• Gracias a que sus propios compañeros de trabajo detectaron oportunamente que sufría un ACV, hoy Daniel Carvajal no presenta secuelas y volvió a trabajar a la Caleta de Coquimbo
  • Cada cierto tiempo vuelve al Hospital San Pablo a realizar exámenes de rutina. En la fotografía, junto al doctor Fernando Molt.
  • Daniel debe cuidar su alimentación y controlar las enfermedades crónicas que padece. Hoy trabaja normalmente como garzón en el restaurante Nathalie de la Caleta de Coquimbo
Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
Los especialistas del Área de Neurología del Hospital San Pablo de Coquimbo trabajan para disminuir las secuelas que provocan estas embolias, que tienen ocurrencia en igual medida en hombres y mujeres. Para ello es importante conocer los síntomas de un Ataque Cerebrovascular y llevar rápidamente al paciente a un centro de urgencia.

Daniel Carvajal es garzón en la caleta de Coquimbo. Conocido en este tradicional lugar por su simpatía  y buen trato hacia las personas, hace cuatro años pudo perderlo todo. Era el mes de noviembre de 2014 y Daniel llegó a trabajar como todos los días, pero esta vez algo andaba mal. Comenzó a sentir un pequeño dolor de cabeza, estaba mareado y no podía mantenerse en pie.

“Me dio como un bochorno, como que se me subió la sangre. Me afirmé y  dije me siento mal, algo me pasa  y me fui al baño. Me encontré con un compañero que me decía Daniel qué te pasa y le dije me siento lento, no sé qué tengo”, relata.

Pasaron unos segundos y trataba de explicarse, pero ya sus compañeros no entendían qué decía, porque presentaba alteración del lenguaje. De inmediato lo llevaron a Urgencias del Hospital San Pablo de Coquimbo.

“Como yo no podía hablar, porque me salía todo enredado, el señor de urgencias pensó que estaba borracho. Mis compañeros explicaron y me atendieron muy rápido”, recuerda. Sus colegas llamaron a su esposa, Verónica Marín, quien llegó al hospital junto al hijo mayor de Carvajal.

“Yo llegué cuando ya estaba en manos del doctor Fernando Molt y él lo único que repetía era yo soy Daniel Carvajal Flores. Fue impactante verlo así y me da mucha pena cada vez que lo recuerdo, porque es un hombre muy bueno, simpático, risueño y estaba ahí en la camilla, como si fuera otra persona”, relata emocionada Verónica.

Daniel reunía gran parte de las causales para producir un Ataque Cerebrovascular (ACV): era obeso, pesando más de 100 kilos, tenía diabetes, era adicto al cigarrillo y sufría de hipertensión. Afortunadamente, también es un ejemplo de cómo el reconocer los síntomas de un ACV de forma oportuna y la rápida atención de especialistas, puede dejar sin secuelas a quien presenta esta embolia.

LA PRINCIPAL CAUSA DE MUERTE EN CHILE

Es que el Ataque Cerebrovascular es un tema que preocupa a las autoridades de salud y los profesionales. En Chile, según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 conocida a comienzos de febrero del presente año, señala que el estilo de vida de los chilenos, con alto consumo de alimentos grasos, tabaquismo, estrés entre otros, ha generado que el 25 % de la población adulta (mayores de 15 años) esté en riesgo de padecer un derrame cerebral.

Por otra parte, esta patología se ha convertido en la principal causa de muerte en nuestro país, con más de 9 mil personas fallecidas al año. Además es la principal causa de discapacidad en personas adultas, con la presencia de más de 25 mil casos cada año.

“El ACV es la principal causa  de muerte y la principal causa de quedar con alguna discapacidad. Eso debemos saberlo y tenerlo en cuenta para cambiar estas cifras”. Carlos Soto, jefe Neurología Hospital San Pablo

Pero por qué ocurre un ACV? Carlos soto, Jefe del servicio de Neurología del Hospital San Pablo de Coquimbo señala que esta patología, que no diferencia entre hombres y mujeres no se da por casualidad, sino que existen factores de riesgo importantes como la edad, la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo y el colesterol. “Estadísticamente en Chile lo más importante es la hipertensión arterial crónica  la que produce el factor de riesgo  para tener ataques cerebrovasculares. Teniendo un buen manejo de  estas patologías, las probabilidades de un ataque cerebrovascular  disminuyen considerablemente”, señala el especialista.

Agrega que  a pesar que la mayoría de los ACV se da con más frecuencia en personas de 50 años o más, en el último tiempo ocurren casos de pacientes con 30 y 40 años que, debido al estilo de vida, ya presentan estos coágulos.

Por su parte el neurólogo del Hospital San Pablo de Coquimbo, Fernando Molt destaca que lo importante para enfrentar los ACV y disminuir su ocurrencia, es que los factores de riesgos son modificables. “Si no pudiéramos cambiar nuestro estilo de vida, si existieran causas imposibles de alterar, no podríamos hacer mucho, pero sí podemos hacer cambios en nuestra vida y también cuando ya tratamos esta patología”.

CONOCER LAS SEÑALES

Lo vital para ambos profesionales es mantener una vida sana. Cuidar la alimentación, disminuyendo el uso de sal y azúcar, realizar ejercicios y eliminar el consumo de tabaco.

Ahora, si existen factores de riesgo, es importante que la comunidad también reconozca las señales que permiten darse cuenta que un familiar, amigo o cualquier persona está sufriendo un ACV y con ello, no perder valioso tiempo para llevarlo al centro de atención de salud más cercano.

Para ello existe la Escala de Cincinnati  que consiste en  la evaluación de tres puntos para predecir si se está frente a un ataque cerebrovascular. El primero de ellos es la Asimetría fácil, el segundo es el lenguaje anormal y por último el descenso involuntario de un brazo. Si el paciente  presenta uno de estos parámetros existe un 72% de que padezca un ACV; cuando se presentan los 3, el riesgo aumenta a un 82%. En ciertos casos se puede dar como síntomas náuseas y vómitos frecuentes y además el sentirse

Puede ocurrir que aunque  se presenten uno de estos tres parámetros de la Escala de Cincinnati, sea sólo una falsa alarma; de todas maneras, los expertos recomiendan asistir de forma inmediata a un centro de salud cuando se presenta algún síntoma, ya que puede significar una lesión cerebral.

“Con estas tres cosas uno podría pesquisar  el 85% a 90% de todos los ataques cerebrovasculares. Hay que llevar al paciente lo antes posible al servicio de urgencia, porque es ahí donde podemos actuar. Esos son los signos fundamentales para pesquisar precozmente y tratar de forma oportuna un ataque cerebro vascular”, explica Fernando Molt

Así como lo hicieron los compañeros de trabajo de Daniel  quienes al comprobar la alteración del lenguaje que presentaba, actuaron rápidamente. Al llegar al hospital fue sometido a un trombolisis, que consiste en inyectar un fármaco por vía intravenosa para tratar de romper el trombo que está en el cerebro  y de esa forma evitar que el paciente tenga secuelas de un infarto cerebral.

PACIENTES SIN SECUELAS.

Según explica Carlos Soto, existen ciertos protocolos para realizar la trombolisis. Por ejemplo,  un protocolo de tiempo ajustado indica que este procedimiento sólo se puede aplicar hasta tres horas después de que ocurre el ACV, mientras otro establece hasta 4, 5 horas después.

En el Hospital San Pablo se utiliza el primer protocolo, un poco más estricto. Esto no significa que si el paciente llega después de las tres horas,  queda sin tratamiento, sino que es derivado a la unidad de neurología o de cuidados intermedios y tendrá diferentes alternativas de pronóstico.

“El paciente que pasó a la unidad de Neurología o la de Cuidados  Intermedios  se puede morir o puede quedar con distinto grados de discapacidad. Discapacidad leve que le permite  seguir haciendo su vida de antes; moderada que queda más o menos y tal vez no pueda seguir trabajando y secuelas severas,  en que el paciente queda postrado en una cama o silla de ruedas”, agrega Soto.

“Queremos que todos los pacientes tengan la posibilidad de quedar sin secuelas por un ACV  y que esto no sea una excepción,  sino que una regla”. Fernando Molt, neurólogo, Hospital San Pablo.

Estos pronósticos dependen del tipo de paciente, edad y magnitud del infarto cerebral debido a que muchas veces se presentan grandes hemorragias.

Luego de realizar la trombolisis, Daniel pasó a la unidad de cuidados intermedios donde estuvo hospitalizado por varios días.

“Después de darle el alta lo llevé a kinesiólogo  y comenzamos a hacer el tratamiento de recuperación comenzando por recordarle las palabras. Tenemos una nietecita chica que le leía todos los días un cuento y le hacía repetir las palabras, le hacía preguntas y eso le ayudo mucho. Además yo creo que su alegría fue vital, porque todos le entregaron mucho amor. Cuando pasó esto, toda la caleta de Coquimbo se desbordó y lo iban a ver constantemente”, relata verónica.

Así, Daniel ya en el mes de febrero de 2015 no presentaba secuelas y volvió a trabajar normalmente. Eso sí con tareas importantes a cumplir como bajar de peso (hoy pesa cerca de 80 kilos), dejó de fumar y controla su presión arterial y diabetes.

El objetivo señala  el doctor Molt es que tal como Daniel, que fue tratado en forma oportuna, los pacientes queden sin secuelas neurológicas y  puedan reincorporarse en un periodo corto de tiempo a sus actividades  de la vida diaria.

Lo que le paso a Daniel queremos que sea  ojala para la inmensa mayoría de los pacientes que lleguen  a consultar en forma precoz. Cuando un paciente queda con discapacidad, también le estás entregando un individuo a la sociedad que merma sus capacidades, ya no es independiente y requiere atención o incluso no puede volver a trabajar. Por eso luchamos para que todos reciban la atención oportuna”, concluye el neurólogo.

EL DATO

Todo paciente en sospecha de ACV isquémico agudo debe ser hospitalizado de manera inmediata. En el caso que el servicio donde consultó no cuente con la posibilidad de acceder a un neurólogo, imágenes (TAC de cerebro sin contraste) o unidad monitorizada, deberá ser trasladado al centro más cercano que cumpla con dichos requerimientos. La hospitalización debe ser en una unidad especializada (UTAC, unidad de tratamiento del ataque cerebrovascular) o en una unidad de intermedio, si ésta no se encuentra disponible. 

 

LOS DESAFÍOS DEL HOSPITAL SAN PABLO

A pesar que el trabajo que se realiza en el Hospital San Pablo, busca que los pacientes queden sin secuelas o riesgo de muerte, el recinto de salud no cuenta con una Unidad de Tratamiento de Ataque Cerebrovascular (UTAC). Estas son áreas especiales en la que trabajan médicos neurólogos las 24 horas que examinan cada 3 a 5 veces al día al paciente. Además cuenta con enfermeras especializadas capaces de detectar complicaciones precoces, ya que una vez que ha ingresado un paciente con ACV puede presentar problemas, tales como infecciones urinarias y respiratorias y “su detección precoz, no al día siguiente, sino que apenas se produce cambia inmediatamente el pronóstico del paciente y por ello debe existir una unidad especial con auxiliares paramédicos, enfermeros y médicos especialistas”, señala el profesional Carlos Soto.

Por eso ya se proyecta inaugurar esta unidad en el Edificio de Construcción Acelerada (ECA) que se instalará  a un costado del área de urgencias y que ya inició sus obras.  “Actualmente no tenemos una unidad cerebrovascular  en ninguna parte de la región y aunque estemos trabajando por dar correcta atención a quienes presenten esta patología debemos tener esta unidad. En algún tiempo se hicieron hospitales de tuberculosis, porque esa era la principal causa de muerte y ahora que es el ataque cerebrovascular, tenemos que dar respuesta frente a esa  nueva realidad que además tiene tratamiento”.

Esta unidad interdisciplinaria incluye también kinesiólogos y terapeutas ocupacionales tal como existe en otros hospitales  como Santiago, Rancagua, Chillán, Concepción, Temuco, Osorno, Puerto Montt y Antofagasta

“Es súper distinto a lo que tenemos hasta ahora en nuestro hospital, que ya es bueno  a una unidad especializada que es muy bueno. En el mundo lo que cambio el pronóstico del ataque cerebro vascular son estas unidades especializadas, por lo que es necesario que también podamos contar con una en el Hospital San Pablo”, concluye Carlos Soto.

 

LOS CASOS MÁS CONOCIDOS

El Ataque Cerebrovascular se hizo conocido gracias a dos emblemáticos casos que afectaron a populares músicos latinoamericanos.

El 15 de mayo del 2010, el cantante Gustavo Cerati tras una  presentación en Caracas, Venezuela  sufrió un ACV, dejándolo en coma por cuatro años, falleciendo el 4 de septiembre de 2014.

Quien también presentó esta patología fue el exvocalista de Los Prisioneros, Jorge González, quien por varias horas, presentó diversos síntomas que no fueron reconocidos por sus compañeros de gira. Era 8 febrero del año 2015 y el músico sufrió un ACV que lo alejó de los escenarios ara siempre, el año 2017 y que provocaron daños en su lóbulo frontal derecho, generando una afasia de expresión. Además el lado izquierdo de su cuerpo perdió casi completamente la movilidad, lo que no le permite tocar instrumentos.

 

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