• Foto: Cedida.
  • Paz Corral: "Tarde o temprano volveré a Ovalle". Foto Cedida
  • Paz Corral al centro en la primera fila compartiendo sus cuentos con alumnos. Foto: Cedida
Narradora oral y escritora nacida en Ovalle, Paz Corral Yagnam es una activa cuenta cuentos que se desempeña como Jefa de proyectos literarios de la Editorial Zig-Zag. Presente en diversas ferias del libro en Chile y en el extranjero, también se desplaza con familiaridad por auditorios de colegios y liceos donde comparte sus historias con inquietos estudiantes de básica y media. Conversamos con ella en una heladería del barrio oriente de Santiago.

-Leí en alguna parte que creciste oyendo cuentos a tu abuelo Tomás. Háblanos de él, ¿qué recuerdos tienes?

-“Mi abuelo -Tomás Yagnam Manzur- era un personaje, él fue alcalde de Ovalle durante muchos años, fue un hombre de gran cultura, tuve la suerte de ser bien regalona y los días sábado era sagrado que nos juntábamos en su casa y él me contaba cuentos. Él poseía una proyectora de 8 mm,no tenía muchos cuentos y para que no me aburriera iba intercalando personajes  y cambiaba los finales. Como no había audio él tenía que irlos contando. Me formó primero como auditora, antes de formarme como lectora. Y me enseñó a oír, a prestar atención a los detalles, a ver las diferencias. Esto es muy importante para cuando uno después se convierte en lector. Además como él tenía la casa de discos RCA Víctor, todos los fines de mes me regalaba discos con cuentos infantiles (que se acompañaban con un texto). Para mí era una maravilla, me llenó de historias. Y por otro lado, mi papá y mi otro abuelo también leían mucho, viví siempre rodeada de libros”. 

-¿Qué otros recuerdos tienes de tu vida en la ciudad de Ovalle?

-“Viví en Ovalle hasta los 18 años y volví a los 25 y allí crié a mis hijos y volví a Santiago hace 7 u 8 años.  Allá me formé como narradora oral y desarrollé gran parte de mi trayectoria, de mi carrera como narradora y fue una experiencia muy linda. Participé en proyectos hermosos, a mí me gusta mucho Ovalle. Santiago abre las puertas a otras posibilidades porque la centralización existe, pero para mí la meta está siempre en volver. Yo me crié en el campo y eso me marcó, no solo por la libertad de correr por todos lados, de no responder a los estereotipos (yo era la única mujer)… Recuerdo que a la hora de almuerzo los trabajadores se juntaban a conversar y se contaban historias de penaduras, de aparecidos, de leyendas, hablaban del culebrón. La verdad es que crecí con muchas historias, de todo tipo, cuentos tradicionales, y también El tesoro de la juventud que fue mi otra fuente de formación lectora”.

-¿Cuándo iniciaste tu vida de escritora y cómo ocurrió?

-“No se me ocurrió a mí, yo no pensaba escribir.  A mí me gusta contar cuentos, de manera oral. Tengo una muy buena amiga que es también escritora, Angélica Dossetti, y ella me dijo que yo tenía que escribir. Yo me negué pero ella insistió, a tal punto, que  un día se me senté frente al computador y decidí escribir uno de los cuentos que yo le narraba a los niños, El vampiro niño que soñaba con bailar. Y lo presenté en la editorial en que trabajaba (Zigzag) para que me dijeran que no. El editor de esa época era muy estricto en sus juicios y pensé que me iba a decir que no. Pasaron varios días y un día me llamó a su oficina y me mostró diagramado el cuento completo, pero me dice: hay un problema, es que con su cuento alcanzo a cubrir 25 páginas y esta colección tiene 40, así que tiene que traerme otro cuento. Llegué a la casa a escribir y se lo llevé al otro día. También le gustó y así salió Casimiro, casi limpio. Esto fue en 2013”. 

-Te iniciaste en la cuentería diez años antes cuando fuiste a un taller en Ovalle dictado por ToityLeiguarda y Aída Horvath. ¿Qué te llevó a esto?

-“En la Feria del libro de Ovalle se hacían talleres y éste estaba enfocado a docentes, pero llegamos solo dos personas, una psicóloga y yo. Se hizo el taller de forma muy personalizada y me dijeron que tenía mucha pasta. Me dijeron que al día siguiente tenía que contar en la Plaza de Armas de Ovalle y me negué en principio. Narré entonces un cuento de negritos (Papá negro y sus nueve negritos) que yo había adaptado y que es de la escritora muy querida, Carmen de Alonso. Tuve la suerte de que Toity y Aída vivían en la zona de Córdoba, Argentina, donde mi mamá tenía un hotel y fui varias veces a otros talleres con ellas, a aprender;  y sigo aprendiendo. Un narrador arma su oficio contando historias, pero también necesitas a alguien que te corrija, que te vaya enseñando a interpretar las historias, sin caer en la actuación. Si bien toda narración tiene algo de escénico, la línea de la cuentería en que yo me ubico es la que narra historias y la palabra es la protagonista”. 

-Entre tus experiencias se encuentra la realización de Talleres de cuentería con menores en estado de vulnerabilidad. ¿Puedes contarnos algo de esta práctica?

-“En 2004 realicé un proyecto con el Consejo de la Cultura de la región que se llamaba Los libros te visitan.  Estuvimos varios cuenteros en La Serena, Coquimbo y yo en Ovalle visitando hogares de menores y llevándoles  cuentos, hacíamos un taller con ellos y dejábamos libros todas las semanas para que ellos los pudieran tener a su disposición. Eso me dio gran satisfacción  porque los niños empezaron a adquirir el gusto por la lectura. Un día fui a un hogar de menores de Ovalle (que hoy ya no existe) y los niños estaban en sus cuartos, en sus camas y me sorprendió porque era un horario en que no deberían estar allí, pero el director me explicó que tenían una nueva regla: Pueden estar en las piezas si están leyendo. Con los más grandes hacíamos un taller de escritura e ilustración y ellos hicieron un libro colectivo precioso, no tuvimos plata para imprimirlo pero lo presentamos en diaporama, en el Centro cultural municipal de Ovalle”.

-Hace poco vi una entrevista en que hablabas de libros en braille y para lectores con otras discapacidades. ¿Qué puedes decirnos al respecto?

-“Por mi trabajo en Zigzag estoy a cargo de buscar contenidos para editoriales de otros países que nosotros distribuimos en librerías y dentro de eso buscamos alternativas para llevar la lectura a todos lados, de la forma más inclusiva posible. Y en Argentina encontramos la Editorial Gerbera en que la mayoría de sus libros son bilingües (braille-español) y todos tienen una tipografía amigable con la dislexia.  Aprovecho de contarles que con la ilustradora con la que trabajo, Fabiola Solano, gran artista con la que he hecho todos mis libros, estamos preocupadas por la inclusión y en la Feria del Libro de Santiago teníamos preparada la presentación (en noviembre de 2016) el libro ¿Yo, celoso?, en lengua de señas. No se pudo hacer por un problema puntual de la Feria pero lo haremos en la Biblioteca de Santiago apenas podamos”.

-¿Alguna otra experiencia de cuenteríacon juntas de vecinos, centros de padres o profesores que te haya dejado un buen recuerdo?

-“Todo lo que tiene que ver con contar historias, orales o por escrito, son puras alegrías. Yo puedo estar muy enferma pero contar historias me reanima, es lo que más me gusta hacer en el universo. Y ahora he descubierto que escribir es un placer gigante también y es un placer permanente. Cuando un niño me dice que le encantan mis libros…, los niños son súper generosos. Lo otro es que he podido recorrer casi todo Chile, me falta solo Punta Arenas, presentando los libros, hablando con los niños. Un 98% de las experiencias han sido magníficas y el 2% ha sido bueno”. 

-Desde 2003 hasta hoy has sido invitada a participar en Ferias del Libro en Chile y en otros países. ¿Esto se vincula más a tu trabajo en la editorial?

-“Voy a las Ferias principalmente por la editorial. Tengo la suerte de que como publico en la editorial en que trabajo mis libros siempre están ahí, pero no porque sea yo sino porque son parte de las novedades del año. He estado publicando un libro por año y eso me ha permitido tener harta presencia. Ahora, las visitas a Ferias, más allá que sean por la editorial son una importante instancia de aprendizaje y de actualización”.

-¿Y en estas ferias existe el espacio que no has encontrado en la Región de Coquimbo para la literatura infantil?

-“La literatura infantil que ha sido el pariente pobre de la literatura durante muchos años, cada vez ocupa más espacios. La Feria del libro infantil Bolonia, Italia, -una de las más importantes del mundo- solo tiene ese tema, la literatura infantil y juvenil. Y en las otras ferias grandes hay un gran espacio para la literatura infantil y juvenil. Hoy hay conciencia de que el lector no se va a formar adulto, tiene que formarse en la primera infancia. Es muy importante que los niños tengan acceso a la mayor cantidad de libros en distintos formatos, contenidos y lenguas distintos. Hoy se habla de bibliodiversidad como un concepto importante para que los niños aprendan a elegir, a discernir.En la región de Coquimbo que están muy bien porque marcan presencia en Santiago y han estado en Guadalajara (en 2012) y hay un movimiento literario importante, están al debe con este segmento, hay que formar lectores desde la infancia”.

-¿Cómo es tu proceso de búsqueda de nuevas historias y personajes, de dónde te alimentas? 

-“De mis propios íconos, a mí me encanta el terror,H. P. Lovecraft, Edgar Allan Poe, yo crecí leyendo esas historias. Para mí es importante ese imaginario y por eso creo que lo primero que escribí fue la historia de El vampiro niño que soñaba con bailar. Y la otra es una historia de zombis. Creo que en el fondo el narrador y el escritor se nutren de su camino lector. Yo me rehúso a hablar del hábito de la lectura. Hábito es cepillarse los dientes, lavarse las manos, etc. Un hábito es una conducta que se repite de manera recurrente, pero sin meditarla. Leer no puede ser un hábito, lo que se hace es construir un camino lector desde que la guagüita está en el vientre en adelante, se forma con las narraciones que escuchas, con lo que lees, con lo que te leen, con lo que comentas. Es un camino absolutamente propio, es individual y por lo mismo tiene que ser respetado, un camino no es igual al otro”.

-Y de “Traca traca, que alaraca”, qué puedes decirnos.

-“Está basado en una anécdota. En unas vacaciones en un paseo con una sobrina nieta que es muy valiente, la siento gritar desesperadamente y se pone a mis espaldas y me dice con pavor: “Mira”. Me doy vuelta y lo único que veo es un sapo minúsculo. Se subió a mis espaldas y no quiso pisar el sueldo el resto de las vacaciones por su terror a los sapos. Entonces pensé que ella se merecía un cuento. Así salió Traca traca, qué alaraca”.

-Y “¿Yo, celoso?” es una experiencia familiar…

-“No, yo tengo en mi velador siempre una libreta para tomar apuntes donde hay 50 cosas empezadas que no he podido terminar por falta de tiempo. A veces despierto con una idea en la cabeza y la anoto. Pero un día desperté con ¿Yo, celoso?completo en la cabeza. Y lo escribí de una sola vez. Y ha tenido una muy buena recepción, me ha impresionado lo bien que le ha ido aunque no podido estar en promoción escolar aún”.

-El título más reciente, entiendo, es “Caperucita Roja y Abuelita, detectives privados”¿Hay una zaga de este tipo de recreaciones?

-“Sí, es algo que me preguntan los niños. Este es un juego que le propuse a Fabiola (la ilustradora) y ella aceptó, esta es una mezcla de libro álbum e historieta, tiene viñetas, y la ilustración complementa el texto y se va mezclando. Y la segunda parte en que también los personajes son de cuentos tradicionales (buscando una princesa para que bese al sapo) ya está en proceso de ilustración. Estará en abril en las librerías”.

-¿En qué consiste tu trabajo en la Editorial Zigzag?

-“Hago análisis de contenidos. Nosotros distribuimos editoriales de distintos países y yo tengo que hacer análisis de lo que ofrecen y ver si están dentro de lo que queremos distribuir. Tenemos más de 40 editoriales cuyos libros distribuimos a las librerías de Chile, algunas gigantes como Anaya (España) y otras chiquitas como Gerbera (Argentina). Mi misión es en las ferias del libro de afuera encontrar cosas que vayan incrementando la oferta. Tengo que leer muchísimo, de todo. Además hago búsqueda de contenidos para el área editorial, llevamos varios años comprando derechos, traigo propuestas para que las analice el departamento editorial y así compramos y traducimos novelas francesas, coediciones con editoriales inglesas, compramos derechos a editoriales españolas. Además me hago cargo de las exportaciones, lo que no es fácil porque exportar libros desde Chile es doblemente difícil. Hemos vendido derechos, tenemos libros traducidos al portugués, al catalán. Hemos vendido derechos a España, nos están distribuyendo en Argentina. Es un trabajo muy entretenido, yo lo disfruto”. 

Incrementar la Oferta

-¿En qué consiste tu trabajo en la Editorial Zigzag?

-“Hago análisis de contenidos. Nosotros distribuimos editoriales de distintos países y yo tengo que hacer análisis de lo que ofrecen y ver si están dentro de lo que queremos distribuir. Tenemos más de 40 editoriales cuyos libros distribuimos a las librerías de Chile, algunas gigantes como Anaya (España) y otras chiquitas como Gerbera (Argentina). Mi misión es en las ferias del libro de afuera encontrar cosas que vayan incrementando la oferta. Tengo que leer muchísimo, de todo. Además hago búsqueda de contenidos para el área editorial, llevamos varios años comprando derechos, traigo propuestas para que las analice el departamento editorial y así compramos y traducimos novelas francesas, coediciones con editoriales inglesas, compramos derechos a editoriales españolas. Además me hago cargo de las exportaciones, lo que no es fácil porque exportar libros desde Chile es doblemente difícil”. 

 

 

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