Paulina Saball, ministra de Vivienda y Urbanismo: “La celeridad en el proceso de reconstrucción no puede ir en contra de la calidad”

Si bien es cierto que el terremoto y tsunami del 16 de septiembre de 2015 aún deja muestras de su impresionante fuerza y sus efectos, han habido señales de recuperación paulatina, donde el esfuerzo de las propias familias afectadas, más el respaldo de instituciones gubernamentales, ha permitido que salgan adelante, con altos y bajos.

En ese contexto, la ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball, se hizo presente en la Región de Coquimbo para conocer de los avances y mejorías en las principales comunas afectadas de Choapa y Limarí, además de la denominada “zona cero”, en el sector de Baquedano y en la caleta de Coquimbo.

-¿Cuál es su análisis tras esta visita, a un año de la catástrofe?

“Hemos efectuado la constatación efectiva de que el proceso de reconstrucción en materia de vivienda y obras urbanas está en pleno y desarrollo. Ya pasamos la etapa del catastro y de los instrumentos con los que debíamos trabajar y de la definición de las redes de apoyo que van a sostener este proceso de reconstrucción, como son los profesionales, las empresas contratistas y el rol de los municipios. Ya son 1.600 soluciones que están terminadas y en las comunas donde estuvimos, como Los Vilos, Canela, Illapel, Combarbalá, Ovalle y en Coquimbo vemos resultados de procesos ya concluidos u obras en ejecución. El proceso de reconstrucción está desplegado”.

-¿Qué destacaría respecto a las tareas que se han desarrollado desde la región?

“Me ha parecido muy oportuna la forma en que se han activado los recursos de la economía, de las competencias y de las capacidades locales. En todas partes, las redes de ferreteros estuvieron comprometidos con el proceso, aumentando sus ventas aunque sin subir los precios, estableciendo un vínculo con las familias que han usado esas tarjetas de banco de materiales. Quedé impactada además con los contratistas que son locales, y si no lo son, contratan mano de obra local, por lo que se genera una relación virtuosa entre las familias afectadas. Yo no percibí esa relación en ninguno de los otros procesos de reconstrucción en el país, junto con destacar que las soluciones han debido adaptarse a las realidades de cada lugar y cada familia, con diseños y terminaciones diferentes, lo que vimos mucho en Illapel. Han habido vínculos afectivos, lo que ha influido en la calidad de las viviendas y en una superficie mayor de la que hubiésemos esperado, aunque por ejemplo hemos tenido que adaptarnos a una materialidad más ajustada en Canela, recuperando la original. Las familias además se organizaron desde un principio, sin esperar que el Estado les resolviera el problema. Aspiran a participar. Además, es importante señalar que a raíz de este proceso tenemos una mayor cantidad viviendas regularizadas, que no son ampliaciones, lo que garantiza seguridad y aumenta el valor de las viviendas”.

-¿Están conformes con lo realizado hasta el momento?

“Se ha avanzando de buena forma, pero queda un largo camino que recorrer. Estas cualidades y atributos de la Región de Coquimbo esperamos se traduzca en la solución del 100% de los casos. Por ejemplo, en La Serena nos hemos preocupado de proteger el patrimonio del adobe y en otras áreas típicas, sin tener que demoler lo que es el patrimonio. Hay una pertinencia en la reconstrucción”.

-¿Qué se le puede decir a la oposición, que señala que la reconstrucción ha sido lenta y poco efectiva, sobre todo en el sector de Baquedano?

“Un proceso de reconstrucción es un proceso complejo, con decisiones acertadas y debe definir los recursos necesarios. Reconstruir requiere estudios previos, cuando se pone en juego la seguridad y la vida de las personas. Si hablan de retraso no entiendo a que se refieren, porque esta región rápidamente tras el decreto de emergencia volvió a tener comunicaciones normalizadas, sobre todo en zonas rurales. Que hayan casos más complejos, eso no significa que hayan retrasos propiamente tal. En el caso específico de Baquedano, en Coquimbo, el tema no está en la rápidez de la entrega de subsidios, sino en los estudios responsables que se deben efectuar. El tema es como compatibilizar las condiciones de riesgo con la obra final, por ende me parece que es una afirmación muy genérica decir que el proceso de reconstrucción ha sido lento”.

-¿Le parece una afirmación irresponsable?

“No, pero me parece que cuando se trabaja en soluciones deben existir decisiones responsables y con la mayor cantidad de visiones posibles. Todos quisieramos que una tragedia de este tipo no hubiese ocurrido y poder reponer a las personas su vida de una forma rápida. Es como si yo quisiera volver atrás y evitar que una persona se enferme. No soy autocomplaciente, pero la celeridad no puede ir en contra de la calidad. Ninguna tragedia en el país ha tenido tal nivel de ruralidad, que nos ha obligado ha realizar programas especiales. Tenemos que aumentar el nivel de efectividad de los resultados”.

- ¿Cuáles son las principales lecciones que usted sacaría en torno a una tragedia como la que se vivió en la región y el posterior inicio de la reconstrucción?

“Destaco en forma especial la capacidad de reacción que hubo, donde la economía local fluyó muy rápido. Han habido acciones destinadas a recuperar las fuentes de trabajo, como en Tongoy, donde los mismos locatarios se fueron apoyando. Creo que el rol de los municipios fue fundamental, por la extensión del terremoto y su ruralidad, que se hicieron cargo de las demoliciones con la Subdere. Hay una capacidad local instalada y que no advertimos en un principio, por eso quiero destacar 270 viviendas recien construidas en Illapel, que han respondido a la calidad antisísmica que debe existir. Es una tema que debemos conversar como sociedad por cierto, para enfrentar futuros eventos. Debemos fortalecer nuestras competencias en el sector rural y esta emergencia demostró que existen capacidades locales que debemos resaltar y mantener”. 3801i