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Más de tres horas estuvo retenido en la comisaría de Carabineros, luego de que un sujeto molesto con una noticia inventara haber sido amenazado por el profesional. Sin pruebas y criterio alguno, el uniformado zanjó la situación aprehendiendo al periodista. El hecho sienta un preocupante precedente para el libre ejercicio del periodismo.

Por no estar de acuerdo con una nota publicada en El Ovallino -que pese a que no entregaba nombres, un sujeto consideró que se referían a él- la persona en cuestión llegó a la oficina del diario y exigió que se borrara el artículo de los registros.

El editor le indicó que se podría tomar su declaración y posición en los hechos denunciados, pero se negó y poco a poco fue elevando el tono y emitiendo insultos, al punto incluso de llegar a amenazas como “esto se resuelve por las buenas o por las malas”.

Al menos una hora estuvo el sujeto en la oficina con una actitud agresiva y molesta, y siempre se le explicó que las puertas estaban abiertas para tomar su declaración, a él o a alguien que hablara en su nombre, lo que nunca aceptó.

No obstante, el individuo decidió llamar a Carabineros por considerar que “alguien debía hacer algo”, por la noticia publicada. Una vez que llegaron los uniformados, la persona explicó el problema que quería solventar, a lo que el carabinero a cargo del procedimiento respondió que se trataba de una situación que podía solucionar a través de una demanda particular.

Esta situación se extendió por varios minutos, en los que el hombre insistía en su posición y el policía le indicaba nuevamente cuál debía ser el proceder.

Fue entonces cuando el editor del diario le consultó al funcionario cómo podría obtener una prohibición de acercamiento de la persona, dado su agresivo estado, y es cuando el sujeto en cuestión dice que ahora quiere denunciar una supuesta amenaza de agresión por parte del periodista.

Incluso, el uniformado, extrañado, le preguntó de qué tipo de amenaza se trataba, y el individuo decía que por la manera de hablar y expresarse. 

Insistiendo, el sujeto dijo que el periodista le habría ofrecido golpes, lo que obviamente, nunca ocurrió.

Ante ello, el carabinero indicó que tenía que tomar la denuncia y que por ello se tenía que llevar detenido al periodista, a quien le leyeron sus derechos y lo trasladaron esposado hasta la Tercera Comisaría de Ovalle.

Tras informar al fiscal de turno, y tomar la declaración al “agredido”, se le notificó al editor, luego de varias horas en la comisaría, que quedaría en libertad, pero apercibido según el artículo 26, a la espera de una citación.



¿Qué pasa con el rol de los medios? 



Como empresa y medio de comunicación con más de 30 años de labores periodísticas, consideramos insólita la situación, pues más allá de un procedimiento que a todas luces no iba por ningún camino, nunca había sucedido que se detuviera a un periodista y editor sin una base firme, con argumentos salidos en el último minuto.

A pesar de que el mismo funcionario pudo ver los niveles de agresión y calma de cada uno de los intervinientes, igual se procedió a la detención del periodista, pese a contar con registros audiovisuales que constataban exactamente lo contrario a lo acusado.

Como medio de comunicación consideramos que la situación sienta un preocupante precedente al rol de los medios de comunicación y al ejercicio del periodismo, consagrado por ley.

Aunque se solicitó a Carabineros una explicación sobre la inusual detención al editor de El Ovallino, desde la institución apenas se limitaron a detallar que el suceso respondía a una “denuncia por amenazas”.

 

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