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Utilizando elementos naturales como plumas de aves de la zona y trozos de madera de árboles locales, el artista logra plasmar su arte tradicional

Artista plástico ovallino con más de una década de trayectoria, Patricio Olivares-Marín desde hace poco más de un año está probando con una técnica que aunque es muy antigua, es muy poco conocida y aplicada.

Se trata del Fumage, o técnica que utiliza el hollín, el fuego y el humo para registrar una imagen. En nuestra región muchos de los elementos del arte diaguita eran plasmados usando el hollín como pigmento. En el Monumento de Pichasca se muestra cómo utilizaban esta técnica dejando las manos marcadas con el tizne y otros pigmentos minerales o vegetales. 

Con esa práctica se trata también de acercar el fuego al papel o a la tela para ir marcando los trazos.

“Es como esculpir el humo para que te quede una obra de arte. El pelaje de los animales, y las plumas de las aves quedan muy bien con esta técnica. Yo luego voy mezclando con el residuo del café, usándolo como pigmento, y crea un contraste interesante. Es muy difícil, porque es muy frágil lo que se está pintando, si se mueve un poco donde no querías pierdes todo el trabajo hecho, porque no tienes posibilidades de corregirlo. Con otros materiales (carboncillo, oleo, grafito) puedes borrar el trazo o pintar sobre el que no quedó bien, pero con esta no”, señaló el artista.

Aplicó que se requiere mucha paciencia y precisión. Si se acerca mucho el fuego al papel o a la tela se corre el riesgo de tostarla o quemarla. Incluso factores externos como polvo o una mosca que camine por el diseño la puede arruinar.

“Yo llevo un año pintando con este sistema y todavía no puedo decir que la he dominado. Es muy distinta a otras prácticas pictóricas. Todos los días aprendo algo nuevo porque se trata mucho de ensayo y error. Por eso hay muy pocos artistas que la practican. Hasta ahora no he descubierto a otro artista chileno que ocupe este sistema. En otros países se pueden conseguir, pero no es común”, aseguró Olivares-Marín.

Tradición

Indicó que como descendiente del pueblo diaguita, siempre se interesó mucho el tema del arte rupestre.

“Mi papá que es criancero me contaba que utilizaban el tizne de las ollas para protegerse la piel cuando practicaban la trashumancia en la cordillera. Se pintaban con hollín la nariz para así protegerse la vista, para que el blanco intenso de la nieve no les afectara”.

Como práctica arte destaca que hay que tener una conexión muy profunda con los materiales. “Al ir pintando te hace tomar conciencia de ti mismo, de tu tiempo, tienes que tener mucha concentración, mucha meditación. Te demuestra lo delicado que es la vida de uno mismo”.

Catalogó a sus obras de fuego y humo como Pintura Vivencialista. “Esto porque son inspiradas en sucesos cotidianos de la vida, con sus luces y sombras, con sus alegrías y tristezas, reflejo de lo más íntimo y profundo del ser humano, y representación de animales que figurativamente pueden representar lo más etéreo del ser, como la libertad y la paz”.

Se puede encontrar en diferentes redes sociales como Diaguita Arte y espera que se den las condiciones sanitarias para proponer una exposición abierta al público.

 

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