La contaminación por plástico amenaza el medioambiente en todo el planeta, con hasta 12 millones de toneladas de basura que llegan al mar cada año, según Greenpeace. Un problema mundial que puede tener en Chile la receta para su solución: un material similar al plástico que se disuelve en el agua.
Bolsas de plástico, botellas y utensilios de un solo uso son los principales productos que acaban flotando en los océanos del planeta, llegando incluso a formar islas de este material de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, como la existente entre la costa oeste de Estados Unidos y la isla de Hawái, superior al tamaño de Francia.
El plástico industrial tarda unos 500 años en biodegradarse, pero la propuesta de Chile presenta una fórmula que ayudaría a acabar con esta situación.
Cambiando la fórmula química del plástico derivado del petróleo, la empresa Solubag ha creado un material 100 % amigable con el medioambiente, biodegradable en la naturaleza y soluble en agua en minutos que permite fabricar bolsas que se asemejan a las de plástico pero que no están hechas de plástico.
Una alternativa al actual plástico
El ingrediente clave en esta receta es el polivinilo alcohol, que sustituye al polietileno para crear una material que haga las veces de plástico, pero que no contamina.
El resultado: materia prima que puede sustituir a la que se utiliza actualmente en las industrias de todo el mundo para fabricar las bolsas plásticas que contaminan los océanos.
"El proceso de fabricación es similar al de la bolsa actual. Lo que se hace es cambiar la materia prima, polietileno por nuestra materia prima, en las misma máquinas con las que se fabrican las bolsas actuales", indicó a Efe el jefe de operaciones de la compañía, Patricio Cabezas.
Hidrosoluble
La fórmula asegura, además de ser absolutamente amigable con el medioambiente, que productos como las bolsas se destruyan de forma instantánea en contacto con el agua.
Roberto Astete, gerente general de Solubag, indicó que esa característica del producto evita la necesidad de un sistema industrial de reciclado como sí requiere, por ejemplo, el compostaje.
"Al contacto con el agua la cadena molecular de este material se abre permitiendo que se transforme en agua y CO2", señaló a Efe.
En agua fría, una bolsa de este tipo de material ya sea plástica o de fibra, tarda unos 5 minutos en disolverse, pero en agua caliente o salada, la reacción es inmediata.
Incluso, para demostrar que el resultado de la destrucción es inocuo para la naturaleza y para los seres vivos, estos emprendedores chilenos no dudan en beberse el agua resultante de la disolución.
¿Qué pasa si la bolsa no entra en contacto con el agua? Nada, el producto también se destruye en el medioambiente, aproximadamente en medio año desaparece por las bacterias, el sol y la humedad, lejos de los cinco siglos que demora una bolsa actual.
"Si esta bolsa pasa a un vertedero o a un relleno sanitario se va a destruir igualmente. Pero te damos la posibilidad de ser la persona que cambie y delimite cuánto tiempo va a estar la bolsa en el medioambiente", afirmó Astete.
El origen y la expansión de la idea
La receta se originó hace unos años, cuando en Chile comenzaron a prohibirse los materiales plásticos de un solo uso y la gente necesitaba un sustitutivo para esa función.
Entonces los integrantes de Solubag se fijaron en las cápsulas hidrosolubles de detergente para lavavajillas y lavadora, que contienen líquido y se disuelven en el proceso de lavado.
La idea no es fabricar productos determinados, sino distribuir su materia prima para que los productores la utilicen como alternativa al plástico, para fabricar tantos útiles como la mente y la práctica puedan idear.
Desde bolsas de plástico como elemento inicial hasta una fibra a base del polivinilo alcohol, y de ahí generar cualquier elemento con mayor o menor densidad de material plástico o textil hidrosolubles: vasos de café, batas desechables para médicos o cocineros, contenedores portátiles para comida, botellas.
La empresa partió con el mercado de Chile y pronto otros países latinoamericanos como Argentina o Perú se interesaron por la idea, que se expandió por todo el continente.
En Europa algunos países empiezan a tener interés por esta alternativa al plástico, por ese motivo la firma estableció una oficina en la República Checa.
Los grandes consumidores de plástico a nivel mundial son los que todavía se resisten a asumir el cambio, y los esfuerzos de la empresa están enfocados en introducir su materia prima en Estados Unidos y China, donde tienen su fábrica debido a que el país asiático es el principal productor de plástico en el mundo.
Leyes contra el plástico, aliado indispensable
Las normativas que se expanden a nivel internacional contra el consumo de materiales plásticos de un solo uso han dado un empujón sustancial a la idea de Solubag.
Si bien su material es más caro que el tradicional utilizado por la industria en los últimos 50 años, la prohibición les pone directamente como la opción más asequible.
"Se abre un mundo para soluciones como la nuestra", dijo a Efe el gerente general legal de la compañía, Alejandro Castro, una idea que respaldó su compañero empresarial Cristian Olivares, gerente comercial de la marca.
La India es la última gran oportunidad de mercado que se abrió después del establecimiento de la normativa contra el uso del plástico de un solo uso.
El cambio de mentalidad de la sociedad sobre el cuidado del medioambiente hace de estas soluciones el futuro de la industria, por lo que Suramérica, Centroamérica y ahora Europa ya buscan fabricar el "plástico hidrosoluble".
"El mundo cambió. La factibilidad de poder vender productos que sean amigables con el medioambiente cada vez se hace más simple. Cada vez los clientes son los que están exigiendo ese tipo de productos", indicó Olivares.