Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
Aumento del comercio, la inclusión de nuevos mercados y los avances de la sociedad han ido modificando una fiesta tradicional que, de igual forma, no pierde su esencia y sigue vigente como un ícono dieciochero.

Es la fiesta más grande de Chile. Sin dudas. Con un promedio estimado de 200 mil visitantes por jornada, La Pampilla es un clásico del dieciocho, no sólo para los habitantes de la Región, si no que para muchos turistas que visitan la zona.

Antiguamente, la realidad no era muy diferente. Con matices, claro. Se esperaba La Pampilla como una ocasión especial. La mejor tenida, pelo bien peinado y se daba inicio a esta tradición de muchas familias, que algunas mantienen viva con el paso de las generaciones. Otras han ido cambiando con el tiempo y algunas se han ido haciendo parte de esta fiesta que año tras año, sigue en constante evolución.

Pero es necesario entender estos cambios desde un punto de vista más profundo. En busca de una respuesta, el sociólogo Cristóbal Reyes Bielefeld atendió el llamado de El Día, donde explicó su visión al respecto de los cambios culturales que se han dejado ver en La Pampilla y lo que, para él, siguen situándola como un ícono dieciochero.

“Para analizar los cambios que ha sufrido La Pampilla, hay que considerar tres dimensiones relevantes. Estas están en constante diálogo, limitándose y enriqueciéndose mutuamente. Me refiero, por un lado, a las tradiciones criollas que enmarcan a la fiesta más grande de Chile y a la cultura coquimbana, que naturalmente le otorga un sello único y, por otro lado, a la consolidación y ampliación de un tipo de sociedad globalizada y superflua”, comenzó diciendo.

Pese a los cambios culturales, que van de la mano con una transformación social, La Pampilla no pierde su alma. Ya que el sentido de pertenencia e identidad reflejado en esta festividad por los habitantes, explica Reyes, son los elementos que sostienen su base y atractivo.

“Vamos por parte. Si la sociedad se transforma, seguramente va a cambiar su cultura, los hábitos y preferencias de sus habitantes. Ni Coquimbo ni Chile están exentos de las transformaciones que han generado el orden global, el nuevo comercio y la interculturalidad. No es nuevo señalar que el mercado hoy está dominado por el comercio asiático, que Chile alberga diversas culturas latinas y que la tecnología llegó para quedarse, esto también hoy es parte de La Pampilla”, señaló.

Además, agregó que “sin embargo, a diferencia de otras fiestas y tradiciones, pareciera que La Pampilla sostiene, a pesar de los evidentes cambios, buena parte de su esencia. A mi juicio, esta esencia está anclada en la conversión del sector en una ciudad transitoria. Dicho campamento que alberga a cientos de familias porteñas ha logrado mantenerse a pesar de la complejidad que ello implica y, aunque parezca irrelevante, no cabe duda que es una de las características que la hacen única. Shows, pirotecnia y comercio podemos encontrar en buena parte de las fiestas que se realizan en el país, pero teñir el llano y los cerros pampilleros de colores, moradas y tradiciones, seguramente no”, argumentó.

Una mirada diferente

A su vez, el profesional analizó la importancia que tiene la esencia de este evento como una fiesta popular y los diversos cambios que ha ido teniendo en los últimos años por parte de la organización. Para Reyes, mantener vivo ese nexo es la clave del éxito de La Pampilla y su gran vínculo con la sociedad, independiente de los avances o nuevas medidas implementadas con el paso de los años.

“Otra de las aristas que vale analizar es el modelo de gestión que se ha llevado a cabo durante estos años, que si bien ha cambiado también ha generado más de alguna incomodidad. Me refiero a mantener intocable lo que debería mejorarse y cambiar lo que debería mantenerse. En otras palabras, la fiesta de La Pampilla es una fiesta popular, familiar y tradicional, por lo que resulta importante que estas características se mantengan. Dicho lo anterior, la decisión de aumentar el costo para las familias y mantener la gestión del show (54% del presupuesto) inmutable pareciera ser el camino incorrecto”, aseveró.

Finalmente, cerró diciendo que “en síntesis, el riesgo no está en modernizar una fiesta tradicional y ajustarla al cambio cultural de la sociedad, el riesgo está en generar medidas que puedan debilitar su esencia. Por ejemplo, el aumento del precio de la entrada para particulares y autos, más la escasa planificación y participación social previa a la fiesta puede el día de mañana traer más de alguna molestia. En efecto, el inminente e incesante cambio debe estar en sintonía y diálogo con la ciudadanía porteña, por lo que reducir la excesiva distancia entre organizadores y asistentes es también modernizarla, es también responder a esta nueva sociedad. Hoy aquello debe ser prioridad”, remató.

 

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