Sus extensas llanuras cubiertas de nieve, sus pistas de esquí, o el popular Festival de la Nieve de esculturas de hielo en Sapporo, su capital, convierten a la isla japonesa de Hokkaido en un atractivo destino helado para los turistas procedentes del sudeste asiático u Oceanía.

La isla nipona de Hokkaido afrontó el año pasado un invierno especialmente caluroso pero las nevadas alcanzaron los seis metros y las temperaturas, doce grados bajo cero. Cuando comienza la temporada fría, esta urbe, que se encuentra a unas horas de vuelo de las capitales de Asia Pacífico, ha conseguido posicionarse como el destino de nieve elegido por los turistas de la zona.

 "La prefectura de Hokkaido tiene otro tipo de atracciones turísticas, si se la compara con otras ciudades japonesas como Tokio o Kioto", explicó a Efe Katsuhiro Akimoto, el alcalde de Sapporo, una localidad de casi dos millones de habitantes y con mayores cotas de nieve, su 'oro blanco', que San Petersburgo, Munich o Montreal.

 Por eso, turistas procedentes de latitudes más cálidas, como los australianos o los chinos, se desplazan hasta esta isla del norte de Japón para disfrutar de deportes de invierno como el esquí, el snowboard o el patinaje sobre hielo.

 

ACOGERÁ LOS JUEGOS  DE INVIERNO ASIÁTICOS

 El aeropuerto de la isla, Chitose, es la principal entrada de visitantes, pero desde el pasado marzo, el shinkansen (tren bala japonés) conecta por primera vez a la capital de Japón con Hokkaido, prefectura que sólo visita el 10 por ciento del total de turistas que recibe Japón (casi 20 millones en 2015).

 "Los visitantes de las zonas más cálidas de Asia vienen a Sapporo para ver la nieve cayendo del cielo, una imagen que no pueden contemplar en sus países de origen", explicó Akimoto.

 En su intento de posicionarse como los 'Alpes de Asia', Sapporo acogerá por tercera vez los Juegos de Invierno Asiáticos, que se celebrarán en 2017 y en los que está previsto que participen 1.500 atletas dedicados a deportes invernales procedentes de una treintena de países de la región.

 Además, la capital de Hokkaido se ha postulado para ser de nuevo la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 tras haber acogido esta competición deportiva en su edición de 1972, un extremo que decidirá el Comité Olímpico Internacional (COI) en el año 2019.

 Entre sus atracciones turísticas relacionadas con la nieve, Sapporo posee el estadio de saltos de esquí Okurayama, una impresionante pista de 133 metros de altura que se ha convertido en un mirador con una vista panorámica sobre la ciudad chata y plagada de tejados cubiertos de nieve en los meses de invierno.

 Sin embargo, el principal acontecimiento turístico de Hokkaido es el Festival de Nieve de Sapporo, gracias al que durante una semana al año se exhiben centenares de esculturas de hielo en un céntrico bulevar de la ciudad.

 Miles de toneladas de nieve, unos beneficios de más de 40.000 millones de yenes (alrededor de 358 millones de dólares) para la región y dos millones de turistas por edición, han hecho de este festival el gran acontecimiento del largo invierno de la isla.

 Desde 1950 la capital de Hokkaido acoge gélidas y gigantescas esculturas de hielo y nieve  que son demolidas al término del Festival, un tradicional espectáculo que atrae a unos 100.000 turistas extranjeros, principalmente de Taiwan y China.

 

UN CUARTO DE LA SUPERFICIE DE JAPÓN

 En esta isla helada, en la que la nieve se presenta a medio camino entre la virtud y el defecto, el mantra repetido es "convertir la nieve en una ventaja", una idea que al margen del ámbito turístico los oriundos extrapolan a otros sectores, como el agrícola.

 Hokkaido, que representa casi un cuarto de la superficie total de Japón, se ha convertido en el 'huerto' y la 'despensa' del país asiático, al que surte de verduras, frutas y productos lácteos.

 En concreto, produce el 90 por ciento de legumbres, el 65 por ciento de trigo, el 78 por ciento de la patata, o el total de la remolacha cultivados en Japón y el 52 por ciento de la leche nipona.

 Sus particulares circunstancia climatológicas, con largas horas de exposición al sol y una amplia diferencia entre la temperatura máxima y mínima, favorecen el cultivo en Hokkaido, convertida en la granja japonesa gracias a sus extensas zonas cultivables.

 En el corazón agrario de Japón, donde la temperatura puede ser extrema -la mínima registrada es de 41 grados bajo cero en 1902-, incluso se atreven a cultivar frutos tropicales como los mangos.

Los mangos con denominación de origen de Tokachi (área al este de Hokkaido) alcanzan en el mercado nipón los 50.000 yenes (unos 388 euros) y la producción anual, con vistas a incrementarse en el futuro, es de unos 2.300 piezas.

 Gracias a una compleja obra de ingeniería agrícola, el propietario de una de las dos plantaciones de mangos de la isla, Hiroyuki Nakagawa, puso en marcha en 2014 su "sueño" de plantar mangos en su tierra natal pese a las gélidas temperaturas y las copiosas nevadas.

 El negocio de cultivar una de las frutas tropicales por excelencia en condiciones extremas y vender el producto en Navidad, cuando está más cotizado, funciona: "En cada cosecha agotamos las existencias, no tenemos excedente. De hecho, no producimos suficientes mangos", explicó a Efe Nakagawa.

 Tras el éxito de los mangos con sello 'Sol en la nieve', su marca, el emprendedor estudia cultivar otras frutas como la piña o el melocotón para convertir a Tokachi en el "centro de producción de frutas tropicales de Japón".

 Debido a su tradición rural, esta zona de Hokkaido es el lugar de origen de la raza de caballos Banei, un equino que puede alcanzar un peso de más de una tonelada y que históricamente fue usado en labores agrícolas.

 Tras la introducción de la maquinaria a gran escala en el sector agrícola, los Banei son usados hoy en las particulares carreras de caballos de Hokkaido, un espectáculo que convoca a 260.000 espectadores y en el que los animales miden su fuerza arrastrando un trineo sobre el que se encuentra el jinete.

 La apuesta es legal en este tipo de competición, que ya tiene lugar únicamente en el hipódromo de la localidad de Obihiro (este de Hokkaido) pese a la popularidad que alcanzaron en el siglo pasado tras surgir como una manera de testar la fuerza de un caballo frente al del vecino.

 Una tradición que se extingue paulatinamente y que la afluencia de turistas que la gélida y agreste Hokkaido persigue hoy puede ayudar a salvar.

 

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