Hace más de tres meses que los tres integrantes de una familia colombiana iniciaron en la ciudad de Bogotá su travesía para alcanzar uno de sus más anhelados sueños, que es conocer el Parque Nacional Torres del Paine en la Región de Magallanes.
Alexandra López, Jaime Quinteros y su adolescente hija Alejandra ya han logrado avanzar miles de kilómetros dejando atrás diversas ciudades de Ecuador y Perú. Hasta ahora califican su experiencia muy enriquecedora y que afirman que nunca se imaginaron les traería tantas satisfacciones, sobre todo por la cantidad de personas que les han tendido una mano en su trayecto.
Hace unos días llegaron a la ciudad de La Serena, a bordo de su particular vehículo al que llaman “Pegaso”. Por ahora una vulcanizadora ubicada en la Ruta 5 Norte es su refugio, es un alto momentáneo esperando que el invierno pase y no sufrir las inclemencias del tiempo durante su viaje.
“En cada lugar que llegamos encontramos alguien que nos ayuda “, Jaime Quinteros, viajero colombiano
Para esta experiencia se prepararon durante tres años, en el 2016 lo habían intentado, pero diversos problemas económicos truncaron su proyecto. En su natal Bogotá trabajaban ambos adultos como fotógrafos de matrimonios, pero con el auge de las fotografías digitales y las cámaras de celular las oportunidades laborales empezaron a escasear, eso detonó que tomaran el impulso y se decidieran a retomar su idea de llegar al sur de Chile.
“Cuando estábamos en Colombia y estábamos en nuestro comedor almorzando, yo les decía apaguemos la televisión y miremos por la ventana para imaginarnos que podíamos ver las Torres del Paine, así soñábamos los tres con estar en ese hermoso lugar” señala Jaime Quinteros, el padre de familia.
Quinteros relata el porqué este afán de querer conocer las Torres , indicando que es uno de los siete destinos turísticos más importantes del mundo.
“Me sé todo de las Torres del Paine, he estudiado cada detalle a través de internet. He viajado virtualmente muchas veces a ese lugar, conozco los senderos y rutas turísticas que realizan”.
Los Quinteros López saben que es un gran desafío y que algunos no entienden bien su sueño, pero muchos más les entregan su apoyo.
“Teníamos escrito atrás de nuestro vehículo que nuestro destino era Torres del Paine y los camioneros nos tocan la bocina, alentándonos. Lo que sí nos extraña, que entre todos los chilenos que hemos conocido sólo dos han estado en ese destino, uno que trabajó en un hotel y otro que es oriundo de Puerto Natales que encontramos en Antofagasta. Sabemos que tienen en ese lugar muchos hoteles vip, pero nosotros no necesitamos eso”
Si bien son varias las dificultades que han sufrido en su ruta han podido salir adelante.
9.622 kilómetros de distancia existen entre la ciudad colombiana de Bogotá y las Torres del Paine.
“El combustible en Perú era muy caro, no teníamos planeado gastar tanto y nos descuadramos. En La Serena llegamos y nuestro resort son las Copec donde tenemos baños y agua, además de nuestros amigos camioneros que siempre nos dicen dónde están las zonas de descanso, dónde encontramos baños y servicios de ambulancias”, afirman.
Reconocen que el viaje les tomará tiempo porque se desplazan a 30 o 40 kilómetros por hora. Todos nos pasan cuando vamos en la ruta, incluso gente en bicicleta, pero nuestro objetivo es conocer”.
Otro factor que ha retrasado su viaje es la entrada del invierno y todos los inconvenientes que esta estación puede generar durante su travesía como el frío y la lluvia.
“Nos advirtieron sobre el invierno en el sur y no estamos preparados para el frío y la lluvia, en Colombia no tenemos esos cambios de estaciones. Nos toca quedarnos acá. Nos aparecieron dos ángeles que nos ayudaron y quiero trabajar acá en lo que sea. Ya en Arica estuve trabajando unos días en un taller de frenos, si bien era el asistente del asistente, no les fallé. Estamos disponibles y tenemos muchas ganas”
Alejandra a sus 15 años sabe que en este viaje debe seguir su etapa escolar por eso entró al Liceo Gabriela Mistral a cursar su tercero medio, mientras se mantengan en la capital regional.
“Llevo un día en el colegio y sobreviví, no fue tan complicado. El cambio de cultura y las palabras típicas me cuestan, pero con el correr de los días se va hacer más fácil”.
Su madre Alexandra dice a veces debe aterrizar las alocadas ideas de su marido.
“Me toca mucho aterrizarlo, el creció con esa idea de recorrer el mundo y d e alguna manera me la pegó. De primera no estaba muy de acuerdo con cambiar nuestra comodidad para terminar viviendo en un carro, pero acá estamos en viaje, lo que sí no queremos perjudicarla a nuestra hija en sus estudios, por eso estaremos un tiempo acá”
Los tres viajeros, que en su instagram se hacen llamar @tresvagabundos, afirman que los chilenos se han portado muy bien con ellos en todas las localidades que han pasado hasta ahora.
“Los chilenos son muy especiales, decidimos llamarlos las personas con el corazón de abuelitas, son muy generosos. Cuando entramos a Iquique paramos a hacer el desayuno en medio de la carretera y llegaron los carabineros y vieron que no teníamos agua y nos regalaron un bidón. Son todos muy amables y no entendemos cómo agradecerle. Otro ejemplo son doña Lucy y Jaime , que nos han facilitado un espacio en su negocio de vulcanización, nos invitaron almorzar y nos parecía un sueño porque hace tres meses que no nos sentábamos a una mesa y silla, ellos nos acaban de conocer y nos hicieron una invitación a su casa, eso no es normal”.
Tienen claro que sin su fiel “Pegaso” no contarían con todas las comodidades para realizar su largo paseo para cruzar toda Sudamérica .
“Vendimos nuestro antiguo automóvil y compramos este vehículo, en Colombia no existe venta de casas rodantes , así que tuvimos que adaptar lo durante tres años de forma artesanal. Uno con unas manivelas sube la alcobas, ellas, su mujer e hija, duermen arriba y dicen que es el mejor dormitorio del mundo”, dice Quinteros.
Saben que una vez cumplido su sueño de llegar a su destino seguirán recorriendo el país por la Carretera Austral.
“Queremos seguir y llegar a Caleta Tortel, que es un pueblo de pescadores, de ahí devolvernos a la Isla de Chiloé para llegar al puente de las Almas. No sólo es llegar, sino también disfrutarlo”, señalan los alegres integrantes de la familia viajera. 1201iR