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Gert Möller Thiel
Eduardo González, dirigente nacional del colegio, visitó la región para entregar antecedentes que vinculan la poca protección hacia los docentes con casos de violencia hacia profesores.

El caso de la educadora de párvulos agredida en el Colegio Villa San Bartolomé por apoderados de un alumno de kindergarten, del sector Las Compañías, fue considerado como un “acto cada vez más recurrente, dentro de un contexto donde cada vez más son más repetidos estos hechos”, según Eduardo González, dirigente nacional del Colegio de Profesores.

Según explica González, los hechos de violencia hacia los docentes es una práctica que a nivel nacional ha tomado revuelo los últimos años debido a una “desvalorización creciente hacia los docentes”.

Y es que actualmente, la ausencia de un protocolo que salvaguarde la integridad educativa en los establecimientos educacionales públicos es cada vez más frecuente, lo que genera un miedo generalizado entre los profesionales por estar expuestos a conductas agresivas por parte de apoderados y alumnos, que quedan impunes.

“Porque si bien existen conductos regulares, estos no son llevados a cabo como corresponde. Esta situación les genera un miedo importante a los docentes porque al fin de cuentas, no pueden hacer ningún reclamo, y si es que los hacen, la mayoría de los directores prefieren bajarle el perfil a los hechos de este tipo para salvaguardar la imagen de la institución”, sentencia.

DEVALORIZACIÓN DEL ROL DOCENTE

Para el dirigente nacional, el mismo Estado ha contribuido a desgastar la imagen de los profesores por responsabilizarlos de una mala educación. “Las mismas políticas públicas han ayudado a erosionar la figura del docente en la escuela porque se nos responsabiliza de la crisis educativa, y esas afirmaciones lo único que hacen es desgastar nuestra figura pública”.

Para Daniel Aguilera, secretario general comunal del colegio, el proceso de desarrollo de la educación ha permitido que el apoderado se convierta en “cliente educativo”, más que un actor que sea un apoyo en la formación valórica de los alumnos.

“Hoy los apoderados se sienten con la atribución de exigirnos cosas que no nos corresponden en su totalidad, porque si bien nosotros tenemos el rol de fomentar conductas valóricas positivas, estas deben venir inculcadas desde el mismo hogar, desde los mismos padres o apoderados. Y si es que los alumnos incurren en faltas morales o violentas, a nosotros se nos responsabiliza del actuar del niño, lo que desemboca muchas veces en violencia física o verbal hacia nosotros. Ya no es el mismo respeto de antes”, sentencia.

Eduardo González, dirigente nacional del Colegio de Profesores, denuncia falta de protocolos que salvaguarde
la integridad de toda la comunidad educativa, frente a hecho de violencia en las aulas. Foto: El Día.

AUMENTO DE LICENCIAS MÉDICAS

Rosa Castex, tesorera comunal del Colegio de Profesores, explica que el miedo e incertidumbre que viven los profesores por la falta de un protocolo concreto desemboca en “un incremento sustancial de licencias médicas, la mayoría por estrés o depresión. Ya que hoy nos sentimos con las manos atadas, no podemos darle la importancia correspondiente a los hechos de violencia hacia nosotros porque se nos solicita bajarle el perfil a estos asuntos para generar un clima educacional que no es el verdadero”.

Por último, añadió que este es un problema de la comunidad educativa general y que “si bien estos hechos ocurren con mayor frecuencia en establecimientos públicos, también se dan en privados”.       

 

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