• Los problemas de conectividad afectan cada año a la localidad de Puerto Aldea que quedan aislados cuando ocurren temporales, tanto por el camino costero como el interno por Hacienda El Tangue.
  • Malvina Alvarado, vecina de Puerto Aldea (a la derecha)“Acá viene poco visitante, porque nos afecta el camino. Si tuviéramos una ruta vendrían turistas. Tenemos cabañas pero no vienen. Si usted solo mire la calle principal, llena de hoyos y nadie la arregla. Acá falta más apoyo”. Marilú Hidalgo, vecina de Puerto Aldea (a la izquierda) “Nos tienen aislados, abandonados, porque este año para los temporales vino el alcalde y después no se vio más. Solo nos traen una caja y reaccionan por el rato, nada más”.
  • Calles vacías y con signos del temporal de mayo se pueden ver en Puerto aLdea. Los vecinos exigen apoyo para construir más áreas verdes y mejorar el entorno.
  • Los estudiantes de Puerto Aldea saben que la comunicación es vital en el pueblo. Por ello participan de un taller de radio en su colegio y mantienen informada ala comunidad cuando quedan aislados.
  • Los niños de Puerto Aldea son felices en su localidad, pero reclaman por más lugares que les permitan reunirse y jugar, mayor limpieza y árboles.
  • La caleta de Puerto Aldea posee una de las plazas más hermosas de la comuna y a pesar que se encuentra cercana a Tongoy, los beneficios del turismo no han llegado a la localidad.
Crédito fotografía: 
Andrea Cantillanes
Sólo 45 kilómetros separan a esta caleta con el centro de Coquimbo en un viaje de no más de una hora. Sin embargo, el deterioro del camino no ha permitido que el desarrollo llegue a los cerca de 350 habitantes que viven, en su mayoría, de la caprichosa pesca artesanal y recolección de algas. Por muchos años han luchado por la concreción de una ruta que termine, de una vez por todas, con su dependencia a los factores climáticos que los dejan aislados del progreso. Puerto Aldea está conformado por no más de cien casas de distintos colores en medio de los roqueríos y la quebrada, desafiando el mar. Al frente se puede ver la Playa Grande de Tongoy, donde la vida es absolutamente distinta llena de turistas y mucho movimiento en todo el paseo costero, pero en esta caleta pareciera que el tiempo transcurre en forma diferente.

Malvina y Marilú caminan lentamente por la Calle Larga de Puerto Aldea. El fuerte sol las acompaña y la temperatura comienza a subir. Cargan sus bolsas con frutas y verduras, tratando de esquivar las grietas en la calle de tierra, esas que quedaron tras el fuerte temporal de mayo del 2017 y que transformó en estero todo el camino.

“Menos mal que los jueves vienen a vender algunas verduras y frutas acá, porque si no tendríamos que viajar a Tongoy por ese camino malo”, nos dice Malvina quien vive hace más de 30 años en Puerto Aldea junto a su esposo Ángel Véliz.

La Calle Larga no tiene lugares para descansar, solo unos pequeños arbustos. La tierra que nos hace sentir aún más el calor de este día, se alivia a ratos con la brisa del mar. Parece un paisaje sacado de alguna película del viejo oeste, de esos pueblos abandonados y olvidados.

Puerto Aldea está conformado por no más de cien casas de distintos colores en medio de los roqueríos y la quebrada, desafiando el mar. Al frente se puede ver la Playa Grande de Tongoy, donde la vida es absolutamente distinta llena de turistas y mucho movimiento en todo el paseo costero, pero en esta caleta pareciera que el tiempo transcurre en forma diferente.

Llegamos por Hacienda El Tangue y desde el momento en que entramos es como volver al pasado. Es difícil, para quien no vive en la localidad, saber qué camino tomar para ingresar a la caleta.  Pasamos por frente de la pulpería de la Hacienda y hay unos pequeños puentes de madera para el paso de los vehículos y a un costado de ellos, se puede ver pequeñas pasarelas de  peatones, débiles estructuras de palos viejos que no soportarán un nuevo invierno.  Son cerca de 40 minutos de viaje desde Tongoy, una distancia corta para muchos, pero que los habitantes del balneario consideran un largo trecho hacia el progreso y las oportunidades.

¿Viajaron por Hacienda El Tangue o por la costa? Ésta es la primera pregunta que realizan todos los habitantes de Puerto Aldea a los visitantes. Si estos últimos responden que llegaron por la primera ruta, dirán que se devuelvan por la costa para que comprueben lo malo de la vía, que fue entregado hace unos meses, luego que las marejadas lo destruyeran. Si responden que por la costa, reclaman que por la Hacienda El Tangue es muy largo y ha provocado varias muertes. Porque al final de cuentas, ese es el tema central del desarrollo de Puerto Aldea, la necesidad de mejorar la conectividad vial.

La Hacienda El Tangue y el camino costero son las dos rutas para llegar desde Tongoy. Por la costa no son más de 20 minutos y por el Tangue no más de cuarenta minutos, pero ambas rutas desaparecen en invierno, lo que deja aislados a sus habitantes.

 “Menos mal que los jueves vienen a vender algunas verduras y frutas acá, porque si no tendríamos que viajar a Tongoy por ese camino malo”, MALVINA ALVARADO, vecina de Puerto Aldea

MÁS ESPACIOS PARA JUGAR. En la escuela del pueblo, los niños de séptimo y octavo básico están concentrados construyendo un pesebre. Es una sala pequeña, pero llena de instrumentos, libros y estantes. Son los últimos días del año y esperan pronto salir y poder andar en bicicleta, jugar futbol en la multicancha o disfrutar del mar.  “Aunque nos gustaría tener más lugares para jugar, con más árboles”, señala Joseph Antiquera de 13 años y que cursa séptimo básico.

En la escuela están matriculados 24 alumnos de primero a octavo básico, divididos en cuatro niveles. Una matrícula que se mantiene cada año, ya que de las aproximadamente 350 personas que viven en Puerto Aldea,  la gran mayoría es población joven y adulta, por lo que también funciona un jardín infantil con 14 párvulos y un club deportivo juvenil. Por otra parte, los estudiantes que salen de octavo básico deben dirigirse a Tongoy o Coquimbo para continuar sus estudios de enseñanza media.

“Esta es una escuela bastante especial en la comuna, porque es una de las únicas que mantiene séptimo y octavo por un tema social. No somos ni de allá ni de acá, estamos en el centro. Ni somos urbanos ni rurales”, señala Nilson Véliz, profesor encargado del establecimiento y representante del Comité Operativo de Emergencia (COE) en la localidad.

Si hay algo que tienen claro los pequeños estudiantes, es que viven en un  pueblo que depende del clima y que necesitan estar comunicados, por ello todos los días realizan análisis meteorológicos y realizan un taller de radio que transmite desde la emisora comunitaria Océano, en la que informan las principales noticias. Radio que también es el medio que une al pueblo cuando los fenómenos naturales los han dejado aislados.

Nilson se crió  y jugó en las calles de tierra de Puerto Aldea y estudió en la misma escuela que ahora dirige.  Se siente un afortunado al apoyar el desarrollo de la localidad donde ha vivido la mayor parte de su vida. “Me fui a estudiar pedagogía y por cosas del destino, volví a Puerto Aldea, vivo acá y conozco la necesidad de nuestra comunidad, que es bien compleja. Soy hijo de Puerto Aldea y que esté trabajando en el colegio es especial. Estudié aquí, conozco a mi gente y sufro con ellos por las inclemencias del tiempo y el mal estado del camino. Mi intención es poder ayudar con un granito de arena más que entramparlo”, relata.

Cuando hay problemas con la lluvia en invierno la gente no puede trabajar, el camino es lo peor. Vamos cada 15 días o una vez al mes a comprar a Coquimbo”, ROSA OLIVARES, vecina de Puerto Aldea

AÑO QUE MOSTRÓ SU FUERZA. El 2017 fue año ajetreado para el profesor. El temporal del mes de mayo impactó fuertemente en el balneario. Varias viviendas se inundaron y también la escuela, por primera vez en su historia.

Como representante del COE, Véliz debió dirigir las acciones para despejar vías, trasladar alimentos y personas, porque por varios días la localidad quedó completamente aislada sin caminos, ni por El Tangue y menos por la costa, ya que las marejadas destruyeron la vía. Luego llegaron las lluvias de fines de junio que dificultaron aún más la situación.

“Uno puede decir que la gente ya está un poco acostumbrada y se prepara”, señala el docente. Así por ejemplo, los niños concurren normalmente a clases, porque poseen un estanque con más de cinco mil litros de agua, los víveres llegan para un mes y todos viven en zona segura.  De esa manera, las familias que habitan en la localidad siempre están provistos con algunos alimentos, agua y algo de dinero.

Pero el año pasado fueron muchos días y hay temas que les preocupan, tales como el agua potable, ya que poseen una planta de osmosis inversa, cuyo único operario vive en Tongoy y si quedan aislados, deben trasladar al trabajador por helicóptero o vía marítima para que la comunidad no pierda este vital elemento.

Algo similar ocurre si se corta la luz, pues la llegada del personal especialista en estas emergencias también demora mucho. La localidad está dotada de un grupo electrógeno, que se acciona en caso de dos o más días sin suministro eléctrico, sin embargo, es necesario que acuda un experto para hacerlo partir, explica el profesor.

La conexión vía aérea tampoco es tan factible, debido a que no cuentan con un helipuerto cercano, lo que dificulta los traslados de personas y víveres. En el invierno del 2017 las aguas reblandecieron el terreno y el helicóptero no pudo aterrizar, por lo que están trabajando para tener un espacio seguro para el descenso de las naves. “Esto nos puede servir en caso de emergencia o enfermedad,  porque acá ocurren situaciones graves. Si la ambulancia no puede llegar, un helicóptero es más rápido, pero el lugar donde aterrice debe ser seguro y cerca de la comunidad, para gestionar situaciones de forma rápida y no tanta burocracia”, manifiesta Véliz.

La salud también es otra preocupación. Puerto Aldea posee una posta, pero ésta depende del Cesfam de Tongoy.  Rony Acuña trabajó por varios años como paramédico en este poblado, pero hace seis años se trasladó a El Tangue. Por unas semanas volvió nuevamente al balneario para reemplazar a la encargada de centro de salud que se encuentra de vacaciones. Un lugar que está abastecido con medicamentos y oxígenos y materiales de urgencias.

“Acá ocurren muchas situaciones en el ámbito de la salud, es una población joven y hay enfermos crónicos, presencia de diabetes y otras patologías. Es complicado en el invierno por el tema de los caminos, bajan los esteros y las quebradas y quedamos aislados. Esto ha sucedido muchas veces, fue peor este año que hasta el Tangue estaba cortado  y no se podían trasladar y a algunos se les trasnportabaen botes”.

UN PUEBLO EN EL OLVIDO. Rosa Olivares está bajo la sombra de un toldo de plástico seleccionando un poco de frutas y verduras en el puesto de Sergio Gutiérrez. Ella vive hace más de 35 años en Puerto Aldea y siente que el no tener que maltratar su vehículo en ese camino en mal estado para ir a comprar a la feria en Tongoy, es un alivio.

Todos estos años viviendo en este lugar le dan argumentos para señalar que su pueblo está en el olvido y que sólo se acuerdan de ellos, entregando una caja de alimentos, cuando quedan aislados. “Si tú ves Puerto Aldea tiene una playa hermosa, pero si vienen los turistas van a encontrar que vivimos en un lugar feo. En las calles hay puras piedras y está lleno de hoyos, de los que quedaron en el invierno”.

Sergio escucha atento y asiente a las palabras de Rosa. Este comerciante tongoyino vio la oportunidad de negocio cargando su camión con los productos que no  vendió en la feria libre de Guanaqueros el día miércoles. Así, todos los jueves llega a Puerto Aldea, pero tal como los habitantes de esta caleta, sabe de los efectos del camino y la falta de conectividad.

“Yo vendo las cosas al mismo precio y había comenzado con esto hace varios años, pero venían más personas y no era conveniente, porque el camino es un problema, todos los autos se echan a perder, se desarman y también los productos por el movimiento”.

Ahora sólo lleva frutas y verduras que soporten los saltos de la ruta porque perdía varios kilos dañados “mi idea es ayudar y si un cliente me pide algo trato de conseguirlo para dar comodidad y que no tengan que moverse a Coquimbo, porque está muy lejos o Tongoy, echando a perder sus vehículos”.

Este local, frente a la multicancha, es el mismo en el que Malvina Alvarado y  Marilú  Hidalgo compraron verduras. Ambas habitan hace más de 3 décadas en este lugar y aman esta tierra, aun así no esconden lo difícil que es vivir acá. Malvina lo ejemplifica con sus hijos que deben irse a estudiar a otras partes o con algo tan simple como ha sido para ellos construir una nueva casa, no sólo por la falta de recursos, sino que también lo dificultoso que es el traslado de los materiales.

Las dos mujeres viven de la pesca y recolección de algas y relatan que, debido a los temporales, los productos también han ido desapareciendo y “ahora se está trabajando en puro huiro”, agrega Malvina.

Sienten que falta más apoyo de las autoridades para mejorar el entorno del pueblo y generar mayores oportunidades de crecimiento. “Usted vio el camino hasta nuestra casa, feo, sin árboles, sin área verdes. Este es un pueblo joven y no hay lugares de encuentro. No es atractivo para nadie”, nos dice Marilú.

Las mujeres señalan que el pueblo se ha levantado con el esfuerzo de los pobladores. Tal como en cada periodo de emergencia, cuando forman cuadrillas para limpiar las calles, caminos y accesos con sus propias manos y conocimientos. Así, durante los temporales del 2017, fueron los propios vecinos quienes  se unieron para reparar el acceso a las viviendas y ahora quieren ejecutar actividades como ferias costumbristas que los integren a todos y que les permitan progresar económicamente, siempre manteniendo su identidad de localidad costera, hija del rigor y consciente, más que nadie, de sus necesidades y soluciones.

“Nosotros queremos que la autoridad nos ayude también a poner  poner árboles. Usted cree que van a venir turistas si está así de feo. Necesitamos que las autoridades también cumplan con su labor”, agrega Malvina.

Es que tal como señala la vecina Rosa Alvarado, Puerto Aldea posee una de las playas más hermosas de la comuna de Coquimbo, extensa y de arenas blancas. Sin duda, que es uno de los atractivos turísticos de la zona y podría incluso competir con otros balnearios como Guanaqueros o  Totoralillo. Sin embargo, en la caleta sólo se cuentan un par de almacenes y calles vacías. No hay restaurantes y menos un cajero automático. El casino en el muelle que solía estar siempre lleno, luego del tsunami quedó prácticamente en desuso.

Patricia Muñoz es dueña, junto a su marido Carlos Varela, del almacén “El Nachito”, que tiene Caja Vecina, abarrotes, helados y artículos de bazar. Desde que nació, hace 59 años, vive en Puerto Aldea y explica que “el camino es lo peor. Vamos cada 15 días o una vez al mes a comprar a Coquimbo los víveres para abastecer el negocio. Cuando hay problemas con la lluvia en invierno ya casi no se va, porque la gente no puede trabajar, tampoco pueden mandar a los camiones con el huiro y no hay plata para comprar en el negocio”.

La mujer  siente que su pueblo natal está abandonado y que a pesar de la corta distancia no existe preocupación por hacerlos surgir.  Es que las  dificultades de la falta de conectividad no son las únicas que duelen en la comunidad de Puerto Aldea, pues para la mayoría de los vecinos, urge mejorar las calles, contar con personal municipal para el aseo y tener espacios para pasear.

EL CAMINO AL DESARROLLO. Patricia tiene el negocio hace 21 años y cuenta que “mi marido antes era buzo y se enfermó. Vendió el bote e instaló el negocio. Está enfermo de diabetes y es insulinodependiente. También tengo un hijo muy complicado. Si en la posta el paramédico está de vacaciones y se enferman personas o pasa algo en la noche y no hay un profesional, es un problema para la gente. Se han muerto personas por el camino”.

Para los habitantes de la caleta falta mayor preocupación por la conectividad vial por la costa y la causa principal sería el excesivo celo por cuidar a las aves que habitan en el humedal Pachingo ubicado a dos kilómetros al norte de este balneario,  lo que llevaría al retraso en realizar proyectos y obras que, de una vez por todas, mejoren el camino para acceder a la localidad.

"En El Tangue se demoran mucho en dar la vuelta y llegan mal. Por la orilla se demora poquito pero no lo quieren pavimentar, porque dicen que tienen que cuidar los pájaros. Puerto Aldea está olvidado y abandonado, no existe para las autoridades. Yo se lo dije al intendente cuando vino a inaugurar el camino. Está malo este camino, parece que prefieren cuatro pájaros…”, comenta la comerciante.

Nelson Véliz coincide en que los problemas y retrasos que Puerto Aldea lleva como un lastre hace décadas, derivan principalmente de la falta de conectividad terrestre con Coquimbo y el resto de la región. “Ahora repararon el camino costero, pero quedó en bastantes malas condiciones también. Se requiere que la autoridad comunal se preocupe de mantener esta vía, que cada dos semanas pasen la maquina niveladora, el rodillo y agua y así poder desplazarnos sin mayor inconveniente y no tener que dar la vuelta por el Tangue que es bastante lejos y una zona privada, que no nos restringe tanto, pero es más lejos. Se dice que será pavimentado, mientras no lo veamos no podemos decir nada, eso ha dicho la autoridad y esperamos que así sea”.

El docente expresa que también hay compromisos de la autoridad comunal de llevar maquinarias para rellenar, lo que demuestra, en parte, que hay conciencia de parte de las instituciones sobre las problemáticas que aquejan a la localidad. Sin embargo, aún no hay acciones concretas que demuestren dicha preocupación.

Los directivos o representantes de las instituciones o agrupaciones de la localidad –el colegio, el jardín infantil, la junta de vecinos, dos sindicatos y un club deportivo- se han reunido y han llegado a acuerdos respecto de qué manera van a remar juntos en las turbulentas aguas de la desigualdad y la falta de oportunidades, mientras aún esperan  el apoyo de las autoridades y poder  mejorar el entorno, atraer el turismo y comenzar a emprender de la mano con un nuevo camino que los conecte directamente al desarrollo de esta tradicional caleta.

Camino obstaculizado por los humedales

La seremi del MOP, Mirtha Meléndez explica que se han propuesto tres alternativas para mejorar la conectividad de Puerto Aldea. La primera de ellas y como solución más rápida fue la rehabilitación del camino costero que fue entregado a comienzos de diciembre. Sin embargo, ya se encuentra en mal estado, siendo responsabilidad del municipio realizar programas de mejoramiento, porque es una vía no enrolada.

La segunda, a mediano plazo es la habilitación de una ruta por hacienda El Tangue. La seremi explica que desde este sector privado, ya facilitaron los terrenos y que durante el 2018 estaría pavimentado. “Será un camino muy  rápido y seguro, porque no tendrán problemas con las marejadas, tsunamis u otro evento”.

La tercera alternativa es realizar una carretera por la costa, sin embargo, esto sería a largo plazo, ya que por la presencia del Humedal Pachingo, debe realizarse un estudio de impacto Ambiental, ya que fue declarado santuario de La Naturaleza.

“A pesar que es una solución muy buena, debe pensarse en los humedales. Este proyecto debe presentarlo el municipio de Coquimbo para que sea una realidad y demoraría varios años”, explica Meléndez.

Consultado por la posibilidad de concreción de esta ruta costera, el Secretario de Planificación Comunal  de Coquimbo, Claudio Telias, señala  que esta alternativa es compleja ya que la protección de estos humedales trae consigo “Que se van a congelar los  permisos por un periodo determinado en eso sectores. También hay zonas  que son privadas y la comunidad que es propietaria del borde costero debe entregar la cesión de esos terrenos al municipio  con el fin de, en conjunto con la dirección de vialidad de obras públicas, poder materializar  la conexión por el borde costero”. Todo esto ha llevado al municipio a descartar por este momento la posibilidad de concretar una vía costera y sólo mantener el camino interior por Hacienda El Tangue que trabaja el MOP.

 

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