En materia de sustentabilidad, el mayor problema parece ser nuestra forma de pensar. De hecho, se estima que el calentamiento global y otros temas medioambientales, sociales y económicos no pueden ser resueltos sólo mediante tecnologías o políticas más eficientes.  Por el contrario, se necesitan cambios transformacionales en la forma de pensar y de analizar e interpretar la realidad. Pero, ¿qué significa pensar de manera sustentable? Dicho en forma simple, significa dejar atrás la mente estrecha y dar paso a una mente más abierta al cambio. Analógicamente, cuando pedimos prestado algo de valor a un amigo, muchos nos aseguramos que dicho objeto no sufra daños y sea devuelto tal cual lo recibimos, ¿verdad? Llevada esta analogía al medioambiente, los seres humanos tomamos prestado los recursos sólo temporalmente de la naturaleza, los transformamos en bienes y servicios y luego los retornamos al ambiente natural mediante un proceso circular y continuo. Esta perspectiva nos entrega una visión general de lo que se entiende por pensamiento sustentable. Ahora bien, podríamos decir que el pensamiento sustentable es la capacidad de involucrarnos, de manera efectiva, en los desafíos sociales, medioambientales y económicos del mundo contemporáneo. Esto incluye, por ejemplo, cambio climático, alimentación, agua, seguridad, derechos humanos y salud ocupacional (enfoque biopsicosocial). Por cierto, cuando pensamos de manera sustentable, necesitamos incluir la dimensión social, medioambiental y económica de la sustentabilidad. En realidad, lo anterior es el núcleo del pensamiento sustentable, vale decir, debemos verificar que en nuestras interacciones siempre estén presentes múltiples factores. Adicionalmente, el pensamiento sustentable supone responsabilizarnos de lo que ocurrirá en el futuro, como producto de nuestras decisiones presentes, cautelando y actuando sobre la tridimensionalidad de la sustentabilidad. Pero, ¿cómo se modifica la forma de pensar? Básicamente, mediante un estilo de liderazgo transformacional y desde el pensamiento sistémico, considerando en todas nuestras decisiones el valor del capital humano. Aquí el rol del líder (no del jefe), como un modelo a seguir, es fundamental. En definitiva, más que declarar la sustentabilidad como un principio institucional rimbombante o de moda, la clave está en el “llamamiento a la acción”. Lamentablemente, en varias organizaciones chilenas, aún es común encontrar declaraciones relacionadas con la sustentabilidad, para así posicionarse con un mensaje de sustentabilidad, que en realidad no se refleja ni en acciones concretas de cambio profundo en la cultura organizacional, ni menos en las malas prácticas que riñen con el principio ético de la sustentabilidad. Sólo basta con observar los ambientes laborales de muchas organizaciones, con y sin fines de lucro, para percatarse de que tenemos un largo camino de aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje en este decisivo paradigma que llamamos sustentabilidad.

En esta cosmovisión, podemos concebir a la sustentabilidad como una nueva forma de pensar. Algo así como un cambio de switch. En esta línea, un elemento clave de este viaje implica infundir la sustentabilidad en la cultura organizacional. Como sabemos, la cultura organizacional guía las decisiones de todos los miembros de una organización. En efecto, las interrogantes "¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo hacemos?" son recurrentes para entender la cultura de cualquier organización. Desde esta perspectiva, podemos decir que una cultura de sustentabilidad es aquella en la cual todos los miembros de una organización comparten ya no sólo una misma visión, sino también los mismos estilos de trabajo y creencias sobre la importancia de equilibrar la eficiencia económica con la rendición de cuenta social y medioambiental. En este sentido, no estamos hablando de cualquier cambio cultural, más precisamnte, se trata de una iniciativa de cambio profundo. Al respecto, la literatura sobre cambio organizacional es abundante y las lecciones aprendidas son muchas. De hecho, parte de este aprendizaje podrá servir como insumo inicial para comprender el concepto sustentabildad. Sin embargo, el cambio cultural que exige la sustentabilidad impone desafíos únicos, ya que este nuevo paradigma es parte de una agenda societal más amplia que va más allá de la organización. Todavía más, la iniciativa de cambio pro sustentabilidad puede ser motivada por fuerzas externas, que genéricamente denominamos ‘corriente principal’. Pero, en otros casos, puede ser motivada internamente. Por ejemplo, el cambio podría ser iniciado por algún miembro de la organización, movido por “hacer las cosas, de manera sustentable”, considerando siempre las dimensiones social, medioambiental y económica, en su conjunto.

A continuación, comparto algunas estrategias pro sustentabilidad:

  • Entrenar a los tomadores de decisiones en un estilo de gestión sustentable con la misión, valores y objetivos de la organización;
  • Abrir espacios para compartir experiencias y lecciones aprendidas;
  • Evaluar si todos los miembros de la organización manejan el mismo significado y alance de la sustentabilidad;
  • Realizar un análisis crítico de quienes son los socios estratégicos (stakeholders) de la organización en materia de sustentabilidad;
  • Fomentar las discusiones y negociaciones sobre métricas, de manera de aclarar la comprensión colectiva de metas y prioridades relacionadas con la sustentabilidad;
  • Evaluar las fortalezas y debilidades de la organización, desde el paradigma de la gestión sustentable;
  • Incluir métricas de sustentabilidad en la evaluación de desempeño de los colaboradores;
  • Reconocer el buen desempeño y el compromiso de los colaboradores, en instancias públicas; y
  • Rediseñar el sistema de promociones, aumento de sueldo, bonos y beneficios para reconocer el desempeño sustentable, entre otras.

En síntesis, en Chile tenemos mucho por aprender en términos de métricas y mejores prácticas (benchmarks) en esta nueva área que parece estar instalándose como el gran cambio paradigmático de este siglo.

 

 

Autor

Imagen de Fernando Vera
Doctor en Ciencias de la Educación c/m en Evaluación y Acreditación; Licenciado en Educación; Profesor de Inglés; Master en Educación c/m en Administración y Gestión Educacional; Master en Educación c/m en Currículum y Evaluación; DEA en Educación; Especialista CALL; Diplomado en Aprendizaje Profundo; Diplomado en Liderazgo Educacional; Certificado en Aprender a Aprender y Certificado en Pensamiento Crítico. Cuenta con pasantías en Zhejiang Gongshang University (ZJSU), China y en Edusoft, Israel. Actualmente, se encuentra trabajando en el desarrollo e infusión de competencias blandas para el desarrollo inclusivo y sostenible, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Adicionalmente, es miembro de diversas comunidades académicas internacionales, tales como, American Association for Advancement of Sustainability in Higher Education (AASHE), USA, RIED OEA, The Foundation for Critical Thinking, USA, TEFL Asia y, a nivel nacional, Asociación Chilena de Investigadores en Educación (ACHiE) y Red de Campus Sustentable (RCS). Me he especializado en Gestión de sostenibilidad corporativa en PUCV.

 

 

 

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