El oficialismo y la oposición acordaron, haciendo gala de su preocupación por los destinos del país, aumentar las barreras para que partidos políticos emergentes puedan constituirse y subsistir.

Al respecto cabe poner en relieve la notable voluntad existente en los partidos tradicionales, no para avanzar en materia de probidad u otra de interés público, pero si para aumentar barreras que dificultan el surgimiento de nuevas fuerzas políticas en el Chile actual.

El Partido Progresista, Revolución Democrática, el Partido Liberal, entre otros, sin un financiamiento significativo, sin el apoyo de ningún grupo de poder, constituyen una opción legítima que requiere de espacio para ofrecerle al país un proyecto de sociedad. Pero, al parecer, justamente es esto lo que pone incomodo a los partidos tradicionales, quienes concertan para controlar a toda costa la oferta política existente.

Por tanto, haciendo uso analógico de los recientes casos de colusión, es preciso decir que ésta no es una práctica privativa de las grandes empresas para obtener beneficios mediante acuerdos entre cuatro paredes, sino también es parte de la forma de hacer política que debemos y necesitamos erradicar.

Erradicar, porque tal cual en las sombras se coluden para subir precios, lo hacen también para excluir a nuevos actores.

Finalmente los más perjudicados son los ciudadanos, quienes estarán obligados una vez más a elegir entre “los mismos de siempre” y la democracia, que se debilita cada vez que se acuerdan este tipo de maniobras. No obstante, así como E. Matte hoy es duramente juzgado por la opinión pública, no me cabe duda que si no enmiendan el rumbo y se comprometen a configurar una democracia que de espacios a todos, será la historia la que se encargará de hacerlo con los partidos que no estuvieron a la altura de los desafíos de nuestra democracia. Por nuestra parte, no desistiremos en la construcción de un mejor país, no claudicaremos en nuestro trabajo por recomponer las confianzas y por resignificar la política como la actividad ciudadana necesaria para materializar los anhelos de las grandes mayorías. El tiempo se encargará del resto.

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