• Beatriz Ocaranza, madre de Marion; Gabriela Michea, hija mayor de la donante; Emily, Mía y Florencia, recuerdan con orgullo a la joven donante.
Crédito fotografía: 
Alejandro Pizarro
La familia de la mujer de 42 años, que falleció el pasado 08 de octubre, aún intenta sobreponerse a su partida. Han sido momentos difíciles, pero hoy luchan por iniciar una nueva vida con la idea de que parte de ella, vive y entrega felicidad a otras personas.

Son fechas difíciles para la familia de Marion Verdugo, serenense que donó vida a cinco personas en octubre del año pasado, convirtiéndose en la tercera donante de órganos de la Región de  Coquimbo en el 2019. No ha sido un año fácil, más aun con la pandemia. Beatriz Ocaranza, madre de Marion, recuerda los días previos a la partida de su hija y expresa que durante una semana estuvo en su casa, “me pedía hartos cariños, incluso me comentó que no se sentía bien”, recuerda.

Luego de cuatro días en los que Verdugo estuvo sometida a un ventilador mecánico producto de una determinante crisis de asma, la declararon con muerte cerebral. La decisión de la familia estuvo dividida, pero Gabriela, su hija mayor, quiso cumplir los deseos de su madre y luego de un día entero de reuniones y conversaciones en familia, se llegó a un consenso y se cumplió su deseo.

“La operación fue todo un éxito y un milagro. El doctor nos contaba que todos sus órganos estaban sanos y tenían pocas horas para realizar la intervención. Todo salió bien, todos aplaudían y así se cumplió la voluntad de mi hija, entregar vida”, comenta emocionada su madre.

Dentro de su hogar, las fotos de Marion y sus hijas se encuentran desplegadas por toda la casa, con una sonrisa siempre en el rostro, Beatriz comenta que esa es la forma en la que más se recuerda a la joven madre.  “Ella siempre tenía una sonrisa en la cara, aunque estuviera con problemas, era muy positiva”, expresa Beatriz mientras muestra sus fotografías.

“Ella siempre tenía una sonrisa en la cara, aunque estuviera con problemas, era muy positiva”, Beatriz Ocaranza, madre de Marion Verdugo

El 8 de octubre se cumple un año de su partida y la nostalgia en su familia es innegable. A pesar de ello, consideran que la decisión es una esperanza que los mantiene tranquilos. Para Beatriz la idea de saber que alguien conserva parte de su hija le produce alegría, “Me gustaría saber quién recibió el corazón, me pregunto si es igual de alegre y feliz”, sostiene.

Días complejos

Respecto al tiempo que ha transcurrido, la madre de Marion se detiene a pensar en todo lo que les ha tocado vivir. “Se ha pasado muy rápido el tiempo, nos tuvimos que venir a aquí a mi casa, mis nietas no quieren saber del departamento que vivían en Puertas del Mar. Los recuerdos son muchos e iniciamos nuevamente una vida aquí en mi casa”, precisa Beatriz luego de asumir el cuidado de sus dos nietas menores de 5 y 7 años.

Hoy, en medio de la crisis sanitaria que afecta al país, la familia está más unida que nunca y más allá de los problemas económicos que han atravesado, viven juntos para sobrellevar la situación.

 “Nos vinimos aquí para que las niñas estuvieran más tranquilas”, explica sobre la decisión de mudarse a su hogar.

El apoyo y contención por parte de sus familares y vecinos ha sido reconfortante, ya que Beatriz tuvo que dejar de trabajar para dedicarse a sus nietas, “actualmente somos seis en la casa, el esposo de mi nieta nos ayuda en el hogar y también muchos vecinos nos han apoyado. Gracias a Dios no nos falta nada, sentimos el cariño y mis nietas están bien. Mi hija (nieta), me dice que hoy se está retribuyendo todo lo que alguna vez sembramos y que la ayuda de Marion nos ha fortalecido en estos momentos. Ella siempre está presente con cada acto”, finalizó Beatriz.

 

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