Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
La habitual fuente de trabajo para muchos jóvenes de la región hoy no existe. Los “propineros” fueron despedidos producto de la crisis del Coronavirus, quedando cesantes, sin la opción de postular a beneficios y ayudas destinadas a los trabajadores.

Por Camila González.

Desde su comienzo, la labor de los empaques de supermercado ha sido desarrollada por estudiantes de educación superior, esto por los horarios y la flexibilidad que posee en comparación a un trabajo con contrato de tiempo completo, que permite compatibilizar los estudios con la vida laboral, entregándoles la oportunidad de poder pagar sus aranceles, aportar en los hogares y cubrir gastos personales. 

Actualmente esta fuente de ingresos no existe, los servicios de empaquetamiento se suspendieron hace meses producto de la pandemia, dejando a muchos jóvenes de la región sin un trabajo y sin la opción de poder postular a un seguro de cesantía, ni otros beneficios destinados a los trabajadores, debido a que no cuentan con un contrato laboral. 

Elías Rojas, hasta hace algunos meses era encargado de empaque en un supermercado de Peñuelas y también en otro de Cuatro Esquinas, como comenta “llevaba ahí cuatro años cuando comenzó la pandemia, y a pesar de que estuvimos trabajando con nuestros propios implementos para protegernos, fue corto el tiempo que pudimos continuar haciéndolo, ya que después nos informaron que por motivo de evitar aglomeraciones en caja y reducir la cantidad de personas dentro del supermercado, no debíamos presentarnos hasta nuevo aviso”.

Cerca de 85 jóvenes trabajaban en cada uno de los recintos y la mayoría dependía de él para solventar todos sus gastos “nos era de mucha ayuda, no solo para el pago de estudios, sino también muchos pagábamos arriendo con lo que ganábamos allí. Al quedar sin trabajo estamos a la deriva, debimos buscar la forma de generar ingresos, ha sido bastante difícil, muchos postulamos a cornershop y uber eats, pero no es lo mismo porque también se colapsó al haber tanta gente sin trabajo”. 

Misma realidad en la provincia de Limarí

Eloísa Cortés, hasta antes de la crisis del Coronavirus se desempeñaba como empaque en Ovalle, llevaba casi 10 años trabajando en turnos semanales, donde lograba reunir dinero y costear sus gastos personales y estudios, los que debió congelar por un periodo debido a la falta de recursos.

Respecto a la situación que actualmente vive, enfatiza en que “ya han pasado más de ocho meses en los cuales no he conseguido un trabajo estable como lo era ser empaque. Me ha costado mucho vivir el día a día sin mi sueldo, nunca tuve un problema monetario debido a que me alcanzaba con los turnos.

Desde ese fatídico día, las circunstancias de la vida se han ido poniendo más difíciles, ya que ocupaba las propinas para pagar mis estudios universitarios y también cualquier cosa imprescindible que fuera necesitando”.

Además, sobre sus inconvenientes con su carrera profesional, agrega que “me vi obligada a congelar mis estudios porque no tenía dinero suficiente para pagar la matrícula, ni tampoco las mensualidades, pero gracias al apoyo de mis familiares, amigos de trabajo, colegio e incluso ex profesores pude volver este segundo semestre, ya que me ayudaron con la venta de una rifa”. 

Un trabajo no regulado

A criterio de los empaques, la crisis que vive el país ha permitido visibilizar las precarias condiciones laborales en que se desenvuelven los empaques, quienes por años solo han entregado un servicio externo a los locales comerciales, no contando con un trato formal ni regulado con el empleador, tampoco gozan de un sueldo fijo, pues la realidad es que su salario depende de las propinas que logran recaudar de los clientes. 

Así lo señala Daniela Cortés, ex empaque y estudiante de administración de empresas, quien apunta a que “por años la labor que desempeñamos en los supermercados ha estado súper desprotegida y no hay leyes que la regulen, por ejemplo, si tienes un accidente en el turno nadie se hace responsable, no hay un seguro para ayudarte. Hace años, no tenías derecho a una silla, si los supervisores te veían sentado, te retaban, incluso si no había gente a quien atender, hoy eso ha cambiado un poco, pero sigue siendo un trabajo informal y que a las autoridades poco les interesa regular”. 

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X