La Antártida chilena registró la temperatura máxima en promedio más alta de las últimas tres décadas durante los meses de invierno austral, entre junio y septiembre, según un informe de la Universidad de Santiago de Chile.
El estudio, encabezado por el climatólogo Raúl Cordero, apunta a que las temperaturas se mantuvieron más de un grado por encima de las consideradas "normales", y la máxima alcanzó los 2,2 grados, el pasado 7 de junio.
"Este aumento de las temperaturas confirma que se retomó el ritmo acelerado de calentamiento global que durante las últimas dos décadas parecía amainar en la zona", explicó este martes a Efe el investigador.
El alza en las temperaturas, que se dio desde principios de año, registró su período más crítico entre los meses de junio y julio que marcó el tercer invierno más cálido del que se tiene constancia, solo superado en dos ocasiones, en 1982 y en 1989.
Los registros se realizaron en la Isla Jorge, en el extremo norte de la península antártica y se compraron con los de la base de datos obtenidos de la Base Escudero de Instituto Antártico Chileno (Inach) en el mismo lugar.
El peligro del deshielo
Según detalla el informe, el cálido invierno evitó que se congelaran las aguas de la Bahía, fenómeno que sí acontece cada invierno durante los meses de junio y julio y favoreció el deshielo.
"Cualquier alza de temperatura sostenida se traduce en masa de nieve y hielo que se derrite lo que implica alzas en el nivel del mar en todo el mundo", agregó Cordero.
El deshielo de la Antártida, detalló el climatólogo, es el segundo factor contribuyente al alza del nivel del mar a nivel mundial, después del derretimiento del hielo en Groenlandia.
En lo que va de año, la isla ha registrado 34 días con temperatura máximas consideradas "muy altas" respecto al percentil construido por el propio grupo de investigación, la sexta marca más alta desde 1970.
Abundantes precipitaciones
Además de las altas temperaturas, el invierno estuvo marcado por un superávit de precipitaciones en toda la península, que durante el comienzo del año se mantuvieron a la baja.
Según explicó Cordero, las precipitaciones en la península antártica están aumentando desde hace varios años, algo que el investigador achacó al cambio climático.
"El calentamiento global no solo calienta el aire, también calienta el agua y provoca que el mar se evapore y precipite", agregó.
Durante los meses de junio y julio se registraron 24 días de precipitaciones "muy intensas" y un total acumulado de 271 mm de agua, cifra que lo sitúa como el quinto invierno más lluvioso desde 1970.
"El ciclo hidrológico actual de la Antártica es anómalo, nada de esto debería estar sucediendo y va a tener un impacto a nivel mundial", concluyó el investigador.