Cuando se quiere conocer un destino que está por fuera del circuito tradicional, dicen los expertos que el camino muchas veces suele ser algo más inquietante. Y hasta peligroso.
Y eso le sucedió a Alexis Cortés y Leonardo Aracena cuando decidieron salir a dar una vuelta en bicicleta y recorrer la montaña a la que llaman El Diablo, ubicada a unos 6 kilómetros de Altovalsol. El objetivo era llegar hasta un punto en donde pudieran otear La Serena y alrededores, pues desde allí, les contaron, la vista se deleita. Sin embargo, ambos amigos no imaginaron nunca que lo iban a pasar tan mal.
Fue el jueves 15 de diciembre, a eso de las 09.00 horas, cuando agarraron sus bicicletas y partieron a buscar senderos, como lo hacen unas dos o tres veces al mes junto a otros amigos y que esta vez, por razones laborales, se ausentaron.
Entonces, los dos se embarcaron rumbo al sector del Cajón El Romero y luego subieron por un camino que se dirige a unas minas casi llegando a Altovalsol, para después llegar al cerro El Diablo, el objetivo.
“Salimos a las 09.00 de la mañana y por arriba no hay camino, sino que uno se los va haciendo con la bicicleta. Llegamos como a la una de la tarde a ese sector, pero luego, cansados, decidimos bajar justamente por el mismo lugar, pues era el camino más cercano que teníamos. Recuerdo que lo hicimos por unas quebradas que finalmente nos llevó a un sector donde se encuentra un Polígono”, cuenta Alexis.
Y agrega que “todo iba bien hasta la mitad del camino, donde nos encontramos con un caballero que no supimos si es el dueño o el guardia del lugar. Nunca nos dijo nada y tampoco quiso que le explicáramos lo que hacíamos ahí. Es que por esa parte nadie baja y nadie anda, sino que cada cierto tiempo lo hacen algunas cabras, que fue lo que nos contaron amigos con los días posteriores. Pero nosotros bajamos por ese punto porque veníamos muy cansados y era la zona más cercana para hacerlo, de lo contrario teníamos que volver a subir el cerro y dar la vuelta por donde habíamos llegado, lo que nos habría llevado un par de horas más”.
Entonces, Alexis (40) y Leonardo (36) se mantuvieron ahí, inmóviles, ante la presencia de aquel señor. Reconoce Alexis que la primera reacción de la persona fue que no se acercaran hasta donde él se encontraba, distante a unos 30 o 40 metros.
“Primero nos echó a los perros, unos pitbull, pero por suerte no nos hicieron nada, ya que cuando llegaron al lado nuestro lo hicieron muy animosamente. Luego de eso se metió a su casa y una señora que estaba con él, muy amable, nos dijo que bajáramos por ese lugar, que como ya estábamos acá… Nos quiso dar la entrada, pero el caballero seguía molesto y dijo que nos devolviéramos por donde llegamos. Salió con un arma apuntándonos. Fueron momentos muy tensos, ya que no sabíamos qué podía hacer. En un momento nos dimos la vuelta y escuchamos unos disparos. Y no sabemos si disparó al aire o a nosotros. Le decíamos que se calmara, porque estaba muy ofuscado e insistía en que nos devolviéramos por donde llegamos, que era subir nuevamente el cerro para buscar otro camino. La verdad es que nos perdimos, pero porque en ese lugar no existe señalización y nada que diga no entrar”, aseveró Cortés, que por temor a lo vivido no interpondrá junto a su amigo una querella. No obstante, sí llaman a que la gente tenga más cuidado cuando se encuentre por ese lugar y que las autoridades o dueños del sector pongan alguna señalización.