Son hechos que se repiten y no dejan de impactar. Como por ejemplo lo acaecido hace poco más de un mes, cuando a altas horas de la noche, en la comuna de Buin, una menor se sentía intimidada por un hombre que la perseguía. En medio de esa situación, apareció Ariel Díaz, quien le ofreció ayuda llevándola en su auto.
Sin embargo, detuvo el vehículo a mitad de camino para proceder a violarla, golpearla y amenazarla de muerte.
Tras la agresión, el hombre le pidió a la menor de 17 años la dirección para “saber dónde vivía la persona que lo metería preso”, según consignó la Fiscalía oriente. Esta persona, un conductor de buses interurbanos, quedó en prisión preventiva.
Un caso, en forma similar pero con un desenlace diferente tuvo lugar en Las Compañías, cuando una menor de 17 años se dirigía desde su domicilio hasta su Colegio San Martín de Porres de La Serena, donde cursa Cuarto Año Medio.
Ella, al llegar a calle Rosas esquina Paraguay fue interceptada por un vehículo con cuatro sujetos en su interior, los cuales habrían subido a la fuerza a la joven, para trasladarla hasta el sector de Quebrada El Jardín.
En el lugar, los sujetos la agredieron, realizaron tocaciones en su cuerpo e intentaron violarla. Ella, estoica, opuso resistencia y los individuos decidieron abandonarla en este eriazo lugar para escapar con rumbo desconocido.
La denuncia fue cursada en Carabineros de Chile, aunque el proceso investigativo es llevado a cabo por la Brigada de Delitos Sexuales de la Policía de Investigaciones de Chile.
En contexto, si bien los dos casos comentados tienen diferencias, guardan en común el uso de vehículos y la particularidad de haber trasladado a las víctimas hasta sitios donde escasamente tenían la posibilidad de defenderse.
¿Cuáles son los modus operandis en estos procedimientos? ¿Cuáles son los perfiles sicológicos de los agresores? ¿Se trata de personas anónimas o hay conexión entre víctimas y victimarios? ¿Cómo proteger a los menores? Son preguntas que surgen y son necesarias responder.
ACCIONES VARIADAS
El comisario Eduardo Rojas, de la Brigada Investigadora de Delitos Sexuales y Menores (Brisexme) de la Policía de Investigaciones de Chile, apuntando específicamente al caso que tuvo lugar en el sector de la Quebrada del Jardín indicó que “se encuentra en plena investigación”.
Sin embargo, advierte que “en el 80% de los casos que investigan, se trata de imputados conocidos por parte los afectados. Ese 20% de imputados desconocidos es muy bajo y se trataría de los casos que ocurren en la vía pública, y están, mayoritariamente, con sentencia condenatoria o a la espera de un juicio oral, con penas que bordean los 15 años. Esto es lo que ocurrió por ejemplo en el Faro en la avenida del Mar, cuando una mujer iba trotando y fue atacada sexualmente. En el último caso, la evidencia científica y el trabajo en el sitio del suceso fueron claves. Para eso, esta brigada trabaja con un equipo multidisciplinario”, recalcó.
El staff de la Brisexme lo componen peritos químicos e investigadores, que recolectan las evidencias. “En hechos ocurridos en el sector de la playa se dio con una muestra de sangre que se llevó al Laboratorio de Criminalística y esa prueba se contrastó con el Registro Nacional de ADN (COIS) existente en el país. Y así logramos individualizar a una persona. Es importante saber que siempre existe una persona con la cual poder comparar, en caso de evidencias. Este tipo de exámenes lo puede pedir el fiscal regional y se realiza a través del Servicio Médico Legal”.
También trabajan con evidencias, pero tienen otras técnicas investigativas, “como empadronamientos y consultas a fuentes de información. Se revisan imágenes de cámaras de seguridad, que luego se pueden digitalizar, y además trabajamos con el Laboratorio de Criminalística, con peritos planimetristas que trabajan en retratos”.
DIFERENTES PERFILES
En el caso de los perfiles sicológicos de los agresores, en la mayoría de los casos se trata de imputados que ya han atacado con anterioridad a otras personas. “En esto tiene mucha relación la hora en que el sujeto actúa, qué tipo de vestimenta le gusta de las mujeres o el rango etario prefiere, por ejemplo” señaló el comisario de la Brisexme.
Cuando se trata de menores, “si el delito sexual está relacionado con un imputado conocido, de una persona recurrente o se trata de delitos reiterados, son muy difíciles de detectar, porque deben haber indicadores físicos y emocionales para que el menor logre contar el evento que ocurrió. Por esto es importante la detección de estos, como cambios bruscos de conducta, inhibición o agresividad, y eso se nota cuando los menores van bajando las notas o están malos para comer en la casa. Los papás deben empezar a sospechar cuando esas cosas suceden, más si hay un rechazo o miedo repentino relacionado con alguna personas en particular y más si se aisla, si hay irritabilidad. Eso son los indicadores emocionales. En lo físico, se relaciona con la dificultad para caminar o sentarse, si hay picazón en la zona genital, contusiones o sangrado. Incluso la pérdida del control de esfínter”, aseguró Eduardo Rojas. 3801i
RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES
A juicio del comisario Rojas, para evitar este tipo de delitos desde el propio hogar es vital “proporcionarle al niño un ambiente donde se sienta querido y respetado. Conversar sobre las rutinas y la cotidianeidad es muy importante. Enseñarle a reconocer sensaciones de incomodidad y hablarles con normalidad a los niños con respecto a estos temas”, añadió Rojas.
Cuando se trata de evitar situaciones en la vía pública, las recomendaciones para los menores son “evitar andar por sitios eriazos, ojalá estar siempre acompañado, avisar a los padres donde uno se encuentra, no tomar vehículos de desconocidos o hacer dedo. Tampoco hay que ingerir bebidas que provengan de desconocidos. Hay que destacar que en la región se trata de casos aislados, donde los imputados están condenados o están esperando juicio”, concluyó.