El profesional señala que si es una contribución para la discusión presidencial dentro de su colectividad y posteriormente en la coalición, continúa “embarcado”. Entrega su visión de la política actual y de los errores que se han cometido

El abogado y académico, militante del Partido Socialista, Fernando Atria, de paso en la zona apoyando a los candidatos a concejales de su colectividad y participando en actividades de género, insistió en que no ha desechado su ofrecimiento, explicando que se debe hacer una discusión con contenido y de fondo, imaginando un país de aquí a 20 ó 30 años más. Cree que hay que avanzar en las transformaciones que inició Bachelet y no volver a fojas cero pensando que este gobierno sólo fue un paréntesis.

¿Qué opinión le merece el nuevo sistema de propaganda electoral?

“Tiene una dimensión positiva y es que hasta esta elección estas se ganaban por la cantidad de recurso que uno podía acumular para tapizar la ciudad de palomas, que la publicidad sea menos intensa en ese sentido mejora, desde el punto de vista de que iguala las condiciones. Una de las cosas que yo creo que más  se ha notado es la profusión de campañas  y de marketing anteriores es que tapaban el hecho de que eran campañas que en general no tenían mucho contenido. Ahora se ha retirado ese superávit de marketing ha quedado en claro de que en las campañas es bien difícil producir discusión política”-

La campaña se trasladó a las redes sociales ¿no cree que significa más participación social por ese medio?

“Más participación, pero es una participación que es bien sesgada en el sentido de que no todos participan del mismo modo en las redes sociales. No quiero mirar en menos ese espacio de comunicación política, pero indudablemente que es un espacio que tiene limitaciones”.

¿En la elección de concejales no piensa que el interés ha provocado un exceso de candidatos?

“La gran cantidad de candidatos yo creo que en parte se explica por la situación política que lleva a una  suerte de fraccionamientos de las agrupaciones políticas. Nosotros estábamos acostumbrados a que había dos agrupaciones y básicamente dos listas y empezaron a sacar cada uno sus cálculos, a darse cuenta de que les convenía ir en más de una lista dentro de una agrupación y además que surgen grupos externos a estos dos. En general, yo diría que en las condiciones actuales es algo que debería ser bienvenido. La ampliación de la política hacia grupos que no pertenecen a las dos fuerzas principales  creo que es una cosa que promete por lo menos intentar renovar la discusión política y eso es positivo”.

Los cambios de domicilio

En el marco de las actuales elecciones ¿qué le parece este pimponeo que se ha dado entre el Servicio de Registro Civil y el Servicio Electoral por el error de traslado de domicilios. Algunos dicen que no tiene significado porque la abstención será de un 65%?

“Es casi tragicómico en un contexto en que se discute cuánta gente no va a ir a votar, resulta que en muchos casos, no sabemos todavía si 17 mil o 500 mil, pero en algunos casos habrá ciudadanos que van a ir a votar y no podrán hacerlo. Yo creo que este problema es una cuestión mucho más grave de cómo se le ha tratado, el daño que va a producir de que haya ciudadanos que quieran ir a votar y se vean impedidos es un daño que uno no puede tomárselo a la ligera, es una cosa gravísima, porque hay un derecho fundamental envuelto ahí. No sabemos mucho tampoco, porque no sabemos la magnitud del problema. Las cifras que andan circulando van desde 17 mil hasta 500 mil y no sabemos tampoco el impacto real que va a tener en las elecciones. Esto puede ser un problemas muy grave en un contexto de deslegitimación institucional, porque ya por sí dejaba a estas elecciones no deslegitimadas, pero en una situación enojosa y porque, además, esta institucionalidad electoral no está funcionando, esta es una cuestión que en su momento va a tener que ser mirada con la mayor rigurosidad y alguien va a tener que hacerse responsable de esto que ha pasado”.

Según su opinión  referente a la abstención ¿cree que se debería volver al voto obligatorio?

“Yo creo que pasar del voto obligatorio al voto voluntario fue un error, siempre lo dije. Creo que es una forma de privatización del voto. ‘Yo voto para proteger mis intereses, entonces nadie tiene derecho a venir a decirme a mí que estoy obligado a defender mis intereses, eso sería paternalismo’, creo que ese fue el discurso que llevó a pasar al voto voluntario. Pienso que es una incomprensión completa del sentido  del voto, el sentido del voto no es proteger intereses particulares sino manifestar una opinión sobre lo que vale el interés general por cada ciudadano. Entonces creo que es una reforma nefasta, que sus consecuencias las vimos, habiendo dicho todo eso, creo que en las condiciones actuales, restablecer la obligatoriedad sería entendido no como una afirmación del carácter público del voto, que es lo que la obligatoriedad significaba sino que sería visto como una forma de la clase política de protegerse frente a la ciudadanía y entonces independientemente de que a mí me parece razonable de que el voto sea obligatorio, creo que en este contexto restablecer la obligatoriedad tendría el efecto contrario de contribuir a la deslegitimación de la política institucional”.

Pero algunos que creían en el voto voluntario se han arrepentido, como Ricardo Lagos.

“Hay una pregunta que hacerse, porque está pasando demasiado a menudo y no lo digo solo por el expresidente Lagos. Está pasando demasiado a menudo esto de que se toman decisiones importantes y después quienes las tomaron nos dicen ups, nos equivocamos. Era una nueva constitución ups no era una nueva constitución. Derogamos la LOSE, pero resulta que ups no derogamos la LOSE. Lo del voto voluntario se discutió muchísimo, no es que a alguien se le ocurrió un día, al día siguiente se pasó y al año siguiente nos dimos cuenta de que nos habíamos equivocado. Razones que se dieron de un lado para otro y algunos años después resulta que la mayoría de los que estaban a favor del voto voluntario dicen ups, nos equivocamos. Hay algo en la política chilena que hace que se tomen estas decisiones apresuradas o que se ceda a modas a presiones y que hace que desde el punto de vista del espectáculo que esta política ofrece a los ciudadanos tampoco contribuya mucho a su legitimación”.

“Yo creo que eso va a estar en juego en la próxima elección, cuál es el sentido político de este gobierno, es un paréntesis que se cierra ahora o es un proceso de transformaciones que se inicia”.

“Yo sería partidario de que el Tribunal Constitucional fuera removido o transformado significativamente”.

Candidato presidencial

Usted manifestó en su partido que estaba disponible para ser candidato, ¿aún lo está?

“Si la manera en que nosotros podemos contribuir a que la discusión presidencial dentro del partido y después dentro de la coalición, sea a través de una precandidatura presidencial, yo estoy disponible para eso, si la manera es sumarse a algún otro intento, nos sumaremos allá. Entonces sí, sigo estando disponible como candidato, sigo embarcado en esto”.

¿Cuáles son los cambios e ideas que Chile Necesita, según usted?

“Uno podría ir desde lo más general y después ir bajando. La pregunta central hoy día es cómo va a ser el futuro. Cómo nos imaginamos este país en 20 ó 30 años y qué es lo que hay que hacer en los próximos cuatro años para movernos en esa dirección y para responder esa pregunta lo que será políticamente inevitable es preguntarse cuál es el juicio que nos merece el gobierno de Bachelet y creo que hay dos maneras de mirar ese gobierno: Es el comienzo de un proceso transformador con todas sus imperfecciones, pero a pesar de éstas fue el comienzo de una transformación. Entonces la respuesta si uno lo mira así sería, esas transformaciones importantes, por lo tanto, deben continuarse, identificar los defectos y limitaciones, corregir y continuar en esa senda. En esa posición nosotros estamos. Hay otra manera de responder y es decir mire estos cuatro años fueron una especie de paréntesis, como que a los chilenos les bajó un malestar por razones incomprensibles, más bien psicoanalíticas, sería bueno terminar con esto y volver a la manera antigua, en que nos llevábamos  tan bien y que éramos todos tan amigos y que todo se solucionaba civilizadamente. Es decir, volver a la lógica neutralizada de los 20 años de la Concertación. Yo creo que eso va a estar en juego en la próxima elección, cuál es el sentido político de este gobierno, es un paréntesis que se cierra ahora o es un proceso de transformaciones que se inicia aunque imperfectamente”.

Nueva Constitución

A propósitos de las reformas que usted mencionaba, ¿se debe hacer una nueva constitución o mejorar la ya existente?

“La pregunta es cuál es el problema que estamos viviendo. Yo escucho a gente que defiende la constitución actual y que dice que algunas modificaciones aquí o allá serían suficientes. Yo creo que esto no es completamente verdad porque es unilateral, pero tiene algo de verdad, ellos dicen estos 30 años han sido los años dorados del progreso chileno, ha habido mejoras sociales, se ha reducido la pobreza, han sido años dorados. Sin embargo, la constitucionalidad política de esos mismos años, termina ese período en unas condiciones de deslegitimación completa. Qué pasa si es verdad esa historia, que yo creo que no es tan verdad porque es unilateral, pero algo de verdad tiene. Si es verdad esa historia que estos 20 años han sido de progreso, cómo es que la institucionalidad política de estos 20 años termina por el suelo. Lo que ocurre es que es una institucionalidad política que está neutralizada, que puede decidir cuando se trata de correcciones. Si se trata de corregir el sistema de AFP, se puede. Si se trata de corregir el sistema de educación, se puede. Pero si se trata de transformar un sistema individualista en un sistema solidario, esa posibilidad de que la política sea el cauce a través de las cuales se manifiestan las demandas transformadoras que surgen de la sociedad, eso es lo que la república binominal no puede producir y eso ha provocado una progresiva deslegitimación, porque hay una demanda social de transformación y una política institucional que es completamente incapaz de procesar esa demanda y cuando la institucionalidad no puede una demanda importante que tiene la ciudadanía produce deslegitimación y eso una relegitimación. Y yo creo que a estas alturas la única posibilidad es que tengamos un momento de discusión ciudadana de cómo organizar la política, de modo que la política pueda cumplir y la manera de entender ese momento de discusión ciudadana sobre lo político es la discusión que lleva a una nueva constitución, pero no tiene que ser con el mecanismo antiguo que tiene deslegitimada a la política, tiene que ser uno nuevo y a estas alturas la única manera en que es posible tener nuevas expectativas de que el problema de la deslegitimación de la política institucional se solucione es con una nueva constitución a través de una asamblea constituyente”.

Tribunal Constitucional

¿Se debe eliminar el Tribunal Constitucional que se ha transformado casi en un tercer parlamento?

“Ese es el punto, cuando yo estudiaba derecho político en la década de los 80, parte de lo que uno estudiaba era razones a favor y en contra del unicameralismo y del bicameralismo, si el Congreso tenía que tener una o dos cámaras y hoy día estamos discutiendo es si estamos a favor del bicameralismo o tricameralismo, lo cual es un poco absurdo. Para tratar el tema del Tribunal Constitucional primero hay que terminar con la idea de que es: O lo que tenemos, o eliminar todo lo que hay, pero existen otras maneras. Yo sería partidario de que el Tribunal Constitucional fuera removido o transformado significativamente, pero hay pasos intermedios, formas de hacer que sea menos o no sea una tercera cámara, no tenerlo metido dentro del proceso legislativo, que durante la tramitación de la ley venga a decir tú sí, tú no, porque esa es una receta para que venga a ser una tercera cámara, es ingenuo pensar que no va a ser una tercera cámara si está metido en el trabajo de éstas. Lo primero que yo haría es que no se pudiera meter en el trabajo legislativo. Toda la competencia antes de que la ley sea ley debería ser eliminada y la competencia posterior puede ser modulada, pero tenerlo como un órgano que decide qué posiciones son aceptables o inaceptables durante el proceso de tramitación de la ley es transformarlo en un súper senado”.

 

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