-Respecto al Coloquio de Filosofía, Educación y Sociedad (FES) que lleva ya 21 años. ¿De qué se trata y cómo surgió?
“Surgió frente a la dificultad que teníamos quienes nos sentíamos provincianos, en este caso yo, en la Universidad. Dificultades para ir a Santiago y visitar continuamente la capital porque es en el centro donde se realizan frecuentemente estas reuniones reflexivas. Y viendo que aquí, hace 20 años, no había ninguna actividad similar, se me ocurrió invitar a un par de amigos y armar un pequeño coloquio con los alumnos, donde pudiese haber una comunicación transversal respecto a ciertos temas de la filosofía, la educación y la sociedad. Por eso su nombre es FES”.
-¿Cómo ha sido posible mantenerlo?
“Eso mismo me pregunto yo (ríe). Ha sido por un poco de porfía y un poco de falta de temor en hacer las cosas. Estamos acostumbrados a tener grandes proyectos, con gran subvención, y parece que no pudiésemos hacer las cosas si no fuera de otra manera, pero eso partió con unos amigos, partió con otra riqueza y paulatinamente fue tomando importancia y fue incorporándose ayuda de parte de la Universidad, más a cada año, y cada vez nos acercamos más a los pensadores más renombrados de Chile. Muchos han estado con nosotros y podemos recordar a uno, ya fallecido (2014), Humberto Giannini”.
-¿Qué ganan los estudiantes con estos coloquios?
“Encontrarse con otra gente, con otro tipo de profesores, con otros alumnos, con la posibilidad de preguntar directamente, de intervenir directamente, y ahora con la posibilidad de exponer también sus textos porque es un Coloquio de profesores y estudiantes”.
-¿Y qué gana la Academia?
“Gana al bajar un poco su estatus de grandes discursos y acercarnos más a la gente. Y preocuparse de temas que tienen mucho que ver con la vida cotidiana, cuestiones a veces eludidas por su carácter aparentemente “no académico”.
-¿La filosofía en la UCN sólo está presente en la Escuela de Teología o es más transversal como lo son las comunicaciones?
“Está presente en el Departamento de Teología y en otras carreras, sobre todo en los ramos de formación general. Actualmente ha tenido un repunte y en la mayoría de esas asignaturas hay filosofía, si no directamente, en sus fundamentos”.
-¿Qué relaciones existen, a ojo de los estudiantes, entre Teología y Filosofía?
“La relación entre filosofía y teología va mucho más allá, hay una relación entre la filosofía y la vida y parte de la vida es teología. Al menos en la experiencia de estudios que se imparte en la universidad. Y también la filosofía está presente en los fundamentos de la teología. Hay muchos casos de teóricos que tratan la teología y tienen fundamentación filosófica. Por ejemplo, el caso de la existencia de Dios es un problema fundamentalmente filosófico para posteriormente constatarse que también es un problema de la fe. Pero la fundamentación inicial, yo diría que es filosófica. A ojos de los estudiantes, en el inicio de su quehacer universitario, esta relación no siempre es evidente, pero suponemos que se va clarificando en la medida del tiempo.
-Hablando de religión y fe, ¿qué piensa del Papa Francisco? ¿Cree que acerca más la Iglesia a los creyentes?
“Me parece que el Papa en los comienzos, y espero que duren más estos comienzos, pudo acercar a los creyentes con su disposición más relajada, más abierta, de más cercanía y simpatía frente a la problemática humana. Creo que los creyentes encontraron una lucecita, eso es lo que yo podría responder”.
-El Papa Francisco dijo “Es mejor ser ateo que un mal católico” ¿Qué tan profundo es esto o es solo una forma de llamar la atención?
“Me parece que es profundísimo porque es un llamamiento a la consecuencia de los que practican su fe. Tiene que ver con ir más allá de ésta, de ir a una praxis de amor. Y un ateo puede tener una gran praxis de amor. Incluso más que un religioso. Pero recuerdo que estoy limitado por mi saber a responder a este tipo de preguntas. Mi saber está limitado”.
-¿Los jóvenes tienen hoy más interés que hace 20 o 30 años en Filosofía, Política, Religión?
“Yo fui joven en los años 60 y en los 70 y en realidad entonces sí había interés en la política y en la filosofía, para nosotros era fundamental tener una presencia política en la vida nacional. Actualmente hay un gran escepticismo sobre todo de parte de los jóvenes. Hay pocos jóvenes comprometidos con causas y azares, como diría Silvio Rodríguez. Es un problema que no es culpa de los jóvenes, ellos reaccionan a las circunstancias que les toca vivir y lo que aprenden. Y desde niños están escuchando: no te metas en esto, no te metas en esto otro. Ten cuidado. La palabra No está siempre presente en nuestro vocabulario, como diría el psiquiatra Claudio Naranjo”.
-¿Por qué es importante filosofar? ¿Por qué se incentiva a esto en la universidad?
“Se incentiva porque el filosofar nos acerca más a nosotros mismos, nos hace reaccionar frente al peligro de convertirnos en objeto fácil del consumo. Nos acerca a nuestro propio ser, a nuestra contingencia, pero no desde la perspectiva de un sufrimiento, sino de un concentrarse en las causas y en hechos que configuran y constituyen la vida. Ahora, hay gente a la cual esto no le gusta. Hace pocos días escuché una frase del recuerdo: Los jóvenes van a la Universidad a estudiar y no a pensar. Me remitió a un tiempo muy difícil, pero no tan difícil como éste, en el cual la ausencia de sentido es mayor. El acercarnos al pensar tiene que constituirse en una cierta garantía; el pensar tiene que discutir, tiene que competir con otras situaciones. Por ejemplo, en los colegios se hace mucho énfasis en la PSU y esto significa Lenguaje y Matemáticas, dejando de lado todas las demás asignaturas que nos fortalecen al entrar en esa competencia a la que se somete indiscriminadamente a los jóvenes. Con esto se pierde la oportunidad de desarrollar el pensamiento crítico y reflexivo en torno al quehacer humano, al “por qué” de nuestras acciones, etc.”
En 2014 publicó “Escritos circunstanciales, pensamiento situado”. ¿Cómo repercutió esa obra? ¿Qué efectos tuvo en su entorno?
“Los efectos no han sido tantos ni inmediatos, espero que poco a poco sean meditados estos asuntos. No fue escrito con el afán de popularidad ni de reconocimiento exitoso. Fue escrito en un acto de simpleza a partir de la revisión de muchos textos antiguos que había estado escribiendo durante muchos años. Hay gente que lo ha leído y me dicen que es bueno, que es un buen libro, les gusta, hasta ahora nadie me ha dicho lo contrario, eso no quiere decir que sea bueno en sí mismo. Me da la impresión de que tiene algunas cosas que son importantes. Ha habido un par de reconocimientos interesantes como el del profesor Raúl Fornet-Betancourt, de Alemania, y del mexicano Horacio Cerutti, que también se ha referido al libro en buenos términos. En lo personal, la experiencia me sirvió para perder el miedo a construir un libro y también para aprender a escribir un libro”.
-Y de su nuevo libro, a ser publicado próximamente, “Filosofía desde la Caleta, algunas formas de filosofar”. ¿Cuál es su intención?
“La intención bien básica es mostrar las ideas a la gente y proponer ciertas consideraciones respecto a la realidad. Y también invitar a entender que no hay una sola manera de filosofar, sino muchas posibilidades y además que es posible presentar una filosofía que estudie la cotidianidad y las interpretaciones sobre ésta, creando aperturas al ser, sin necesidad de tanto academicismo, de manera simple, lo que no quiere decir vacua. Se trata de que a través de esta forma de concebir la filosofía se pueda llegar a la gente de manera más directa, más cercana, hablar de la problemática común, de la exclusión, de la cotidianidad y de las circunstancias que estamos viviendo actualmente.
-¿Cómo convive la Filosofía con las comunicaciones? ¿Cómo se adecua el pensamiento racional, la meditación, el análisis de las contradicciones y mucha lectura con una tecnología que absorbe con su rapidez, inmediatez y superficialidad?
“Una de las preocupaciones de la filosofía es la inmediatez, la superficialidad y la rapidez. No es que la filosofía esté por allá y por acá la comunicación que tiene esas características. Es un problema filosófico el que tú me planteas y esto indica la necesidad de filosofar sobre este tiempo”.
-¿Es una falsa dicotomía, entonces?
“Claro. Se puede plantear como dicotomía en cuanto a que las expresiones son distintas, aparentemente es lejana la reflexión de la rapidez, por ejemplo. Pero no es dicotomía en cuanto la rapidez, la insignificancia, como conceptos, son estudiados por la filosofía. La situación del hombre actual, descafeinado, nihilista, apurado… es un problema propio de la filosofía. La filosofía anda en el andar de los seres humanos. No es una tradición que se cultive en una torre de marfil. Muy por el contrario, el filósofo debe estar en la calle, si no en la calle, por lo menos en el balcón, en la ventana”.
Esta es una de las más recientes publicaciones de Sergio Romero.
PLAZA PÚBLICA
-El filósofo español Fernando Savater ha dicho que el ágora actual -la actual plaza pública- son los medios tecnológicos, internet, en una palabra. ¿Participa de estos nuevos medios?
“Sí, todo lo que puedo. Son excelentes medios, bien utilizados nos abren sobre todo al problema de la democracia. Nos dan paso con facilidad a todas las informaciones y otros contenidos”.
-Otro gran pensador, fallecido en 2016, el italiano Umberto Eco, dijo que “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”. ¿Qué piensa al respecto?
“Que los idiotas también tienen derecho de hablar”.
-Para finalizar, ¿qué libro recomienda leer a cualquier persona mayor de 18 años que pudiera interesarse en la Filosofía?
“Empezaría con un libro entusiasmante pero peligroso, ‘Así habló Zaratustra’, de Friedrich Nietzsche. Puede ser entendido de diversas formas y da posibilidades de encontrarse, desencontrarse, buscarse y perderse. Algo que es importante en este mundo en que las cosas parecen ser tan seguras. Lo peligroso es que lanza al individuo fuera de sus seguridades, lo expone a la vida, lo abre al destino, lo despierta, al menos golpea la puerta de la conciencia. El peligro se siente siempre como algo de lo cual hay que alejarse, pero en este caso también el peligro llama a acercarse”.
-¿Y a qué pensador chileno recomienda leer?
“Un filósofo chileno que podría resultar interesante es Humberto Giannini, sobre todo para el caso de la cotidianidad. Y un pensador que salta las fronteras de la filosofía, la sociología y la educación es Hugo Zemelman.