, precisó, con evidente angustia. “No queremos volver a vivir en la calle”, agrega.

En Vicuña “se sintió más fuerte”

“Este no fue temblor, fue terremoto”, es lo primero que nos cuenta Antonio Godoy, vecino de la localidad rural de Nueva Talcuna, en Vicuña quien, como otros, asegura que el movimiento sísmico del 19 de enero fue más potente de lo que se ha dicho de manera oficial. “Yo en todos los años que tengo no había sentido algo así, que no me pudiera mantener en pie. Ahora le bajan el perfil porque no se salió el mar, pero la tierra se movió mucho más fuerte que la otra vez”, aseguró el poblador, mientras señala muy cerca el muro lateral de una vivienda de adobe destruido.

En Marquesa la tónica es la misma. Las viviendas de adobe con daños al interior, muchas de ellas con peligro de derrumbe, como es el caso de la que habitan Marisol Vigorena y su familia quienes quieren abandonar el inmueble, porque sienten que corren peligro. “Si usted puede ver cómo quedó, no creo que resista un movimiento de tierra fuerte. Y ahora cada vez que hay réplicas se desprende un poco más de adobe”, relata la mujer, quien vive con su pareja en el lugar.

Una imagen que impacta

En sus 20 años viviendo sólo en Las Cañas, sector ubicado a unos 30 kilómetros de Marquesa, en Vicuña, a don Manuel Cortés Ossandón jamás le había tocado una situación tan extrema. La historia de este criancero de 78 años fue conocida a nivel nacional debido al impacto que generó la imagen del socavón de unos 11 metros de diámetro y 17 de profundidad que literalmente devoró su casa tras el sismo.

Está consciente de que salvó por poco Y “agradece a Dios”, pero de igual forma lamenta las pérdidas ya que además de su casa perdió 9 cabezas de ganado caprino con las cuales subsiste. “Estoy triste, pero hay que salir adelante nomás, no queda de otra”, relata el hombre cuando llegamos al sitio donde estaba su casa, el mismo día en que lo fue a ver la seremía de minería y la concejala de Vicuña, Marta Castillo.

Se mostró esperanzado y aseguró que provisoriamente está viviendo con familiares a la espera de la ayuda comprometida por las autoridades. Por lo pronto, sólo piensa en reponerse emocionalmente luego de ver la muerte desde muy cerca ya que precisa que salvó tan sólo por unos segundos de caer en el enorme orificio. “Me estaba comiendo unos duraznos cuando sentí que la casa se iba para el lado, ahí salí altiro, pero no podía ver nada. Solamente la polvareda que estaba dejando el movimiento de tierra”, cuenta don Manuel.

Pese a lo que le sucedió, la suerte estuvo de su lado ya que justo ese día, su expareja quien va a visitarlo cada cierto tiempo iba llegando al lugar en un vehículo el cual le sirvió al criancero para orientarse y a la vez evitar que la mujer siguiera avanzando y cayera al socavón. “Vi las luces del auto y caminé en esa dirección para no caer en algún otro hoyo. Ya cuando estuve más cerca empecé a hacerle señas a ella con la linterna para que se detuviera, sino se hubiese detenido hubiese terminado también en el socavón”, relata Manuel, mientras monta su caballo “Cariñoso”, fiel compañero quien también sobrevivió al inusual evento geológico cuyas consecuencias sólo pudo ver al día siguiente por la mañana. “Fue triste ver la imagen. Obviamente no puedo seguir viviendo aquí, pero estoy optimista de la ayuda que han comprometido conmigo”, manifestó.

Respecto a la responsabilidad de la minera Linderos, la cual operaba en el lugar, se está investigando y el Seremi de Minería de la Región de Coquimbo, Roberto Vega, fue categórico en manifestar que llegarán hasta las últimas consecuencias. “Debajo de esta falla geológica pasa una mina, la antigua mina Linderos que actualmente se encuentra inundada. En este contexto lo primero que tenemos que determinar son los orígenes de esto”, puntualizó Vega.

Desde el municipio de Vicuña, tanto el alcalde Rafael Vera, como la concejala Marta Castillo se hicieron presentes en el lugar. El edil precisó que “la ayuda será canalizada por lo pronto con una casa de emergencia” por lo que don Manuel puede estar tranquilo.

La concejala Castillo, en tanto, apuntó a la solidaridad de la gente de las casas aledañas. “Este lugar está bastante apartado, pero la gente se conoce e independiente de la ayuda que entregue la municipalidad yo llamo a sus vecinos, a las personas que lo conocen a que no lo dejen solo, porque lo perdió todo”, enfatiza.

Última parada en El Molle

Nuestro recorrido terminó en El Molle donde, en general, no se ven daños de consideración. Sin embargo, la realidad cambia al llegar al cementerio del lugar. Allí se aprecia un deterioro considerable y el trabajador Luis Díaz, quien se encontraba realizando las reparaciones fue categórico. “Casi todo el cementerio está con problemas”,  dijo, refiriéndose fundamentalmente a los muros exteriores. “Esto hay que hacerlo de nuevo. Según mi experiencia, si se tienen los dineros suficientes una restauración completa de acá podría tardar mínimo cuatro meses”, indicó Díaz, desde el camposanto de la localidad rural, una de las tantas “olvidadas”, alejadas de la urbanidad donde están convencidos que lo sucedido hace una semana no fue un sismo sino de frentón un terremoto y su intensidad mucho mayor que 6,7. 4601iR

MEDIDAS DE LA AUTORIDAD AVANZAN

La impresión de los vecinos de las localidades rurales es que las autoridades no se han hecho cargo totalmente de sus problemáticas y las medidas para una reconstrucción y reparación de daños avanza de manera lenta. Sin embargo desde el Gobierno aseguran que “se están haciendo los catastros y ya se cuenta con los recursos y un plan de acción para dar solución a los afectados”, manifestó la intendenta regional Lucía Pinto.

Por lo pronto, la discusión continúa ya que desde la oposición insisten en que “se la ha bajado el perfil a la catástrofe” y que se debería haber decretado zona de catástrofe o de emergencia para que no existan demoras ni tramitaciones desde el nivel central que entrampen los trabajos y que tampoco se ocupen dineros que están asignados a otros ítems a los problemas que generó el fuerte sismo.

A nivel municipal, el alcalde de La Serena (comuna a la que pertenecen la mayoría de las localidades mencionadas en este reportaje) Roberto Jacob, sostiene que en ningún caso existe un olvido o descuido respecto a la ruralidad y que han estado en permanente contacto con las localidades y trabajando en terreno. Así lo manifestó mediante un comunicado de prensa donde expresó que la gente está conforme con la labor realizada desde la casa edilicia. “La gente está contenta porque uno está en terreno. Lo que se ve por fuera no es lo mismo que uno ve por dentro, hay casas que están inhabitables y son un tremendo riesgo. Así que se están haciendo las fichas que corresponden para poder informar rápidamente, para que las soluciones vengan de la mano con eficiencia. Creo que la gente del sector rural no puede esperar, esto merece una atención urgente y vamos a seguir visitando a más vecinos”, señaló Jacob.

 

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