Pichique
Un pichique atento, temporero sin tiempo, aguarda datos de bichos solitarios para boda imprevista en la fauna literaria. Cuando los folcloristas se animaban a personificar todo lo creado omitiendo, a veces, los roles fundamentales.
Un pichique atento, temporero sin tiempo, aguarda datos de bichos solitarios para boda imprevista en la fauna literaria. Cuando los folcloristas se animaban a personificar todo lo creado omitiendo, a veces, los roles fundamentales.
Un saco postal, misterio de valijero, anima vigilias para aligerar la memoria en la lonja ribereña. Cuando el estafeta curioso miraba y remiraba a las niñas que daban la pasada al tren. Donde el timbrazo al sobre y el llamado a viva voz solían confundir ante el alcance de nombres y apellidos.
Un cura rural, hijo del pueblo, sugiere reflexiones vitales para creyentes y escépticos en la lonja. ribereña. Cuando el gigante de arena amarilla matizaba crepúsculos de rojo diaguita con el cielo azul.
Una manga anunciada, ñusta diaguita, vaciaba cántaros para navegantes de la costa, ribereños de los valles y emprendedores en la serranía. Cuando el aire prístino de los terrales y zondas no alteraban su siesta precordillerana.
Una ruta caminera, agua y arcilla, ofrece alternativa para acortar distancias en la región de los valles.
Un aire contagioso, ritmo latinoamericano, invita al vuelo emparejado para la danza y el zapateo en las lonjas ribereñas, marismas y sabanas.
una canción lugareña, aire de oaxaca, traspasa fronteras para reanimar apegos en tierra diaguita.Cuando un manojo de chili verde trae el recuerdo del amparo, la alegría y el amor en la tierra del cielito lindo, la llorona, sandunga y otras, donde un chileno agradecido sólo pide que lo lleven al
Una pantalla entusiasta, tarima festivalera, revive actuaciones siemprevivas de artistas del cancionero popular para la viudez veraniega en la vereda andina. Cuando una estudiantina con sus guitarras y mandolinas irrumpe reforzando el raspado de la aguja sobre el disco de acetato.
Una iniciativa cultural, fruta impresa, aporta alegrìa para inquilino añoso en potrero viñatero. Cuando el niño recibe la sorpresa de su vida por hacer un favor a sus hermanos. Donde el almanaque y el devocionario vecinal se renuevan tal como una sandia.
una casona olvidada, estación del recuerdo, tolera acoso urbano para cultivar nostalgias en utopía ferroviaria. Cuando la porfía de un joven vestido a lo huaso aún concita interés por la tradición. Donde un farol de guardavías sigue alumbrando a los románticos. Cuando salí de mi casa...