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Pese al crudo diagnóstico de un cáncer terminal, Eduardo Aguilera fue capaz y apoyado de sus amigos de toda la vida, de hacer cumbre en el Kilimanjaro, en Tanzania, cumbre de 5.892 metros.

Las 22:34 horas en África del pasado martes (15:34 de nuestro país) y Eduardo Aguilera, se sentía un agradecido de haber tenido un momento de descanso en el parque y reserva Ngorongono.

Un día antes, había podido  realizar unos safaris  por el parque Nacional Serengueti, “realmente se pasó, una belleza”, agradecido de poder disfrutar de ese instante, acompañado de mis amigos Rodrigo Carmona y Rodrigo Cabrera”, explicaba a través de una conversación vía whatsapp a diario El Día, el deportista capitalino que el pasado lunes había hecho cumbre  en  el Kilimanjaro (5.892 metros), famosa montaña  ubicada al noreste de Tanzania.

Una historia real

Para algunos, una aventura de tres amigos que dejaron atrás sus afanes familiares para darse una escapada y volver cargados de energía,  imágenes y vivencias que atesorarán por siempre, más si varios de ellos ya cumplen medio siglo de vida.

Si bien puede haber algo de eso, la historia del “Chico” Aguilera tiene una tremenda cuota de densidad emocional, donde se pone a prueba la capacidad de superación, actitud y el rol que juegan tus “socios de la vida”.

Sin embargo, detrás de este tridente de amigos, hay una potente historia, que no todos conocen y que tiene un profundo mensaje de esperanza, lucha, valor, de superación personal, como también de empatía y solidaridad.

Eduardo Aguilera,  dejó de trabajar una vez que le diagnosticaron un cáncer terminal. Eso si no ha dejado que la adversidad le robe su pasión.

Explica desde Tanzania que “la historia de su cáncer es “súper heavy”. Es una historia que una persona  no se la espera. Tengo 50 años, era director comercial de una filial del Grupo Sonda, y me iba bien en lo profesional y económicamente me iba bien, son golpes de la vida súper fuertes”, explica.

Cambio de planes

Recuerda que en el año 2017 proyectaban escalar el Aconcagua junto a Rodrigo Cabrera, uno de sus amigos y miraban como  proyección poder subir el Kilimanjaro, como el gran desafío de la temporada 2019, “realmente estábamos planeando la cumbre del Kilimanjaro para ir cumpliendo un poco las etapas del circuito de las 7 cumbres, un desafío mucho mayor donde está el Everest. Era un desafío y a su vez, una meta, retos que si al final los voy cumpliendo, es como volver a nacer”.

Mirar hacia adelante era una labor de todos los días. Les gusta el montañismo a estos amigos y generalmente se abrazaban en las cumbres de los cerros nacionales, aunque el destino traza otros momentos inesperados, “el 1 de marzo del 2018 sentí un dolor en el pecho, me hice una endoscopía, la situación fue compleja. Vi tres médicos en dos días, no esperaron biopsia y decían que era cáncer, pero había que hacer un examen que diría que tan avanzado se encontraba.

A modo de información existen 4 etapas en el cáncer: En la 1 cuando está encapsulado, cáncer primario que se puede sacar, es más común; el 2, cuando alcanza a tocar algunos ganglios, además del tumor primario, toca otras partes de los ganglios cercanos; la 3 es lo mismo, pero toca los ganglios más lejanos y la 4 es cuando toca algún órgano, en el caso mío fue etapa 4, un cáncer de esófago gástrico, con ganglios cercanos y lejanos y metástasis en el hígado”.

La quimioterapia

Esta cruda realidad hizo que se trastocaran los planes. Se cancele el viaje al Aconcagua y se comience con el tratamiento de quimioterapia de manera inmediata, “existen protocolos de donde no se salen los médicos”, puntualiza.

Recita los protocolo de folfox, cdf  y el folfiri. Un año después, marzo de 2019 recibe la noticia que pese a la quimio, estaba perdiendo la batalla, “pero existía una alternativa más que era la inmunoterapia que se ha estado ocupando en algunos tipos de cáncer, pero en el mío específicamente y con exámenes que me hice en Hong Kong, el resultado me dio que no tenía muchas probabilidades”.

Su conversación, por momentos, se detiene. Se nota cansado, tose dos o tres veces. Vuelve y con una cuota de ilusión señala que,  “al parecer esa inmunoterapia está haciendo algunos efectos, está deteniendo el avance de los tumores, pero estamos en un punto de inflexión, donde todavía no sabemos si esto es real o no. Es un tema complejo todavía”.

La actitud

Cambia. Todo cambia. No todos los enfermos reciben la enfermedad de la misma manera. Para eso resulta determinante la actitud, palabra que reiteró bastante en la conversación.

“La actitud  mía es súper positiva, ni sabía que la tenía. Me levanto todos los días pensando en que la vida hay que vivirla y me deprimo poco. No es que sea normal, cuando  recibes una noticia como esta, te vas quebrando, es complejo sobrellevarla. Al mismo tiempo decidí dejar de trabajar, no lo hice más, me quise dedicar completamente a la curación de mi enfermedad. Es bueno aclarar que la palabra curación esta mala, ya que  el cáncer en etapa 4 , en cualquiera de los cáncer, no es curable, por lo tanto todo lo que te hacen hoy día es paliativo, es para mantenerte y darte una mejor calidad de vida en el tiempo que te queda y aumentar ese tiempo de vida, esa es la posibilidad que tienes tú, no es una capacidad de sanarse. En mi caso, la estadística mundial habla que un 5% de las personas que tienen este cáncer sobreviven después de los 5 años, así se mide la tasa de sobrevivencia de la enfermedad”.

Frente a eso es importante no sentirse solo. Tratar de aprovechar cada segundo, cada minuto, “insisto que el tema de la actitud es re importante, hay que tratar de tenerla, si no la tienes, tratar de aprender, ya que hay salir de esto en el día a día. Te queda mucho tiempo, es como un regalo, ya que te dicen que vas a morir en un cierto tiempo y por lo tanto tienes muchas cosas por hacer. Es heavy si lo tomas de manera positiva y muy negativo, si lo tomas en forma negativa”, indica.

Los amigos

En ese sentido, cobra importancia la familia, los amigos. La manera que todos ven la enfermedad. Su mujer, que le dice que lo haga todo y sus dos hijos de 17 y 10 años que siempre  lo respaldan y estimulan.

“La familia lo es todo, ellos te quieren ver feliz, todo es un mundo feliz aunque desde afuera se ve negro, esa es la realidad por lo menos”, enfatiza.

“También tengo la dicha de tener dos amigos que merecen un párrafo aparte, “El “Negro” Rodrigo Carmona y Rodrigo Cabrera (Carmelo) mis amigos de hace 33 años, que los conocía del tiempo que vivía en la zona, mis papás viven en Ovalle desde hace 25 años, por lo que me considero de la región de Coquimbo, nos seguimos comunicando y viendo, son padrinos de mis hijos, no habría podido llegar acá al Kilimanjaro sin ellos. Un desafío así requiere de tiempo y han sido los que más te han ayudado,  en cualquier situación con lo crítico que podría haber pasado, eran mis compadres, estoy agradecido de ellos, ha sido una experiencia interesante, nuestra amistad se refuerza cada día más, pero que tus amigos, sabiendo que algunos estaban complicados por los tiempos o el tema económico y decidan acompañarte, tiene que destacarse tanto como los otros temas que te he mencionado”, puntualiza.

Recursos

El cáncer está asociado al alto costo y la necesidad de contar con recursos. Se podrá disponer de actitud, pero sin dinero es imposible llevar esta enfermedad, “el tema económico es fuerte, si ya te tienes que preocupar de la enfermedad y más encima del tema económico, la verdad es que de una de las cosas te vas a morir. En mi caso tengo la suerte de tener seguro catastrófico por lo cual en términos económicos ha sido insignificante y agradecido por eso de la vida”.

Todo esto lo ha hecho entender lo que ocurre con la gente que sufre de cáncer, “si me llego a realizar el tratamiento de inmunoterapia, que estamos en un punto de inflexión y que podría mejorar toda mi situación un poco más, estamos hablando de que podría llegar una cuenta de 18 a 20 millones de pesos mensuales, que es lo que cuesta en una clínica y si lo haces por el hospital, no te lo harán porque no está cubierto, ya que el auge cubre 4 o 5, el resto no porque no existe una ley de cáncer”. 

Ley de cáncer

Recupera sus  fuerzas, levanta la voz y hace un llamado a todos para que en Chile se luche por una ley del cáncer, ya que está llegando a tener el mayor porcentaje de muertes por consecuencia de una enfermedad, “si no tienes una ley que te ampare con esto, la verdad es que muchas personas dejarán de hacerse el tratamiento y van a morir y vamos a llegar al resultado o la consecuencia que no podrán hacer esto de que estoy haciendo yo”.

“Vine a África, buscando un desafío, subiendo a 5.890 metros, donde además mis exámenes me dicen que mi hemoglobina que es la que te lleva el oxígeno a la sangre es menor. Quizás no era un desafío muy fuerte, en términos de exigencias técnicas, pero para una persona que tiene una enfermedad como yo, la verdad es que pudo haber sido más complejo, pero estoy acá, lo hicimos, es súper bueno, es por un tema de actitud y las posibilidades de poder lograrlo y las expectativas de vida que puedas tener, para eso  el estado debería preocuparse de los temas más importantes que son la educación y la salud”.

Por eso se imagina un país diferente, con más posibilidades, “después de este diagnóstico y si nos imaginamos un Chile más perfecto, con una ley, la verdad es que muchas personas podrían estar sintiendo estas sensaciones como yo. La verdad es que para alguien que le entregan un diagnóstico duro y te digan que tu vida se va acabando en algún momento, el poder ir cumpliendo estos desafíos, pasó a ser sumamente gratificante”, cerró.

Factores de riesgo

Si la vida, los tiempos, las fuerzas se lo permiten, Eduardo tiene claro que seguirá trabajando por completar las siete cumbres, un conocido objetivo del montañismo. Son los picos más altos en cada uno de los siete continentes. Las montañas que  forman este desafío son:

Everest en Asia (8.850 metros); Aconcagua en América del Sur (6.962 metros); Denali en América del Norte (6.194 metros); el Monte Elbrús, Europa (5.642 metros); Monte Vinson, Antártida (4.897 metros); y el Puncak Jaya de Australia / Oceanía de (4.884 metros).

Ya cumplió con el Kilimanjaro, una montaña situada en el noreste de Tanzania, formada por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962m de altitud; el Mawenzi al este, de 5149 m y el Kibo, el más reciente desde el punto de vista geológico, situado entre ambos y cuyo pico, el Uhuru, se eleva hasta los 5891,8 m y se constituye en el punto más elevado de África. Además de por este hecho, el Kilimanjaro es conocido por los famosos campos de hielo de su cumbre, que se están reduciendo de forma drástica desde principios del siglo XX y se estima que desaparecerán por completo entre 2020 y 2050.

 

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