Imagine esta situación. Un grupo de apoderados tratando de acordar un regalo de fin de año para el profesor jefe. Un padre levanta la mano y propone una muñeca inflable. Muy probablemente, diversas asistentes rechazarían la idea encontrándola de mal gusto. Algunos señalarían que podría afectar la imagen del colegio. Otros dirían que es un exceso de confianza, inapropiado para un profesor.¿Por qué nada de esto ocurrió en ASEXMA? ¿Cómo es que buena parte de la élite empresarial del país toma una decisión tan desafortunada? ¿Por qué un acto tan grotesco genera risas en lugar de repudio?Lamentablemente, la objetivación de la mujer es parte de un patrón cultural muy arraigado. La supuesta broma implicaba que se necesitaba estimular la economía en la persona del ministro Céspedes. ¿Y es que no se puede estimular algo o alguien de otra forma, sino usando a la mujer?Lo ocurrido tiene que ver, además, con la falta de mujeres en los principales cargos del ámbito productivo. Si bien se dice que había integrantes femeninas en el “comité creativo” que decidió los regalos, ellas son un porcentaje menor. Es muy probable que ante una audiencia paritaria esta idea nunca se hubiera concretado.Una razón más para reiterar que la inserción de la mujer, en todos los ámbitos y esferas de nuestra sociedad, en la proporción que corresponde, es fundamental para avanzar más decididamente en terminar con estas visiones.El asunto es también un desacierto cívico. El humor es una faceta importante y grata de la vida, pero debe encontrar la oportunidad y lugar adecuado. La horizontalidad y cercanía de las autoridades con las organizaciones y ciudadanos es un objetivo deseable, pero también es importante el respeto.       En resumen, una situación bochornosa y lamentable porque insiste en una visión de la mujer absolutamente distorsionada, como objeto sexual, que debemos erradicar y, además, porque rompe una esfera de mínima formalidad y decoro imprescindible, tanto en las relaciones interpersonales como institucionales. 

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