• La autoridad universitaria asegura que las principales brechas en educación surgen desde los primeros niveles educativos.
  • En conversación con El Día Radio, Rosell sostuvo que cualquier proyecto educativo se sostiene en base a la calidad educativa que proporciona.
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Foto: Andrea Cantillanes
La autoridad universitaria señaló que es trascendente que los estudiantes se mantengan en la Región de Coquimbo y no privilegien otras zonas. Reconoció que están trabajando como casa de estudios y en forma responsable en alcanzar la acreditación

Sólo un mes como rector de la Universidad Pedro de Valdivia a nivel nacional tiene Rafael Rosell, destacado abogado formado en la Universidad Católica de Chile y que cuenta con una amplia experiencia en el ámbito de la educación universitaria en el país.

La autoridad universitaria llegó a la Región de Coquimbo para participar de diversas reuniones con personeros de la sede La Serena y también con autoridades regionales, para así generar alianzas desde lo público y lo privado.

“Hemos realizado labores  en la sede regional y también sostuvimos reuniones con el Municipio de Coquimbo. Nuestra idea es seguir profundizando nuestras alianzas regionales, porque creemos que la educación es el medio por el cual se produce la movilidad social. Nuestra idea es entregar una educación de calidad a las personas que desean estudiar en nuestra institución”, aseguró.

-¿Cómo visualizan la trascendencia de La Serena y Coquimbo para el desarrollo de la educación superior, lejos de las grandes urbes?

“Es un tema clave, porque es muy lamentable que estudiantes de la Región de Coquimbo deban trasladarse hasta Santiago o Valparaíso,  quienes apelan a alcanzar una calidad de educación determinada.  Para que existan profesionales de la zona que se queden en la región se debe entregar una educación de nivel. Por eso queremos hacer ese enlace, independiente de la carrera que se trate, porque dejar la región también es un golpe bien fuerte para los papás en lo económico”.

-Un paso importante para a la casa de estudios es apostar por la acreditación. ¿Cómo avanzan en esa dirección?    

“Se envió el informe de autoevaluación al Consejo Nacional de Acreditación. Se trata de un proceso muy importante, porque permite realizar una autocrítica interna y ver cuáles son las fortalezas de la institución, que considero tiene una enorme capacidad de resiliencia y que sigue trabajando para sus estudiantes. Concluido el proceso de autoevaluación, se envía el informe al CNA y nosotros esperamos que a principios de septiembre vengan los pares desde la capital a realizar la evaluación propiamente tal. Creo que por años estuvimos caminando por el desierto, pero poco a poco vamos retomando el camino que nunca debimos perder. Lo importante es ver la luz de la calidad, que es lo que nos exigen los propios estudiantes y sus familias, porque la Universidad Pedro de Valdivia cumple un rol social. Yo he trabajado en varias universidades, pero esta me llama particularmente la atención porque es inclusiva y solidaria”.

-En ese sentido ¿cuán clave es la aplicación de los distintos filtros para acceder a la educación, partiendo por la PSU?

“Creo que la PSU tiene un sesgo muy discriminatorio. Por ende, se trata de una prueba que no es inclusiva, es excluyente. Por ejemplo, personas que han estudiado en colegios municipales, tienen posibilidades, lamentablemente, de que les vaya mal en esta prueba,  y eso no es porque tengan menos capacidad, sino porque no han contado con una buena instrucción. La PSU te mide lo que te enseñaron durante segundo, tercero y cuarto medio, no si verdaderamente tenías la capacidad de ingresar a la universidad”.

“Si de verdad queremos fortalecer la educación pública, hay que colocar los recursos ahí y no en instituciones privadas”.

-¿Cuál es el problema de fondo a su juicio?

“Al respecto, te cuento que se hizo un informe en el año 2013. Y se señala que la PSU tiene cerca de 700 deficiencias, y discriminaba mucho a los jóvenes que estudiaban en un régimen técnico y no en el científico-humanista. Por ende, lo que hay que hacer es corregir esas deficiencias para que pueda evaluarse la capacidad del estudiante y no el colegio del que sale. Por ende, me parece muy mala idea cuando alguien plantea la posibilidad de realizar una prueba de redacción, lo que va a generar mayor discriminación”.

-¿Cómo enfrenta esta problemática la Universidad Pedro de Valdivia?

“El proyecto que nosotros proponemos es muy interesante, porque un importante porcentaje de nuestros estudiantes provienen de establecimientos municipales. Eso implica que se les está entregando una oportunidad, porque probablemente son la primera generación para una familia. Es gran desafío para los estudiantes pero también para los docentes, porque tienen que nivelar lo que la educación pública no pudo hacer”.

La gratuidad

-Bajo esa perspectiva ¿cómo siente que la gratuidad ha buscado resolver las brechas?

“La gratuidad se enfoca en la educación superior, y estamos perdiendo la oportunidad de que muchos de esos recursos vayan a la educación básica o media.  De hecho, si a mí preguntan, yo pondría toda la línea de los recursos en la educación pública, desde los párvulos, pasando pors la enseñanza básica, media  y universitaria. Por ende, quienes debieran acceder a la gratuidad deben ser las universidades públicas o las estatales y no entiendo por qué hay universidades privadas que la tienen, cuando en  ninguna parte del mundo pasa eso; por ende, si de verdad queremos fortalecer la educación pública, hay que colocar los recursos ahí”.

“Creo que la PSU tiene un sesgo muy discriminatorio. Por ende, se trata de una prueba que no es inclusiva, es excluyente”.

-¿Tiene reparos respecto de esta política?

“El más importante es la falta de seriedad con la que se implementó. Se lo dije al exministro Eyzaguirre en su minuto, porque era tan poco prolijo el trabajo que habían realizado, que ni siquiera tenían claro el momento del pago de los aranceles que se iban a entregar a las universidades por estudiante. Creo que se respondió a un clamor de la ciudadanía y de los estudiantes universitarios, lo que me parece muy bien. El tema es que los niños de las salas cuna no salen con las mamaderas a la calle ni tampoco lo hacen los estudiantes de enseñanza básica. Los recursos que se entregan a las universidades son enormes, pero si otras casas de estudios se suscriben, el sistema colapsaría.  La gratuidad facilita el ingreso de estudiantes que no pueden pagar los aranceles, pero impacta en la calidad, porque los recursos que entrega el Estado por este concepto solo cubren el pre-grado. Pero se dejan de lado otros aspectos, como son la investigación al interior de las casas de estudio, la vinculación con el medio, la extensión y los postgrados”.

-¿Y cómo hacer frente cuando las carreras universitarias se extienden?

“Muchas veces, ante las brechas de formación en la educación media, esos cinco años de pre-grado se pueden extender por uno o dos años más. Si bien miembros del Consejo de Rectores aseguran que eso debe pagarlo el Estado, finalmente son las familias o los padres los que deben hacerlo. Por esto, como tenemos una mala educación en enseñanza media, la gratuidad no va a cubrir. Por ende, me parece que se debe trabajar en base al Crédito Solidario, donde cuando tú encuentras trabajo, recién le comienzas a devolver al país.  Pero la gratuidad es un saco roto”.

  -¿Cómo se debe para comenzar a reducir brechas desde la más tierna infancia?

“Un paper plantea una tesis: dime en que jardín infantil estudias y te diré a cuál universidad vas a entrar.  Por ende, los niveles de discriminación que tenemos en este país son importantes, y por eso como sociedad debemos asumir en la importancia de la necesidad de cambios estructurales”. 3801ir

 

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