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Guitarrista y compositor de la región de Coquimbo, ha compuesto, grabado y producido 5 CDs, además presta múltiples colaboraciones en otros proyectos. En 2014 recibió el primer premio del Concurso de Composición Nacional Luis Advis. Actualmente es académico del Departamento de Música de La Universidad de La Serena. El Día habló con Orlando en un café de la calle Las Rojas Oriente, en La Serena.

Guitarrista y compositor de la región de Coquimbo, ha compuesto, grabado y producido 5 CDs, además presta múltiples colaboraciones en otros proyectos. En 2014 recibió el primer premio del Concurso de Composición Nacional Luis Advis. Actualmente es académico del Departamento de Música de La Universidad de La Serena. El Día habló con Orlando en un café de la calle Las Rojas Oriente, en La Serena. 

-¿Cómo estuvo el verano en términos de actividad artística para ti? Te vi muy entusiasmado tocando en la Feria del Libro de La Serena. 

“Estuvo bueno el verano. Muchos conciertos y lo bonito es que fueron con música original o arreglos propios. Hicimos una gira en el marco del Festival de las Artes (ARC 2017) en un homenaje a Violeta Parra. Actuamos con cinco grupos más, cada grupo tocaba dos temas de Violeta. Yo toqué El Gavilán y la Anticueca número 1 con un arreglo para guitarra eléctrica y batería. Fue lindo compartir con los colegas, escuchar sus trabajos, hay muy buenos trabajos en la región. El público tuvo una excelente reacción, hubo mucha gente, estaban muy contentos. Nos saludaban por las redes sociales y subían los conciertos, nos felicitaban y también a los colegas. Lican Antay que fue uno de los grupos va a sacar un disco con su trabajo, lo mismo Leka Alcayaga. Yo voy a hacer una gira por algunos colegios en junio con el motivo de Violeta Parra pero dirigido a los jóvenes, con arreglos más eléctricos”. 

-¿La Feria del Libro de La Serena es un buen escenario para los músicos? 

“Sí, es bonito. Hay buen ambiente, esa Feria es un gran espacio cultural de la comuna y de la región. A mí me llama la atención que el Festival de la canción de La Serena dura dos días y tiene el doble del presupuesto que la Feria (dura dos semanas) que es un aporte cultural mayúsculo. Esa feria se podría hacer dos veces al año, por ejemplo”. 

-Orlando, ¿cuál es actualmente tu principal actividad artística? 

“Últimamente estoy más dedicado a la composición. La gira con los temas de Violeta Parra implica hacer arreglos y recomponer para formatos distintos y para un público más que exigente como son los colegios. También tengo que componer música para una obra de teatro de la Compañía Teatro Cinética que ganó un proyecto Fondart. Y tengo que componer para un largometraje de ficción y producir un disco para un coro de cámara de La Serena, pero además soy académico de la Universidad de La Serena donde hago clases de guitarra eléctrica a los estudiantes de la Pedagogía en Música”.   

-¿Cuáles fueron los primeros pasos que te llevaron a la música como artista? 

“Mi mamá tocaba guitarra y creo que tocaba guitarra cuando estaba embarazada. Ella me enseñó la primera canción en guitarra que yo aprendí. Me regalaron una guitarra muy chiquito. Y fui aprendiendo solo. En parte me terminé dedicando a la música –es Ingeniero Civil Industrial titulado- porque en un principio aprendí mucho solo y encontré mis propias formas de hacer las cosas”. 

-¿Qué nos puedes decir de tus maestros, Raúl “Talo” Pinto, Jorge Triana (Cuba), Jack Body (Nueva Zelanda), entre otros. 

“Soy muy influenciable y los maestros tienen una influencia grande, pero yo aprendo de todos los músicos con los que toco, trato de estar siempre en una postura de aprendizaje. Creo que Talo Pinto es maestro de la mayoría de los músicos de la región. Él es una escuela y recién le dieron el premio regional de cultura y se le está dando un reconocimiento. En particular, el guitarrón lo aprendí con él. Jorge Triana es un gran músico cubano, arreglista principalmente, él estuvo una temporada acá en La Serena y en un verano hizo unos talleres de armonía moderna y técnicas en guitarra. 

"Viajé a Nueva Zelanda y allá tuve como maestros a Jack Body y John Psathas, ellos son mis más grandes maestros. Yo no separo lo musical de lo extramusical, lo humano y todo lo que eso conlleva.  A Body lo conocí en un taller para estudiantes de composición. Yo antes había escuchado su música y me había llamado profundamente la atención porque es especialista en composición multicultural. Es muy simpático, muy afable y con el tiempo supe que había formado a una generación de músicos allá incluyendo a grupos muy famosos. Como no me resultó una beca chilena para quedarme allá, él mismo me becó y me enseñó por tres meses. Y allí conocí, entre otros, a John Psathas, un compositor de origen griego de los más importantes hoy en Europa. También pude estudiar con él, me becó, para estudiar con él (porque le gustó mi música) por tres meses”.  

-¿De qué tipo de música estamos hablando? ¿Popular, docta o de otra categoría? 

“No sé. Creo que el auditor debe dar esa explicación. No sé si estoy facultado para decir eso. Es una música que escapa a las casillas, a los límites, eso es lo que yo trato de hacer. Son obras de autor, composiciones. Algunas son canciones como las que se hacen con Los Changos y otras son instrumentales. Yo trabajo con músicos de varios mundos. Con mis maestros estudié música de cámara principalmente. Compongo para cuerdas, para percusión, piano, en realidad para cualquier instrumento. Y tengo una formación bien larga tocando jazz. Toqué mucho tiempo en el Club de jazz de Coquimbo, y tengo eso de la improvisación. Y a la vez tengo mucho interés en lo que uno siente propio, lo que tiene que ver con lo patrimonial, con la música que es de este territorio que ahora se llama Chile, que puede ser algo precolombino y pasa al canto a lo humano con guitarrón chileno. Y está la cueca y la anticueca y todo lo de Violeta Parra”. 

-¿Es importante entonces evitar la dicotomía entre lo popular y lo clásico? 

“Sí, es importante que los creadores sean honestos consigo mismos. Sentir la libertad de responder a esa honestidad hace que tu obra tenga un valor más significativo, no solo para uno sino por la naturaleza del oficio, porque permite también reflejar lo que está pasando en el exterior”. 

-¿Por qué te capacitaste en  gestión cultural? 

“Porque era el paso natural de la ingeniería hacia la cultura, fueron los caminos de la vida los que terminaron llevándome a dedicarme solo a la música. Organizo mis propios proyectos y también participo de proyectos de otras personas prestando servicios particulares, como músico o como productor, ayudando a otros creativos.  Y en ese trabajo uno también puede aportar en la gestión. La suma de todas las partes hace que las actividades culturales sean significativas para las personas. Es importante la gestión, los grandes músicos son también muy gestores de su obra”. 

-¿Qué nos puedes decir de tu participación en el grupo de rock de raíz folclórica Los Changos, y de los discos que han hecho juntos?

“Los Changos son muy importantes, somos muy amigos, somos una familia, nos tenemos un cariño muy grande. Con ellos y con los amigos que gustan de nuestra música somos una familia mucho más grande. Me formé con Los Changos, componiendo con ellos. En 2006 pudimos canalizar nuestras inquietudes para hacer una música que nos representara en lo territorial. En esos años éramos jóvenes universitarios y estaba el rock y las bandas del rock eran nuestro círculo, pero nos cayó la teja con una canción que hablaba de estar en el mar, con los pies en el agua, como podría haberlo vivido un chango aborigen. Habla de la relación con el mar: como sustento, fuente de diversión, de contemplación de esta inmensidad absoluta. Nos dimos cuenta de la fuerza que tenía sentirse parte de un territorio natural, con una identidad. 

"Espacio y tiempo (2010) fue la evolución de ese primer disco, pasa por las estaciones del año, parte con la llegada de la primavera, luego músicas muy veraniegas y después las otoñales y termina con el invierno, el temporal y mira el sol, es un disco cíclico. Este fue mi primer disco producido totalmente por mí, fue mucho trabajo, de varios años y avanzamos en lo compositivo en las capacidades expresivas”. 

-A comienzos del 2012 compusiste el disco Antijazz. ¿Cómo lo describirías? 

“Este es sin Los Changos. Fue como mi vuelta al jazz. Antes de Los Changos me gustaban mucho las anticuecas de Violeta Parra, las aprendía y las tocaba y soñaba pensando en cómo sonaría esa música si tuviera batería y una parte de improvisación y así nació el Antijazz. Los temas están todos en seis octavos que es la métrica de la cueca, pero con un lenguaje armónico más elaborado, más complejo. Y la instrumentación es de un grupo de jazz: viola, violín, guitarra eléctrica, bajo y batería y además, aerófanos diaguitas. Y se dieron las circunstancias de grabar en vivo en los observatorios astronómicos de la región en la punta de un cerro mirando las estrellas”. 

-¿Hay otro disco del cual no tengo referencias?

“Otro es Micro clima, paralelo a Espacio y tiempo (2010) que grabé con un amigo Claudio Pérez, que es de Valparaíso y ahora es muy famoso. Con él nos juntábamos a improvisar y tocábamos sin decirnos nada. Y grabamos un disco en vivo con cinco improvisaciones en el bar Ritual de Valparaíso, es un disco que está en versión digital. Y mi último disco es Very Chilean”.  

- Háblanos de tu participación como músico y compositor en “El Último Weichafe”. 

“Es una obra que se trabajó en un proyecto FONDART (2015) con mucho arte visual, danza, teatro y música en vivo. Se basa en la novela gráfica “El último weichafe” del ilustrador Jorge Chávez. Hicimos seis funciones en Coquimbo, La Serena y Ovalle con mucho público. Es una obra muy bonita y yo hice la música con Jorge. Fue un trabajo sin falencias por ningún lado”. 

- Y ¿qué nos puedes decir del Ensamble Terral del Elqui?  

“Es un grupo con una formación móvil, ahora es un sexteto. El original era un cuarteto de cuerdas, pero ahora está integrado por Paulina Elgueta (violín), Jorge Aguirre (chelo), Gonzalo Escuti (violín), Polyana Brehmer (violín y viola) y también el gran José Luis Urquieta (oboe) y yo (guitarra eléctrica). Es una instancia para música de cámara, con música más clásica y también con música de autor y un poco más territorial con composiciones mías y de otros autores”. 

-¿Qué significó para ti haber recibido el Primer Premio del Concurso Luis Advis 2014 (Raíz Folclórica)?

“Fue vital porque estaba pasando por un momento difícil y me abrió la posibilidad de hacer una obra que quería componer hacía tiempo. Ganarlo fue sorpresivo porque todas las obras eran muy buenas. Fue muy grato porque al mismo tiempo, mi amigo Alfonso Godoy, compositor y miembro de Los Changos, también fue finalista. Y en lo laboral fue también importante porque es difícil para los músicos de provincia tener una valoración. Y con el premio se validó mi trabajo. Y me sentí y me sigo sintiendo parte de una energía creativa poderosa y diversa que hay en la región. Mi música se catapultó a un nivel nacional y eso es importante. Hay algo anímico también, es bueno sentirse bien con lo que uno hace y que eso te dé un poco de caricia”. 

-Tú haces clases en la universidad, visitas colegios, participas en diversos grupos y proyectos, pero siempre tienes un pie en la tierra, no eres un creador aislado, tienes una preocupación social, por tu entorno...

“Para mí sentirse parte de una comunidad o de una vecindad es lo más importante. Me considero un creativo que crea más a partir de lo que ve afuera que del mundo interior, el mundo interior siempre está, pero está en contacto con todos, usar el transporte público, caminar y llegar a lugares distantes. Y también manifestarse, un artista tiene que conocer mucho más que su propio oficio, hay que estar presente en el mundo".

"Somos una sociedad y todos los objetos que usamos son fruto del trabajo de muchas personas diferentes. Nos necesitamos los unos a los otros y por eso el tema Dominga (proyecto minero en la costa de La Higuera) fue fundamental. Fue muy bonito el día del rechazo para recuperar las esperanzas ciudadanas de que las autoridades están conectadas con lo que piensa la gran mayoría. El desarrollo tiene que ver con las personas y no con lo material. En un país desarrollado jamás se pondría un proyecto de esta naturaleza en una reserva natural”.  

 

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