• La producción local había sido por años líder en Estados Unidos, sin embargo la mayor competencia y la irrupción de más variedades ha dificultado los envíos.
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Lautaro Carmona
Representantes del rubro hacen un análisis de la temporada y recalcan que nuevamente existieron dificultades para el ingreso de fruta como flame y Thomson ante la irrupción de nuevas variedades de mayor calibre y duración. Ya no es una tendencia, indican, sino que algo que llegó para quedarse.

La temporada de exportación de uva de mesa 2016-2017 fue catalogada por los productores como la peor de las últimas 4 décadas, llegando los valores a niveles mínimos, lo que, según señalaron, les permitió salvaguardar con suerte los gastos de la cosecha.

¿Las razones? la vid regional se adelantó y se juntó en Norteamérica con el stock que aún mantenía ese país. Se sumaron además los envíos del Perú, que se han transformado en una fuerte competencia. La sobreoferta hizo que el precio por caja se fuera al suelo. El resultado fue que alrededor de 10 millones de ellas se demoraron el doble o triple en venderse, con el consecuente deterioro de la fruta.

Para el 2017-2018 las expectativas eran mejores. Los fenómenos climáticos hicieron mermar la producción del vecino país y el ingreso se realizó sin mayores contratiempos de sobre stock.

José Corral, director de Sociedad Agrícola del Norte (SAN) y Gerente Zonal Norte de la Exportadora Subsole, señala que efectivamente en las primeras semanas de envíos existió una mejora. “Los mercados se prepararon para recibir un gran volumen de fruta y ha estado muy similar a la temporada 2015-2016, mucho más ordenado”, especifica.

No obstante, advierte, ya hace dos o tres semanas esto cambió “nos saltamos de 2 millones a 4 millones de cajas y esta semana estamos en 6 millones de cajas semanales”.

Estas complicaciones en el mercado ya vienen siendo advertidas por los actores de la industria hace algunos meses. Determinante ha sido la irrupción de nuevas variedades, de mayor calibre y mejor post cosecha que han hecho tambalear el ingreso de las uvas tradicionales, que existen de forma mayoritaria en la zona. Es el caso de Thompson Seedless, Red Globe y, por sobre todo, Flame.

Todos coinciden en que desde hace algún tiempo no están siendo cotizadas y ya el año pasado existió dificultad para su venta, lo que, según Corral, se estaría repitiendo en esta oportunidad. “Hoy es Estados Unidos hay 7 millones de cajas que no tienen venta o prácticamente están sin movimiento, nadie las quiere, lo cual ha afectado todo el volumen de fruta”, indica y agrega que tienen un precio de venta bastante inferior al promedio de la temporada “y de esta forma está afectando todo el normal desenvolvimiento de los precios, que han ido bajando”.

Así lo confirman también los agricultores. Alex Salas tiene dos agrícolas en la comuna de Monte Patria y hace 5 años emprendió la tarea de exportar de forma independiente a EE.UU y Centroamérica. Tiene variedades flame, Thomson y Crimson. Señala que “en cuanto a los precios, la Flame fue horrible”.

Cuenta que empezaron a cosechar el 18 de diciembre. Con el primer barco que llegó a Norteamérica lograron vender a 20 dólares la caja “pero lo que le siguieron después se vendieron a 13 o 14 dólares”.

Con ello, plantea, los resultados son negativos. “Porque con 14 dólares hay 8 que son de descuento de naviera e inspecciones. De los 6 restantes son para gastos de materiales y servicios y los dos que quedan son 6 dólares de costo durante el año, entonces estamos hablando de mermas importantes”.

Por su parte el agricultor de Elqui, Floridor Pinto, manifestó que por lo menos en esta temporada los precios fueron mejores que el año pasado “y no se generaron los problemas de sobre stock”. No obstante, señala que fue bastante complicado porque se generaron algunos problemas climáticos “que hicieron bastante difícil poder mandar la uva”.

 

¿MERCADO EN RIESGO?

Según manifiesta José Corral, las dificultades de comercialización se están presentando no solamente para Flame, sino que para todas las uvas tradicionales. De hecho, estas nuevas variedades, denominadas con royalty o especiales, hoy se estarían transando en 4 o 5 dólares más.

“La calidad es mucho mejor, porque fácilmente tienen 22 o 23 milímetros, mientras que la Flame no alcanza más de 17 o 18 milímetros. Y también las condiciones en general de esta fruta son mucho mejor, tiene mejor post cosecha”.

Lo que hay que entender, indica, es que Chile ya no está solo en el mercado estadounidense. “Hoy no solo está la fruta chilena, sino que la última fruta de California, que con el desarrollo de estas nuevas variedades están cosechando hasta el 31 de enero. Adicionalmente tienes Perú, que está recién con el recambio”.

En este sentido, enfatiza que a nivel local se debe tomar conciencia que se está “en un contexto de competencia real y lamentablemente si no hay un recambio varietal  va a ser muy complicado”.

A su juicio, ésta ya no es una variable que pueda cambiar año a año, sino que lamentablemente llegó para instalarse “y este cambio que pensamos el año pasado había sido algo diferente, no fue así, llegó para quedarse y el productor tiene que tenerlo claro”.

 

INCERTIDUMBRE EN LOS AGRICULTORES

Los agricultores ya hace un tiempo venían manifestando su preocupación y lo que ha ocurrido en estas últimas semanas con las dificultades para comercializar las tradicionales variedades de uva no ha hecho más que corroborar lo que tanto se temían: se les está acabando el mercado.

“Pasó lo que yo me temía”, señala el agricultor limarino Alfonso Artigues, quien ya había advertido que las variedades nuevas terminarían a la larga por afectar los envíos al país del norte. “En estos momentos muchos agricultores no lo saben, porque no les han llegado sus liquidaciones, pero es un desastre”, enfatiza.

Quienes enviaron variedades Flame y Thomson de menor tamaño están complicados “porque no tienen precio, no las puede vender”. Las de tamaño más grade se vendieron “pero llegó cualquier cantidad de uva con problemas y hay un sobre stock en este momento tremendamente grande”.

Alex Salas coincide con estas apreciaciones e incluso se aventura a señalar que tal vez ya para una próxima temporada no existiría mercado. “Para Flame no sé si será el último año, pero al parecer sí, porque con estos precios que hubo parece que no va a remontar”.

En este sentido, agrega que “para un agricultor en cuanto a costos ya no resiste una tercera temporada de malos precios”.

 

RECONVERSIÓN

Según han señalado diferentes representantes de la industria, la única opción para seguir sosteniendo el negocio de la exportación de uva de mesa en los próximos años sería que los productores comiencen a apostar por la reconversión a las nuevas variedades. “Estas otras uvas ya no tienen nada que hacer, hay que arrancar los parrones y punto, no hay solución”, enfatiza Alfonso Artigues.

Pero no es un tema fácil, los altos costos que esto implica y las dificultades para adquirir las plantas con mejores rendimientos serían la primera traba. A eso se suma que ya con el problema de sequía que arrastró la región por más de 10 años muchos productores quedaron en condiciones financieras adversas, como para ahora hacer una inversión de estas características.

“Es muy complicado, porque tienen que arrancar y plantar las variedades nuevas, es difícil conseguir las plantas y hay que tener recursos, yo no sé cuál va a ser la solución realmente”, puntualiza Artigues y agrega que van a tener que reconvertirse “quizás puede ser con las mandarinas, pero las uvas no se ven fáciles, va a ser un problema nacional en el corto plazo, ya lo está siendo, el panorama de exportación de uva se puso negro”.

Similar opinión expresa Alex Salas, quien coincide que en el caso de Flame el panorama se vuelve cuesta arriba, porque no es requerida en otros destinos que no sean EE.UU. Otras variedades como Thomson y Crimson  están teniendo cabida en otros mercados como Corea “pero Flame no”.

Señala que en su caso optó por la opción de reconvertirse, pero reconoce que esto considera un esfuerzo económico importante. “Sale carísimo, por 10 hectáreas que son 1.200 dólares, hay que pagar 70 centavos por cada caja producida, entonces, los costos que tiene son bastante altos, hacer de nuevo el parronal, incluso arrancarla ya tiene un costo”. Esto además que se deben esperar a lo menos 3 años para que empiece a tener una producción aceptable “además nada garantiza que si uno coloca una variedad nueva se va a vender”.

Además, no todos tienen esta opción, sobre todo los pequeños productores, muchos de los cuales incluso estarían pensando en dejar de producir. “Casi todos acá en Monte Patria tienen Flame y para la otra temporada ya no van a trabajar, porque van a quedar endeudados, estoy seguro, y si llega a producir también va a estar en la incertidumbre si la va a poder vender o va a salir para atrás”.

Por su parte, José Corral dice que para levantar una nueva hectárea de uva de mesa de estas características se necesitan 50 mil dólares hasta que llega a su balance y empieza a recuperar sus costos. “Entonces, no todo el mundo lo puede hacer”.

A eso le suma, dice, las unidades económicas “porque antes para cualquier productor pequeño de 5 hectáreas existía una matriz de exportación que permitía, pero hoy tampoco existe una viabilidad comercial, por mucho que Corfo ponga recursos y Prochile para la autoexportación, porque es un problema de negocios, de costos fijos”.

Además, un productor pequeño hoy día no va a tener mano de obra disponible para que le cosechen 5 hectáreas. “Entonces se ve muy difícil”.

Según expresa Floridor Pinto, indudablemente la situación es muy complicada “no tenemos nada que hacer y si no hay una reconversión de variedades, esto va condenado a desaparecer”.

Este proceso es vital, dice “y ahí es donde se van a presentar los mayores problemas, porque esto requiere de inversiones grandes y la gente, después de haber pasado temporadas bastante complejas tras la sequía, no está en condiciones de poder enfrentar esto, pero de no hacerlo se ve totalmente oscuro el panorama”.

En este sentido, hizo un llamado a valorar el aporte que hacen los agricultores a la absorción de mano de obra “muchos de ellos están desapareciendo del mapa no por ineficientes, sino que porque se encuentran con un mercado muy complejo, donde si uno no va a la vanguardia en aspectos como el riego o este de la reconversión varietal, no hay nada que hacer”.

Con lo ocurrido en esta temporada, dice, se despejaron las incógnitas y se pudo ver con mayor claridad el futuro “esto es una realidad, es una cosa de sentido común, si va a comprar un producto y ve una uva maravillosa, grande y resistente, como son las nuevas variedades y al lado ve una uva chica, débil, indudablemente que va a elegir la mejor”.

 

AYUDA DE LAS AUTORIDADES

La uva de mesa es el principal producto exportador del agro en estos momentos en la región y ha mantenido esta categoría por varios años. Por eso preocupa de sobre manera que se pueda generar esta crisis en la industria, lo que repercutiría no solo en la generación de mano de obra, sino que en las cifras económicas regionales.

El problema no es menor, dicen los agricultores y por eso deberá despertar la preocupación de las nuevas autoridades, tal como lo hicieron sus pares peruanos, quienes ya han reaccionado a estas eventualidades. “Ellos se movieron antes con las variedades nuevas, el gobierno los apoyó con agua, la mano de obra es barata y tuvieron mucha facilidad para la reproducción de las variedades nuevas y a eso debemos apuntar acá para no perder terreno”, indica Alex Salas. “Ojalá hubiera un ministro de agricultura que se interesara por este tema”, sostiene.

Para Floridor Pinto, sin lugar a dudas se deben tomar acciones de parte del Ejecutivo, pero señala que tiene que ser un apoyo efectivo. “No se trata aquí de regalar plata ni mucho menos, se trata de dar facilidades  para que los agricultores puedan acceder a créditos que les permitan hacer esta reconversión varietal”.

En los últimos años, considera que el tema agrícola se ha dejado de lado y “siempre se han dado soluciones de parche a todos los problemas que sufre”, pero ahora debe haber conciencia de que  “es un factor importantísimo, porque sin la agricultura varias comunas de esta región no podrían subsistir. Paihuano, Vicuña, Monte Patria en su gran mayoría tienen uva”.

Si se analizan los resultados económicos regionales dice, en el desglose de cómo se conforma el PIB regional, la minería es la que aporta el mayor porcentaje evidentemente, pero solo por la existencia de Los Pelambres. “Si sacamos esta minera, la agricultura sigue siendo la herramienta que sostiene a esta región y si este pilar que depende básicamente de la producción de uva desaparece, llegamos a una ruina absoluta”.

Por esta razón, plantea que es vital que existan políticas públicas que den un apoyo real a la actividad y se den las herramientas para que puedan acceder los agricultores. “Lo que hay que preguntarle a las autoridades es qué ocurre si la agricultura muere en todas estas comunas producto de que esto año a año se va complicando más y no va dejando las utilidades que se requieren y no es sustentable”, enfatiza. 3701iR

PLANTACIONES SON MAYORÍA EN LA REGIÓN

Hay otro factor de vital relevancia, y es que según el Catastro Frutícola realizado por Odepa, del ministerio de Agricultura, en la región de Coquimbo al 2015 existe una superficie total plantada de vid de mesa de 8.675,9 hectáreas. De éstas, la gran mayoría, 2.384,5 hectáreas, corresponden a Flame, 2.132,7 a Red Globe y 1.473,9 a Thomson. Todas ellas tendrían un incierto futuro.

José Corral expresa que también ha habido cierta irresponsabilidad tanto de productores como comercializadores en seguir insistiendo con la exportación de ese tipo de fruta. “Muchos de los agroexportadores han viajado y han visto que es súper irresponsable, porque adicionalmente estamos llegando con muy mala fruta y Chile está perdiendo espacio”. Señala que de un producto consistente que Chile tuvo en algún momento “hoy estamos llegando con un producto de menor calidad y eso estas dos últimas temporadas se ha hecho objetivo”, recalcó.

 

NUEVAS VARIEDADES

Se estima que hoy en día existen más de 100  de estas nuevas variedades, que se han ido masificando. Entre sus principales atributos se cuenta que tienen un calibre y aspecto mucho mejor, que tienen mayor resistencia y por tanto se pueden trasladar por amplias distancias sin ningún problema, es posible guardarlas en frigoríficos por entre 90 y 100 días, lo que las ha vuelto las preferidas de los compradores.

Juan Carlos Sepúlveda, gerente general de la Federación de Productores de Frutas de Chile (Fedefruta) señaló en diciembre en una entrevista a El Día que “está claro que hay que apuntar a la reconversión”. Tiene que ver incluso con un tema de aumento de producción, argumentó, pues actualmente con las variedades tradicionales el rendimiento es cercano a las 1.500 cajas por hectárea “y con los precios que tenemos en los últimos años es imposible, ni con 2 mil cajas”. Por ello, dice, se debe apostar a éstas variedades que pueden entregar incluso entre 3.000 a 3.500 cajas hacia arriba “y tienen un precio más atractivo en los mercados internacionales”.

La misma opinión expresó en esa oportunidad el Presidente de la Asociación  de Exportadores de Frutas de Chile AG (ASOEX), Ronald Bown, quien planteó que la lógica es que se comience a optar por estas nuevas variedades, pues poseen mayor productividad,  calibre, calidad y sabor “además ya cuentan con  aceptación por parte de los mercados internacionales y de los consumidores”.

Ejemplos hay varios. Timco es una variedad roja, de buen calibre, de muy fácil manejo y una alta fertilidad. Según los expertos, cuenta con el potencial para reemplazar a Crimson Seedless. Puede alcanzar un rendimiento promedio de 3.500 a 4.000 cajas por hectárea. En la actualidad se encuentra plantada en todo Chile y cuenta con alrededor de 1.700 hectáreas.

También está Sweet Celebration, también roja, de gran calibre (19 – 22 mm) y textura firme y crujiente. Puede alcanzar un rendimiento promedio de 3.500 a 4.000 cajas por hectárea. En Chile hay cerca de 700 hectáreas plantadas y se estima que en los próximos dos años esta cifra aumentará a 1.200.

Arra 15, por su parte, es blanca, sin semilla, de muy buen calibre (28 – 30 mm), sabor muy dulce, jugosa y textura crujiente. Puede alcanzar un rendimiento promedio de 3.000 a 3.500 cajas por hectárea. Hoy, existen más de 1.000 hectáreas plantadas en el país.

Pero además existe una variedad chilena, que fue creada por INIA Intihuasi, a través de su programa de mejoramiento genético. La buena noticia es que además tiene resultados probados en la región.

Hasta el año pasado se conocía como INIA Grape One, pero ahora se le cambió el nombre por uno comercial, Mylen, que en dialecto mapudungún significa princesa.

Antonio Ibacache, subdirector del centro experimental del INIA en Vicuña e investigador en viticultura contó a El Día en diciembre que es una especie que tiene amplias ventajas, pues mientras que una variedad tradicional en el norte produce del orden de las 2 mil a 2.200 cajas por hectárea, el potencial de esta variedad son 3.200 3.500 cajas por hectárea. “Además la calidad de los racimos es mejor, las bayas son de mayor tamaño, no tiene problemas de color, es negro azulado, muy atractivo y lo adquiere de forma natural sin ningún problema”.

Otra característica muy importante es que tiene una excelente vida de post cosecha, por lo tanto puede acceder a mercados muy distantes, específicamente el Asia, China, Corea. “Pueden mantenerse en muy buenas condiciones hasta 90 o 100 días guardadas en frío”.

Lo relevante es que ha sido probada con las condiciones climáticas de la región. Es una variedad que se está exportando hace 3 o 4 años y ya existen cerca de 60 hectáreas plantadas en la zona.

 

 

 

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