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La ambición de los clanes por ir ganando terreno en diversos sectores de la conurbación ha tenido como consecuencia un crecimiento en su posesión de armamento, drogas y un alarmante poder en las poblaciones, lo que mantiene en alerta a la Brigada Antinarcóticos de La Serena. Esto, porque las redes de contacto y organización son cada vez más extensas, complejas y sofisticadas.

Una serie de hechos de sangre en los últimos meses han dejado en evidencia que la conurbación La Serena-Coquimbo ya no es igual que hace algunos años, donde si bien se producían sucesos que cada cierto tiempo nos conmocionaban, en la actualidad estos se están haciendo cada vez más recurrentes.

En efecto, en las principales ciudades de la región se están produciendo una serie de enfrentamientos que nos recuerdan la existencia de las denominadas “guerras de bandas”, donde se han producido quitadas de drogas y una serie de acciones vengativas de parte de quienes se han sentido perjudicados o despojados de algo que están seguros - o creen- les pertenece.

Sólo para recordar, el pasado 4 de diciembre en el sector de La Varilla, fue encontrado el cuerpo sin vida de una persona de mediana edad, con ocho impactos de bala. Al día siguiente, en el Fundo Islón, nuevamente se produjo un homicidio al interior de una vivienda, donde una persona fue encontrada amarrada y con signos de haber sido quemado.

Y por cierto, tampoco se puede dejar de lado el hecho ocurrido el pasado 9 de enero, en el pueblo de Islón, donde una riña terminó con un fallecido producto de heridas cortopunzantes. Este hecho, según la PDI, finalmente está relacionado con un ajuste de cuentas entre “familias rivales”, y que en medio de las investigaciones, terminó por desbaratar un foco de armas y narcotráfico.

¿Qué hay detrás de estos actos por venganza? ¿Cómo está trabajando la policía para intentar dar con el hilo conductor que necesariamente lleva a la violencia y la venganza?

 

Las nuevas formas

El comisario Alfonso Salazar, subjefe de la Brigada Antinarcóticos y contra el Crimen Organizado de La Serena, quien asumió hace dos meses este desafío, asegura que los delitos relacionados con la ley de drogas tienen una delgada línea con el uso de diferentes armamentos y con otra amplia gama de hechos reñidos con la ley. “Hoy, tenemos una disfunción social de quienes consumen y de quienes se toman barrios para poder llevar adelante su accionar delictivo. Eso, llevado a un contexto local, está dado dentro de diferentes estructuras de funcionamiento”, subrayó.

Recalcó que existe una cadena evolutiva en el delito y la criminalidad, donde la región de Coquimbo no es la excepción. “El narcotráfico intenta posicionarse de manera permanente en el tiempo para proveer sustancias, superando no sólo la esfera barrial, sino abarcando otros sectores. La ambición por escalar delictivamente  de personas, bandas u organizaciones criminales genera mayores alcances delictivos, implementando redes de seguridad para así manejar el negocio a mayor escala. De hecho, lo constatamos en una investigación donde queda de manifiesto una estructura criminal  dedicada a la producción, cultivo y posterior distribución de cannabis en la región, que tenía toda una estructura y una dinámica delictiva con roles definidos, donde incluso un extranjero daba cobertura de seguridad para efectos del transporte de la droga hasta la Región Metropolitana”, detalló.

En ese contexto, destacó que “existen bandas que se concertan para delinquir, y que por medio de la demostración de fuerza están intentando ganar territorio mediante quitadas de drogas para poder despotenciar a bandas rivales, donde se termina acabando con la vida de personas, en forma directa e indirecta”.

La Brigada Antinarcóticos también tiene como misión enfrentar delitos relacionados con la Ley de Armas. En ese contexto, mencionó la situación ocurrida en el pueblo de Islón hace un par de días, donde se pudo finalmente dar con diferente armamento que pudo haber estado vinculado con el homicidio ocurrido el pasado 9 de enero en este sector. “Incluso, se dio con una escopeta que tenía encargo por robo desde el año 2014 y que era de la ciudad de Vicuña. Además se dio con una pistola a fogueo, con 17 cartuchos calibre 9 milímetros sin percutar, además de un rifle a postón de alta potencia. Suponemos que estas armas las poseían para así protegerse de posibles represalias e infundir algún tipo de respeto delictivo a quienes intentaran transformarse en competencia en el negocio de las droga”, acotó.

A su juicio, esto quedó queda claro al encontrarse más de 400 contenedores envoltorios de cocaína base que estaban listos para su comercialización. “Esto deja de manifiesto que no sólo estamos hablando de microtráfico, sino de un tráfico disfrazado. Esto, porque ante cualquier persecución penal, al tener un alto volumen pero en papelillos, se busca evadir el accionar de la justicia y así las penas son mucho menores”, concluyó el comisario Salazar.

 

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