Carlos Scotto Lemiña es cordobés, Nora Hernaez Roses, es mendocina. Ambos son conocidos en el ámbito cultural por el pseudónimo "Carlos Nora", ellos viven entregados a la pasión por la poesía, y más aún, por la cultura en todas sus manifestaciones.
Carlos y Nora se iniciaron en el mundo de las letras escribiendo libretos y animando programas en la principal radio cordobesa, recorrieron Sudamérica y algunos países europeos, hasta que la comezón viajera les hizo venir a Chile. Su primera escala fue en Punta Arenas, donde se incorporaron rápidamente a la actividad intelectual.
Más tarde llegaron hasta Temuco, donde fueron contratados por la radio local, crearon el programa “Generación Rock” y debido a su éxito produjeron el primer festival rock con participación de todos los grupos y solistas de la región.
Ninguna estadía en un lugar era definitiva hasta que el 29 de marzo de 1989 se anclaron en Coquimbo, que marca el fin de su peregrinar. Desde entonces han sido miembros activos de diversas organizaciones culturales.
Ambos se reconocen como fieles representantes de la cultura porteña, “absolutamente todo lo que hacemos es por Coquimbo, representarlo en distintos lugares y en el mundo a través de una decena de páginas de internet que tenemos, es algo que nos motiva profundamente”.
Sin embargo, no siempre encuentran reciprocidad, “Todos nuestros esfuerzos en darle impulso a la cultura chocan a veces con la desidia o la flojera de algunos, que quieren que le den todo servido”, comentan.
En la búsqueda de contactos a través de internet se han relacionado con intelectuales, escritores y poetas de otras latitudes. Producen encuentros literarios, recitales de poesía, obras de teatro, danza, exposiciones pictóricas.
Su producción poético-literaria está en los libros que se realizaron en papel y electrónicamente, bajo el sello del centro “Creaciones culturales Amistad. Entre su obra destacan “Metafísica de una esperanza”, “Abstracciones del camino”, “Cannabis mint”, “Sinónimos del mal”, entre varias otras.
Mientras transcurren los días de invierno, en el barrio alto de Coquimbo se encuentran en una casa construida a pulso, en cuyo interior se vive el arte y la cultura, expuestos en las paredes y en cada rincón.