• Hernán Cortés Santander, quien ha vivido toda su vida en el sector de San Juan en Coquimbo, aportó con fotografías de la década de los 80, de reuniones familiares y cumpleaños.
  • Costumbres arraigadas en las comunidades y que congregaban a todos en torno a una tradición, como la Procesión de la Virgen, están plasmadas en las fotografías que María Cerda Vega, del sector Villa El Tangue, ubicada en las cercanías de Tongoy, aportó a la muestra.
  • Preciados testimonios del trabajo agrícola antes de la grave sequía que arrastra la provincia de Limarí son los que recopiló y donó Pedro Muñoz Gallardo junto a sus vecinos de Monte Patria. En la Fiesta del Tomate de Monte Patria, familias completas y vecinos participaban en la cosecha del fruto.
  • Sergio Flores Ávalos, originario de Andacollo, actualmente se dedica a la orfebrería, pero durante muchos años trabajó en el hospital de la comuna. Sus fotografías datan de los años 30, muestran el trabajo en la pequeña minería, en faenas en las que participaba toda su familia y, además, evidencian los cambios que ha tenido la comuna con el paso del tiempo. 
Crédito fotografía: 
Andrea Cantillanes
La popularidad de la fotografía digital y las redes sociales están quitando protagonismo a uno de los bienes más preciados de las casas: los álbumes de fotos. Sin embargo, hoy toma fuerza el concepto de que todos somos sujetos de historia y que podemos reconstruir el pasado de nuestras comunidades a través de las imágenes que alguna vez tomaron nuestros antepasados, muchos de ellos anónimos.

POR BASTIÁN ÁLVAREZ PARDO

Casi no existe un hogar en el que no haya un álbum, un cajón o un baúl en el que se guarden fotografías familiares. Pequeños trozos de papel, muchos de ellos, con anotaciones de fechas, nombres y descripciones de situaciones, inmortalizaron cumpleaños, matrimonios, bautizos, primeros días de clases y un sinfín de actividades familiares. Sin lugar a dudas, estas fotografías constituyen un elemento fundamental al momento de comprender nuestras raíces, nuestros ancestros, recordar a quienes ya no están y compartir memorias y anécdotas con los que tenemos a nuestro lado.

La exposición “Memorias del Siglo XX”, organizada por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) se encuentra desde el martes 30 de enero en el Centro Cultural Palace de Coquimbo. Son 434 fotografías donadas por habitantes de Andacollo, Coquimbo, Monte Patria y Tongoy, acompañadas de 60 relatos o pequeñas entrevistas, en las que quienes tomaron las fotografías  o sus familiares, explican quiénes aparecen en ellas, además de las historias detrás de las costumbres, los lugares y actividades que se inmortalizan.

Nicolás Holloway, coordinador de capacitaciones del programa Memorias del Siglo XX de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), explica que “lo que nosotros valoramos, es que casi ninguna de las fotos es de fotógrafos profesionales, sino que son fotos valiosas por las historias que cuentan y las personas que en ellas aparecen.  Hay clubes deportivos, profesores rurales y urbanos, fiestas religiosas, celebraciones, documentos, cédulas de identidad y todo aquello que sirva para contar esa historia, a veces invisibilizada”.

Una de las premisas de la exhibición fue que imágenes tomadas en su momento sin otra intención que la de inmortalizar una reunión, una celebración familiar o una faena de trabajo, pueden transformarse en material histórico y patrimonial, pues pueden reflejar las costumbres y hábitos de una comunidad  y mostrar a las nuevas generaciones los cambios que ha sufrido el paisaje, las poblaciones y sus modos de vida.

434 Fotografías contiene la muestra “Memorias del Siglo XX”, que se encuentra en el Centro Cultural Palace de Coquimbo

TESTIMONIOS HISTÓRICOS. Hernán Cortés Santander, quien proviene de San Juan, Coquimbo, aportó con fotografías de reuniones familiares y cumpleaños, imágenes que datan de la década de los 80. Cortés comenta que las imágenes que forman parte de la muestra son un testimonio de que “nuestros antepasados hicieron muchas cosas con mucho esfuerzo. Por ejemplo, donde vengo yo, San Juan, son terrenos que antes eran plantaciones de pepino y camote y nuestros antepasados tuvieron que hacer muchos sacrificios para vivir ahí. Las poblaciones donde uno viene podrían progresar mucho más, mejorar su aspecto, tener más comodidades, si es que la gente participara más”.

“Las fotos no son profesionales, pero son valiosas por las historias que cuentan y las personas que en ellas aparecen”, NICOLÁS HOLLOWAY GUZMÁN, Coordinador de capacitaciones del programa Memorias del Siglo XX de DIBAM.

RECREAR EXPERIENCIAS Y GENERAR CONFIANZA. Lady Moroso, oriunda y proveniente de la localidad de Tulahuén, cercana a Monte Patria, explica que se encargó de recopilar las fotografías de familias y vecinos tulahueninos, pues trabaja en la biblioteca local, por lo que conoce a la comunidad, lo que facilitó el contacto.

“Cuando les comenté acerca del proyecto, estaban fascinados. Sacaron del baúl miles y miles de fotos, entregaron su confianza, ya que sacaron fotos de hace muchos años. Yo les decía que se les devolverían sus fotos y, por eso, hay familias que donaron incluso diez”, comenta Lady. Es gracias a dicho trabajo de confianza, que se logró recolectar más de 90 imágenes de la localidad, que no sólo están expuestas en el Centro Cultural Palace, sino que también fueron exhibidas para todo el pueblo el 12 de octubre de 2017, en el aniversario del pueblo y en otra muestra realizada en la escuela.

Moroso explica que la donación recoge registros gráficos de todos los hitos históricos que han marcado a la comunidad tulahuenina y que han contribuido a construir su identidad, pues incluye imágenes del proceso de instalación de los primeros sistemas de luz eléctrica y de agua potable, además de la escuela. “La escuela está construida en un terreno cedido por una persona y hay profesores que trabajan hace muchos años en la escuela, por lo que en la exhibición se vivió un momento muy importante, de rescate patrimonial al 100%”.

RESCATE DE LA ANTIGUA VIDA EN COMUNIDAD. Una parte importante de las fotografías que se encuentran en la muestra fueron tomadas en actividades en las que participaban las comunidades completas, unidas en torno a tradiciones, costumbres y objetivos comunes. Este es el caso de María Cerda Vega, del sector Villa El Tangue, ubicado en Coquimbo, quien aportó fotografías de la Procesión de la Virgen en la localidad y explica que “estas fotos me las prestó un profesor que es mi tío. Si bien la Procesión de la Virgen se sigue haciendo todavía, El Tangue ya está muriendo, hay muy poca gente, por ejemplo en la escuela hay sólo tres alumnos”.

Por su parte, Sergio Flores Ávalos, originario de Andacollo, dedicado actualmente a la orfebrería pero que por muchos años sirvió en el Hospital de la comuna minera, aportó fotografías de los lavaderos de oro, que datan de la década de los 20. Explica que las imágenes ayudan a preservar el testimonio de la vida y las actividades familiares, pues en ellas “aparece mi familia Ávalos.  Mi abuelito, que trabajaba en la cata (minas de poca profundidad donde se extrae tierra y circa, que era lavada para obtener oro), su compadre, que trabajaba con él, la comadre, mi abuelita, un ahijado y mi madre. Esa cata se llamaba La Mariposa, desde donde se acarreaba el agua. Mi madre aparece en algunas de las fotos desde que era joven y hasta que creó un centro comunitario que se llamaba Barrio Norte”.

Flores comenta que en el caso de su familia y de muchas otras, las fotografías fueron guardadas en álbumes y se comenzaron a traspasar de generación en generación y es por eso que en ellas se puede ver “que los paisajes han cambiado. Del lugar donde ellos trabajaban, ahora no hay nada, está todo poblado. Además, sólo quedan dos personas que trabajan lavando oro, porque aun sale oro, pero no en grandes cantidades”.

Pedro Muñoz Gallardo, quien donó fotografías de la Fiesta del Tomate, que se realizaba en Monte Patria, explica que en dicha celebración comunitaria, “se juntaban fondos para instalar agua y luz y se elegía reina. La misma comunidad asistía y trabajaba por un fin, que era instalar agua potable y luz eléctrica. Eran actividades muy bonitas”. Muñoz cuenta que para recopilar las fotografías, también se debió realizar un trabajo de convocatoria a la comunidad, quizá no a gran escala como en las antiguas faenas que reunían a familias y vecinos, pero sí logró contactar y convencer a varios de sus vecinos a que, en este caso, aportaran sus fotografías y recuerdos. “Empezamos a juntarnos con churrascas y té, para conversar y empezar a recopilar fotografías para la reconstruir la memoria del siglo XX”.

“La fotografía tiene una tremenda significación, social, ritual y de registro y también desde el punto de vista del poder”, CRISTIÁN MUÑOZ CATALÁN, Periodista con postgrado en fotoperiodismo y director Escuela de Periodismo de la Universidad de La Serena.

RETENER MEMORIAS Y EMOCIONES. “La fotografía tiene una tremenda significación, social, ritual y de registro y también desde el punto de vista del poder”, explica Cristián Muñoz Catalán, periodista con Postgrado en Fotoperiodismo y director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Serena.

Si en sus inicios, la fotografía requería un manejo de sustancias químicas, por lo que estaba reservada para científicos o artistas entusiastas que trabajaban en laboratorios con elementos peligrosos, con el tiempo se masificó gracias al advenimiento de la cámara portátil, sobre todo gracias a los aportes de la clásica compañía Kodak, quienes fueron los precursores de una cámara que fuera fácil de manipular, cuya dimensión más compleja, la del revelado, quedaba a cargo del propio usuario.

Precisamente, fue la irrupción de la cámara portátil en la vida social lo que significó que la fotografía ingresara a los rituales y actividades más íntimos y significativos de las familias, tales como matrimonios, bautizos o primeros días de clases. Muñoz explica que “por primera vez en la historia, la gente común y corriente tuvo posibilidad de registrar su vida. En el poder de registrar una imagen, ya sea una pintura o una fotografía, también había un poder político y económico asociado. En las antiguas pinturas, estaban retratados los reyes, los nobles, el clero o los militares destacados, pero cuando aparece el bajo pueblo, nunca está como protagonista, sino que está cosificado, como podría ser en una pintura costumbrista”.

Acerca de la relevancia que adquieren las imágenes en la preservación de la historia y la memoria de las experiencias humanas, Muñoz cita al filósofo, ensayista, escritor y semiólogo francés Roland Barthes, quien señala en su célebre libro “La Cámara Lúcida” (1980) que “la fotografía repite mecánicamente lo que existencialmente nunca más se podrá volver a repetir”, pues si bien la fotografía no es la realidad en sí misma, es lo más parecido a ella. “Prueba de ello es que, cuando muere un ser querido, lo primero que intentamos hacer es mirar nuestro álbum fotográfico o nuestro archivo digital y tratar de retener en el tiempo aquello que es inevitable que pase”, concluye el periodista y académico.

TODOS SOMOS SUJETOS DE MEMORIA

Nicolás Holloway explica que la muestra fotográfica es el resultado de un trabajo de parte de las bibliotecas públicas de Monte Patria, Tongoy y Coquimbo, en el que se ha consultado a la comunidad cuáles son sus recuerdos y experiencias más significativas. “Alberga fotografías que van de la cordillera al mar, de norte a sur y es un ejercicio colectivo de valoración de la propia historia.  Todos somos sujetos de memoria o historia. No aparecemos en la memoria como los presidentes, pero inscribimos a las personas y organizaciones en la historia de las comunidades”.

 

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