La actitud, contenido y fuerza del discurso de la Cuenta Pública de la Presidenta de la República ha sido más que valorable. No alcanzan los caracteres de una columna de opinión para dar cuenta de lo mucho que se ha avanzado en tan poco tiempo y  pese a resultar tentador, detenerse a reflexionar y comentar cada uno de los avances. Bien podría ello significar desatender el trasfondo del profundo mensaje de sus palabras. La Presidenta le habló a la nación con honestidad, responsabilidad y valentía. Fue capaz de reconocer las equivocaciones, poner en relieve los logros y asumir en propiedad, el liderazgo que la ha llevado a ser dos veces mandataria de un clamor de esperanza. No ha pasado desapercibido su llamado a trabajar mediante la unidad de los chilenos/as, y muy particularmente, a la unidad en la acción y lealtad de quienes creen en un Chile distinto.Esa actitud es la que debiéramos recoger muchos/as de los demócratas y progresistas que por latos periodos hemos buscado consolidar una sociedad de iguales oportunidades y más justa. Es que quienes nos sentimos orgullosos del proceso de transformaciones que Chile ha impulsado desde el 2014, y que se inspiran en una sociedad de derechos que privilegia la justicia social y la solidaridad por sobre el individualismo, debemos fortalecernos en la unidad para proyectar desde la institucionalidad  aspectos que inician el proceso de cambio social. Unidad en aquellos aspectos expresados en un sólido pliego de materializaciones que apuntan a terminar con la desigualdad: educación con equidad y calidad; probidad y transparencia en la política, los negocios y en todos los aspectos del quehacer público y privado; acceso oportuno y de calidad a la salud, la vivienda y la infraestructura; desarrollo y crecimiento económico con sustentabilidad; derechos esenciales de las personas que rescaten y valoren su diversidad  e identidad cultural.Lealtad, valor esencial tan necesario y lejano por estos días, que implica ser consecuente con el compromiso público de concretar el mandato ciudadano expresado en el programa de gobierno, validado por los mecanismos democráticos establecidos. Chile necesita de este impulso de coherencia y responsabilidad, la Cuenta Pública no es sólo una formalidad, es la posibilidad cierta de constatación de que nuestro país está cambiando para ser mejor. 

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