• Mario Nuñez llegó con útiles de aseo y pan de pascua para los adultos mayores del Hogar Las Rosas.
  • Mario Nuñez preparó 80 regalos para dar a niños esta navidad en agradecimiento por el apoyo de sus padres.
  • Fresia Farías y Mario Núñez vivien "mas tranquilos" desde que fueron ayudados tras conocerse su caso en La Serena.
  • Hogar Las Rosas recibió la canasta navideña que Mario preparó en agradecimiento por la ayuda a Fresia.
Crédito fotografía: 
Juan Adaos
Mario Nuñez se hizo conocido por el caso que protagonizó junto a Fresia Farías, mujer con alzheimer que se convirtió en su copiloto mientras trabaja en una micro por no poder dejarla al cuidado de alguien más. Hoy cuenta como ha cambiado su vida.

Don Mario no deja de sorprender. El hombre se hizo conocido hace un año por el conmovedor caso que protagonizó junto su pareja y fiel compañera de vida, Fresia Farías, una mujer con alzhéimer que se convirtió en su copiloto, al tener que acomapañarlo cada día de trabajo al interior de una micro de recorrido La Serena – Coquimbo, debido a las nulas posibilidades de dejarla al cuidado de alguien más.

Fue en octubre de 2018 cuando un reportaje de El Día rescató la dura historia de estos  dos adultos mayores, que pusieron el rostro a una de las verdades más crueles de la sociedad chilena; el abandono de la población mayor y las dificultades para enfrentar una enfermedad tan cruel como aquella que ataca lo más preciado de toda persona que llega a esa edad, los recuerdos.

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Pero esta vez las andanzas de Mario Núñez son un poco más esperanzadoras. Dar a conocer su historia le trajo de todo: desde promesas incumplidas hasta el respeto y el apoyo de quienes lo rodean, pero lo más importante fue el ingreso de la señora Fresia en el Hogar Las Rosas, lo que les brindó la tranquilidad que tanto buscaban.

"Abrí los ojos bien abiertos y la reflexión fue amar al prójimo como a ti mismo. Así estoy, soy feliz. A ratos hasta me emociono, porque es tanta la satisfacción de dar que se me hincha el pecho, me siento otra persona", Mario Núñez, adulto mayor.

La vida les cambió en poco tiempo y ahora Mario busca retribuir todo lo que le han dado. Ahorró por cerca de un año -dinero que a los adultos mayores no les sobra- y este viernes fue a entregar a la fundación una donación de útiles de aseo, siempre necesarios en el hogar, y una abundante canasta navideña.

Pero no es todo, conversamos con él y nos comenta que además prepara unos 80 regalos de navidad y más de 60 bolsas de golosinas, para repartirlas entre los niños que usan el recorrido de su micro por el sector de La Cantera, en agradecimiento a la contención y el apoyo que recibió de parte de sus padres.

Se encuentra “satisfecho de la labor cumplida” y pese a que no esperaba que se hiciera público, cree que mostrarlo puede ser una buena motivación para el resto de la población. “Ojalá que sea una manera de incentivar a mucha gente (…) Es una tarea moral, porque si a uno le dan, también tiene que dar”, comenta.

Lecciones

Mario explica que avanzado los meses la sensación de todo lo que ha vivido es “dulce y agraz”. Por un lado, tiene la tranquilidad para trabajar mientras sabe que Fresia está bien cuidada, “con sus comidas y los medicamentos a la hora que corresponde”, pero por otro, ha debido enfrentar la soledad.

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No es la única pena que encara en los últimos meses, ya que en mayo murió su hija de 42 años de edad. “Ella tenía un retraso mental. Su madre había fallecido el año ’97 y yo quise traerla para que viviera conmigo, pero ella tenía su mundo allá, con sus tíos. Yo le pagaba una pensión y no tenía ningún problema. Le dio un  ataque epiléptico y estaba en posición invertida y se ahogó con las flemas”, lamenta.

Pero admite que estos dos hechos dolorosos lo han hecho reflexionar en no retener a las personas y buscar hacer el bien a los demás. “Si ella caía en la calle, nadie sabía de ella, entonces uno no puede ser egoísta en ese aspecto. Si ella se fue primero es por algo. Es lo mismo que pienso con doña Fresia ¿Quién la va a atender si no la atiendo yo, quién le va a dar ese cariño que le doy yo? Yo la amo mucho, ese amor está permanente y siempre estará”, señala.

80 regalos para niños de La Cantera y más de 60 bolsas de golosina compró Mario para esta navidad, después de haber ahorrado un año.

Sostiene que “fue una lección. Abrí los ojos bien abiertos y la reflexión fue amar al prójimo como a ti mismo. Así estoy, soy feliz. A ratos hasta me emociono, porque es tanta la satisfacción de dar que se me hincha el pecho, me siento otra persona cuando termino el día después de haber hecho esta labor. Me siento y pienso, ‘soy el hombre más feliz de la vida’”, señala.

“Dígame usted. Qué es más importante ¿tomarse una cerveza o darle algo que le sirva a una persona de la tercera edad? Yo sopesé esas cosas, las tiré en una balanza y yo creo que es más importante ayudar el prójimo que a uno mismo (…) No tengo amistades con las que salir, me dedico a trabajar y prefiero gastar la plata en ellos que en otra cosa, si al final la plata no me la voy a llevar a la tumba. Yo no tengo nada, absolutamente nada”, agrega.

El nuevo día a día

Estos meses sin Fresia en casa han cambiado su rutina. Se concentra principalmente en trabajar, pero se lo toma con calma. “A veces no trabajo, porque físicamente estoy cansado (…) El trabajo lo hago por inercia, no me complico. Si se sube un estudiante en un horario que no corresponde no me importa, me importa que yo esté tranquilo”, indica.

Todos los viernes a las 17 horas va a buscar a doña Fresia al Hogar y comparte con ella una hora. El sábado pasan todo el día juntos y la va a dejar e día domingo a las 9 de la mañana, para volver a trabajar.

Al llegar a casa come y descansa. Muchas veces se pone a pensar más de la cuenta, “ahí me siento, me fumo un cigarrillo y, como esta zona es de cielo claro, me pongo a mirar las estrellas, rodeado de mis plantas y después de eso me voy a acostar, con el cansancio del trabajo uno no se da ni cuenta, se queda dormido. Después de todo es otro día no más, hay que pasar algunas pocas rabias, pero he tratado de sobrellevar todo”, agrega.

"Todo ha sido dulce y agraz, porque cuando ella se fue para allá yo me quedé solo, pero puedo trabajar tranquilo, tiendo la seguridad de que ella tiene su alojamiento, sus comidas, medicamentos a sus horas y ya no esté estresada como cuando yo andaba con ella en la micro", Mario Núñez, adulto mayor.

En el terminal en el que trabaja ha plantado árboles. La jardinería es su pasión y le ha servido como terapia. “Tengo que regarlos ahora, porque si no los riego yo no los riega nadie. Los arbolitos dan sombra y ayudan a limpiar el aire. Yo lo entiendo así, mis colegas no, entonces lo hago yo (…) Es una terapia, son dos horas donde me dedico a eso y ni siquiera me preocupo del entorno donde estoy”, sostiene.

La navidad

Ya tienen planes para navidad. El martes 24 irá a buscarla al hogar y luego irán donde su hermano, “él tampoco bebe y estamos todos en familia, nos entretenemos”, señala. Se repartirán regalos y aprovechará de pasar el día con Fresia. “Mis hermanos la quieren mucho. No sé de dónde salió tanto cariño y eso que ella vive conmigo, no es ni mi mujer ante la ley. Pero eso no importa, lo importante es que estemos juntos, lo demás es un pelo de la cola”, señala.

Pero antes, siente el deber de cumplir su compromiso con los niños. “Todo el año les doy chocolates, cuando tengo. Es muy relativo todo, pero trato de cumplir con ello, que me quieran los niños, que me respeten y así han llegado a conocerme y respetarme”, explica. Cuenta que como no estuvo al lado de sus hijos cuando fue padre y no compartió con ellos, esto es para él “un compromiso personal, además como los papás de ellos son buenos conmigo, me quieren, me saludan, me respetan, mi mejor manera de devolverles ese cariño es hacerles un regalo a los niños”, sostiene.

Para este lunes Mario preparó algo especial, llenará su micro con todos  los regalos que preparó y se los dará a los niños que usan el recorrido. Hay de todo, pelotas, xilófonos, muñecas, peluches, mochilas y cascabeles para los más pequeños, lo único que pide a cambio es una sonrisa.

 

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