• Ester Rivas y Myriam Moraga en encuentro de familiares de donantes en Coquimbo.
  • Ester Rivas y Myriam Moraga en encuentro de familiares de donantes en Coquimbo.
  • Irene Monardes junto a su familia en encuentro de familiares de donantes en Coquimbo.
  • Ella es Irene Salazar, la hija de Ester Rivas, quien falleció el año 2007 producto de un accidente vascular.
  • Ester Rivas en corrida por la salud renal el 2012.
Día a día, miles de personas pierden a un ser querido de manera violenta y repentina. Muchas de ellas deben enfrentar la dura decisión de donar los órganos de sus familiares. Por este motivo, la Corporación del Trasplante cuenta con un grupo de apoyo para ayudar a transitar el camino de la sanación y comprensión del dolor.

Lucía Díaz G

Coquimbo

Hace 15 años, Myriam Moraga (59 años), se encontraba con su hija en el comedor de su casa, cuando la joven de 22 años le manifiesta su intención de ser donante de órganos. “En ese momento, a mí me molestó su comentario por el hecho de que se pusiera en esa posición, entonces me paré de la mesa y me fui enojada”, relata la madre.

“Una semana más tarde, vuelve a tocar el tema y me molesté nuevamente. Ella me toma la mano y me dijo ´mamá de verdad que si a mí me llega a pasar algo, quiero que donen mis órganos`. El lunes siguiente le dio una aneurisma cerebral y ya no había nada más que hacer”, agrega.

Luego de que falleció su hija, Myriam decidió buscar información sobre la materia y llegó a la Corporación del Trasplante. Una vez allí, conoció a un grupo de madres que estaban viviendo su mismo sufrimiento. “Uno siempre cree que es la excepción, pero no es así. Formamos un grupo de apoyo para darnos contención”, comenta.

Ester Rivas (66 años), quien también es parte de las voluntarias de la corporación, recuerda emocionada el 7 de julio del 2007, día en que su hija de 27 años sufrió un accidente vascular que le quitó la vida. “Llevaba tres meses casada cuando ocurrió. Su marido la llevó a la clínica y no hubo nada más que hacer”.

Pese a que el primer trimestre de este año, el ministerio de Salud anunció un aumento de donantes de órganos en Chile, de 20 a 29 en relación al año pasado, existen alrededor de 1800 personas esperando recibir un órgano, muchas de las cuales mueren en el camino, como sucedió con el pequeño León Smith, de cuatro años.

Bajo este escenario, Ester resalta la importante labor del grupo de apoyo de la corporación y de los hospitales, puesto que “me enseñó a que tenemos que educarnos sobre el tema, derribar mitos y aprender lo que desconocemos. Queremos derribar los mitos para que la gente pueda donar sin dudar, sin miedo”.

Compleja decisión

“No significó ningún problema tomar la decisión porque mi hija mayor es enfermera, entonces estamos familiarizados con el tema. El dolor nunca se termina, pero es enriquecedor recordar que respeté su voluntad, porque así uno duerme en paz pensando que sus órganos están haciendo feliz a otras familias y ojalá que duren lo más posible”, señala Ester Rivas.

Algo similar ocurrió con Myriam Moraga, quien cuenta que “no significó mayor problema tomar la decisión porque respetamos lo que ella quería. Con el paso de los años, me he sentido bien y orgullosa de lo que eligió. Nunca me he arrepentido, pero sinceramente si ella no lo hubiera manifestado, tal vez la situación seria distinta. Por esta razón, es importante conversar el tema en familia, que se hable antes”.

Un caso distinto fue el de Irene Monardes (53 años), quien perdió a su hijo hace cinco años producto de un accidente en moto. Luego de permanecer una semana en coma, lo tuvieron que desconectar. “Él nunca nos comentó su intención de ser donante, pero su pareja nos contó que a ella se lo había mencionado. Fue muy duro aceptarlo”, sostiene.

A diferencia de las voluntarias, la madre asegura que “nos costó demasiado tomar la decisión porque se trata de un proceso muy doloroso. Existen muchos sentimientos encontrados, porque sabes que hay otra persona sufriendo y esperando un órgano, pero al mismo tiempo vives una pena tremenda. Finalmente lo hicimos para darle felicidad a otra familia”.

 Importancia de la contención

Las tres mujeres coinciden en que ha sido súper gratificante asistir a grupos de apoyo tanto en la corporación como en establecimientos de salud. La relación que se gesta entre los familiares de quienes han sufrido pérdidas, es vital para reconciliarse con su historia.

Según relatan, el hecho de compartir experiencias ayuda a entender cómo expresar y canalizar el dolor. Irene cuenta que todos los años, el hospital de Coquimbo la invita a ser parte de un encuentro donde prevalece la empatía, el apoyo y la conexión con distintas realidades que se asemejan a la suya.

En tanto, Ester señala que “sentí en un momento la necesidad de integrarme a un grupo de apoyo, para poder escuchar y sentirme acogida por mis compañeras. Gracias a esta contención me he ido rearmando, encontrando un propósito que es promover la donación de órganos en Chile”.

A su vez, Myriam invita a los familiares de donantes a “buscar apoyo, asistir a los talleres que se realizan dos veces al año, donde se responden las interrogantes habituales, siendo la más recurrente la pregunta de cómo contactar a los receptores de sus seres queridos”.

 

RECUADRO...

RECEPTEROS DE ORGANOS

 

Desde el 2010, la Ley de trasplantes 20.413 indica que “no podrán facilitarse ni divulgarse informaciones que permitan identificar al donante. Asimismo, los familiares del donante no podrán conocer la identidad del receptor, ni el receptor o sus familiares la del donante, y queda prohibida cualquier difusión de la información”.

Si bien el marco legal es estricto en la protección de la vida privada de los receptores, es inevitable que las familias quieran conocer la persona que recibió el órgano de su ser querido. En esta línea, Myriam comenta que “las familias insisten y tienen mucha curiosidad por saber. Antes, cuando se podía, se trataba de un proceso lento y donde las dos partes estaban de acuerdo”.

En tanto, Ester manifiesta estar en conformidad con la ley actual, puesto que “cuando era legal, se generaban situaciones dolorosas porque muchas veces el receptor se sentía invadido y no tenía una buena reacción con las familias, contestando incluso con garabatos. De esta manera, se evitan malos tratos”.

Sin embargo, agrega que “si por cosas de la vida, el receptor se pone en tu camino bienvenido sea”. Esto fue lo que le sucedió a Irene, cuando el joven que recibió el corazón de su hijo se contactó con los hermanos de éste para conocer a la familia y entender algunas conductas que estaba presentando.

“En su momento él fue prioridad nacional. Se contactó con mis hijos por un tiempo a través de Facebook. Después perdimos el contacto, pero tampoco quisimos ubicarlo porque no era justo invadir su privacidad. Lo único que siempre pienso es que una parte de mi hijo está presente en otra vida”, concluye Irene.

 

 

 

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