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Alejandro Pizarro
Diversos locales han debido cerrar sus puertas en forma indefinida, unos han funcionado de manera intermitente y otros han tenido que probar fórmulas nuevas para intentar sobrevivir. Pero también hay otros que debieron poner fin a sus actividades de forma definitiva por lo insostenible de la situación. Sin embargo, los locatarios coinciden en que esta crisis representa una oportunidad para reinventarse.

El “estallido social” de 2019 y el inicio del año pasado, pasando por la pandemia que ha estado presente por más de 365 días en nuestras vidas, ha dejado diversos afectados.

Y entre ellos, la llamada vida bohemia ha resultado profundamente dañada, lo que ha provocado como resultado un intermitente y a veces nulo desempeño de quienes viven por y para esta actividad, que ha tenido como uno de sus epicentros a la calle O’Higgins, en la capital regional, lugar de interminables jornadas de carrete, tocatas y panoramas en los más diversos estilos y formas, lo que fidelizó por años a sus asiduos visitantes.

Sin embargo, la crisis sanitaria ha sido un gran traspié para que la “bohemia serenense” pueda repuntar de una vez por todas. Las realidades son distintas, ya que hay locales que han cerrado sus puertas en forma temporal y otros de manera definitiva. Asimismo, otros sitios se han reinventado y buscado alternativas para sobrevivir, no siempre con gran éxito, por las vicisitudes del Covid-19 y los cambios de fase en el plan “Paso a Paso”. Las experiencias son varias, pero siempre bajo el fantasma de la incertidumbre.

 

Renaciendo de las cenizas

Uno de los locales más emblemáticos del centro de La Serena , y uno de los más recordados por los bohemios, es el Pub Duna de la capital regional, ubicado en calle O’Higgins. Por años, recibió a los amantes del rock y el metal, siendo además el epicentro de importantes tocatas de interés nacional e internacional.

 Sin embargo, los avatares de la explosión social, más la insostenible situación pandémica, les obligó a cerrar sus puertas definitivamente en julio del año pasado, luego de 15 años de historia.

Janiver Moraga, administradora del Duna, conversó con diario El Día. “Hemos ido de atrás para adelante. Parece que salimos a flote pero volvemos a retroceder”, aseguró.

A su juicio, un gran problema es que tanto ellos como otros locatarios del centro de La Serena “intentamos llegar al alcalde para que se pudiera negociar y nos esperaran con los arriendos, ya que nosotros pagábamos una alta cantidad. Pero llegamos a la situación límite de si pagar el arriendo o el sueldo a nuestra gente, sumando además a otra serie de gastos relacionados al local. Decidimos cerrarlo porque no queríamos quedar con una deuda de gran magnitud. El dueño nos esperaba hasta noviembre, pero pagando compromisos anteriores habría sido inviable, sumado a que los aforos en Fase 3 ó 2 tampoco nos convenían”, subrayó Janiver.

En ese momento, es cuando deciden enfocarse en el Pub Duna que está en Aldunate, en Coquimbo. “Ya más cerca de finales del año pasado pudimos abrir, alcanzamos a hacer algunas tocatas respetando los aforos y las normas sanitarias. Luego vinieron nuevos retrocesos en el plan Paso a Paso, donde incluso nos conseguimos la autorización para contar con un terraza frente al local. De vuelta en cuarentena, no funcionamos porque el delivery no nos deja, no sirve”, subrayó.

Eso si, Janiver nos adelantó que “en La Serena de todas maneras hemos cancelado las patentes y estamos buscando un edificio, pero la pandemia no nos ha permitido avanzar en ese proyecto, porque pretendemos volver a futuro. En Coquimbo también nos queremos ampliar, eso está por verse”, adelantó.

 

Desafíos por delante

La escena musical también aguarda por volver a ponerse de pie. Armando Tapia, editor del sitio web de metal Cuarto Infierno y miembro de la agrupación cultural de rock Ciart, entregó su visión sobre los espacios que funcionaban en el centro de La Serena. “Acá en la zona había una gran actividad musical, en lo que respecta al ámbito del rock. Cada fin de semana tocaban bandas en vivo en locales como el Duna de calle O’Higgins, el pub Rock y Sicodelia de Eduardo de la Barra. También se hacían eventos en la Sociedad de Artesanos. Pero toda esa escena tan activa de bandas, público, productores, sonidistas, recibió un duro golpe con la pandemia”.

Agregó que “actualmente el panorama no es bueno. El  Duna de La Serena cerró en julio del año pasado, sólo queda el de Coquimbo. El pub Rock y Sicodelia debe adaptarse al tema de las fases, sin música en vivo obviamente. En todo caso, sabemos que hay un par de proyectos en el centro de la ciudad, que se concretarán una vez que pase la pandemia, o al menos cuando volvamos a Fase 3 o 4. Así que el mensaje a todos los músicos es que tengan paciencia. Una región con tantas bandas de rock merece espacios. Y estén seguros que van a aparecer, porque hay mucha gente trabajando en eso”, concluyó Tapia.

 

Adaptándose a todo

Otro ejemplo de perseverancia, pese a todo lo acontecido, ha sido la actividad desarrollada por Roxana Henríquez, dueña del Bar Calaca, situado en la esquina de Eduardo de la Barra con O’Higgins, punto neurálgico de la bohemia serenense. También se han adaptado a las distintas circunstancias, ya que invirtió en el local durante el 2020 esperando las condiciones ideales para reabrir. Asimismo, se debieron adaptar a los cambios de fase, llegando al día de hoy a atender a público con atención en la puerta.

“Aunque estuve durante nueve meses sin poder trabajar, estoy muy contenta de haber podido abrir las puertas nuevamente. Es cierto, cada vez hemos retrocedido más hasta llegar al confinamiento, pero me gusta ver el vaso medio lleno, porque tengo la oportunidad de seguir trabajando. Puede parecer insólita mi postura, tal vez no gane ni venda lo que lograba hace unas semanas o meses, pero es importante seguir de pie, tanto yo como la gente que trabaja conmigo”, nos confidenció.

Reconoce que hay días en los que ha sido tan poca la venta, que se han dedicado casi exclusivamente a labores de aseo general, de mantención de la cocina o realizar un inventario. Creo, afortunadamente, esta posibilidad no todos la tenemos”, subrayó.

Cabe destacar que Calaca Bar abre sus puertas alrededor del mediodía y funciona hasta que el público ya empieza a retirarse a sus casas. “En términos de venta, hay que reconocer que no llegamos ni siquiera al 10% de un tiempo normal, pero aún así tratamos de hacer frente con optimismo a esta realidad”, concluyó Roxana.

 

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