• Esta es una de las pocas fotografías que existen de este navío que ha sido denominado “El Titanic chileno”.
    Esta es una de las pocas fotografías que existen de este navío que ha sido denominado “El Titanic chileno”.
  • Este es el monolito que se encuentra en las costas de Los Choros y que se ha convertido en uno de los pocos registros que existen de esta tragedia.
    Este es el monolito que se encuentra en las costas de Los Choros y que se ha convertido en uno de los pocos registros que existen de esta tragedia.
  • El ROV (Remotely Operated Vehicle) con el que colaboró Oceana fue el que hizo posible este hallazgo.
    El ROV (Remotely Operated Vehicle) con el que colaboró Oceana fue el que hizo posible este hallazgo.
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*Hace un par de semanas, investigadores regionales encontraron los restos de este navío que había zozobrado en la comuna de La Higuera en 1922. Ésta se considera la tragedia marítima (civil) que más vidas ha cobrado en la historia de nuestro país. Solo 26 de los cerca de 500 pasajeros que iban a bordo sobrevivieron. Pese a su importancia, es muy poco lo que se conoce de este hecho en la zona.

El 28 de agosto de 1922 zarpó desde el puerto de Coquimbo con rumbo a Antofagasta el vapor Itata, con cerca de 500 personas a bordo. En su gran mayoría, se trataba de familias completas que se trasladaban a buscar nuevas oportunidades de trabajo en la industria nortina del salitre. A poco andar y frente a las costas de La Higuera, el mal tiempo hizo zozobrar la embarcación. Solo 26 de ellos lograron sobrevivir, convirtiéndose así en la tragedia marítima (civil) que más vidas ha cobrado en nuestro país.

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La embarcación nunca fue encontrada y, pese a su importancia, eran muy pocos los registros que existían sobre este hundimiento. En la localidad de Los Choros, donde muchos de los habitantes de la época ayudaron en el rescate, el relato se había pasado de generación en generación, pero a nivel regional y nacional con los años se fue olvidando. Sólo daba cuenta de este hecho un pequeño monolito emplazado en la playa, que recordaba a las víctimas.

“Yo creo que es probablemente el hallazgo más importante que se ha hecho en Chile en esta materia”,  Carlos Cortés, Investigador

Pero la historia llegó a oídos de Ricardo Bordones, un investigador que dedicaba gran parte de su tiempo a recopilar datos de la historia regional, quien escuchó de lo ocurrido a algunos pobladores. Le llamó la atención, se trataba de una tragedia de proporciones de la que no se sabía mucho y se dio a la tarea de investigar.

Precisamente en ese tiempo junto a su amigo Carlos Cortés, biólogo marino y cineasta, se encontraban desarrollando una serie de naturaleza en la zona de Punta de Choros. El acercamiento con ese territorio les permitió recopilar los primeros antecedentes.

“Empezamos a grabar testimonios de la gente de Los Choros, los relatos, las distintas historias que estaban asociadas al naufragio, hay muchos datos, incluso Hernán Gallardo escribió música sobre el Itata”, cuenta Bordones.

 

 

EL MAL TIEMPO SERÍA LA CAUSA

Lo que se sabe de esta embarcación es que fue construida por los astilleros de R&J Evans &Co., Liverpool en 1873, por encargo de la Compañía Sudamericana de Vapores. Su casco era de fierro y su propulsión a vapor.

En 1920 sufrió algunas modificaciones para aumentar su capacidad de carga, lo que habría influido precisamente en su rápido hundimiento, pues según señalarían los testigos, provocó que perdiera su centro de gravedad.

Zarpó desde Coquimbo a las 11:10 de la mañana. Llevaba en sus bodegas 4.007 sacos de cemento y 3.900 en popa. Además, 1.300 fardos, 500 cajones de surtido, 600 bultos surtidos para diversos puertos, 162 barriles de vino, 500 sacos de cebada, 213 vacunos y 500 corderos.

El registro oficial habla de 374 personas a bordo, sin embargo, los datos de los investigadores los han llevado a pensar que los pasajeros serían cerca de 500 “suponemos que se le trató de bajar el perfil en su momento”, plantea Bordones. Tampoco hay una lista oficial de las víctimas “porque suponemos que hubo mucha gente que se coló, polizones. Imaginémonos que funcionaba como una micro de campo que llevaba familias al norte”, puntualizó.

 

500

Personas se estima que iban a bordo de esta embarcación. Sólo 26 de ellas sobrevivieron

 

Muchos de ellos eran niños. Los investigadores indican que se estima que de estos 500, a lo menos 100 serían menores de 10 años. “De hecho en el testimonio del sobreviviente donde más descarnado es el relato es con el tema de los niños, los llantos, al leerlo te impacta”, dice Bordones.

En cuanto a las razones que provocaron el hundimiento, Bordones dice que recurrieron a los datos meteorológicos de la época, en el faro Punta de Tortuga, que indicarían que zarparon con mar “Arbolada”, con fuertes olas y vientos huracanados. “No quiero responsabilizar al capitán, porque además hubo una infraestructura que se le incorporó al Itata sobre el puente, para acomodar más carga”. De hecho el ganado iba allí hizo que perdiera su centro de gravedad “entonces, suponemos que hubo varios factores que desencadenaron la tragedia”.

Otro inconveniente radicó en los imbornales, que es por donde se evacúa el agua en los buques “la paja los tapó, eso está en los relatos que hemos ido recabando. Pero fueron las condiciones meteorológicas básicamente, no sé si una estiba de la carga”.

A este vapor se le ha denominado el “Titanic chileno”, pues tenían dos similitudes. La primera, que se dividía en dos clases y la otra que el número de botes salvavidas no era suficiente para cubrir la cantidad de pasajeros. “De los 4 solamente uno fue lanzado al mar, pero tampoco daban la capacidad para tantas personas”.

“El Itata no contaba con las balsas salvavidas ni la infraestructura necesaria para acomodar la carga que llevaba ni la cantidad de pasajeros”, agrega.

Los relatos recabados por los investigadores indican que las olas empezaron a golpear con fuerza. Cruzando el “bajo el Toro” comenzó a embarcar cada vez más agua, agudizando la inclinación a estribor. El Capitán hizo todo lo posible para salvar la nave, pero ésta rompe su caña de timón, quedando sin gobierno. No tardó más de 3 minutos en hundirse mientras explotaban las calderas. Muchos pasajeros se encontraban en los camarotes, no tuvieron ninguna posibilidad de salir.

Solo 26 personas lograron nadar hasta la costa, siendo socorridos por los habitantes de Los Choros. De ellos, 14 conformaban la tripulación.

 

DIEZ AÑOS DE BÚSQUEDA

El encontrar este navío hundido frente a las costas de La Higuera se volvió una especie de obsesión para Bordones y Cortés y comenzaron a indagar. Surgió un primer dato clave. Los habitantes higuerinos daban cuenta de la existencia de un libro que había sido escrito por uno de los sobrevivientes de la tragedia, un periodista que viajaba hacia Antofagasta. “Nos dijeron en Los Choros que estaba este texto, lo empezamos a buscar hasta que dimos primero con una fotocopia. Luego lo indagamos en las bibliotecas públicas y lo encontramos en el museo naval en Valparaíso”, cuenta Cortés.

En efecto, sostiene Ricardo, se trataba de una crónica en primera persona bien descarnada del embarque “describía las condiciones del viaje, del naufragio y cómo sobreviven para llegar a la costa”. Del autor nada se sabía, solo firmaba como Jorge X.

“El relato del libro lo fuimos complementando con la investigación oficial de la época. Eso nos fue abriendo las puertas además para poder conseguir los medios para la búsqueda”, Ricardo Bordones, Investigador

Con estos antecedentes, se proponen primero, reeditar este escrito, el que lanzaron el 2014. Pero querían llegar más allá, la historia y sus implicancias los sobrecogió y los fue convenciendo de que debían desarrollar una investigación mucho más profunda. Se dieron a la tarea de hallar los restos del naufragio, pero además esto lo plasmarían posteriormente, en un documental.

 “El relato del libro lo fuimos complementando con la investigación oficial de la época. Eso nos iría abriendo las puertas además de manera de poder conseguir los medios para la búsqueda, porque la hicimos con muy poco financiamiento”, precisa Bordones.

“Teníamos que convencer de que existía este hecho, la tecnología para encontrarlo y que este hallazgo iba a ser una parte importante de la historia de Chile y para el patrimonio”, agregó.

La tarea no fue fácil ¿a quién le van a dar plata para hacer un documental y encontrar un barco que está en el medio del mar?, dice Cortés. “Con ese libro empezamos a tratar de conquistar a la gente de la Armada, a decirles que había un naufragio que era muy importante para los civiles en Chile”, agrega.

 

 

COMIENZA LA BÚSQUEDA

Luego de diversas gestiones, no consiguieron recursos, pero sí diversos apoyos importantes, en la Armada y la Universidad Católica del Norte. “Empezamos a hacer sondajes con la Armada, que nos facilitaba buques, cada vez que se podía, cuando iban al norte, ellos los usan para hacer cartografía”. En cada uno de estos viajes, les avisaban y les permitía hacer 2 o 3 horas de trabajo “y cubríamos un poco del área donde más o menos creíamos que estaba hundido”.

Pero los esfuerzos eran infructuosos y luego de meses no consiguieron dar con el malogrado vapor. No obstante, en el camino comenzaron a surgir nuevos antecedentes. Se enteran que existía otro libro, escrito por un sobreviviente de la tragedia. Lo encontraron y en efecto, les aportaba nuevas luces para dar con el lugar del hundimiento.

 

200

Metros de profundidad fueron encontrados los restos de este barco.

 

De forma paralela nace un hecho que también a la postre sería fundamental. En sus visitas a los medios de comunicación contando sobre el libro y la tragedia del Itata, los vio un capitán de un barco rastrero que tenía datos relevantes.

“Él vio en la televisión que nosotros andábamos buscando este barco y se acercó a nosotros para contarnos que una vez, mientras pescaba en el sector, había enredado sus redes con algo abajo, le dio un tirón y sacó un pedazo del Itata”, indicó Cortés.

 

CADA VEZ MÁS CERCA

Por fin y luego de años de pesquisas, tenían un dato mucho más concreto. El relato de este hombre y el nuevo libro les daban cuenta que estaban errando en los lugares de búsqueda.

Bordones señala que lo que sabían hasta ese entonces era que el Itata había cruzado la Isla de Pájaros, pero que el Bajo El Toro no lo habían podido pasar. “Eso nos daba 90 millas cuadradas que era una locura, pero teníamos un área y de a poco lo fuimos acotando con el apoyo de la Armada” y agrega que “sabíamos a la hora que había zarpado, a la hora que se había hundido, pero no a qué nudo había navegado, así que teníamos distintas hipótesis, distintas rutas y fuimos acotando el área”, plantea.

Señala que lo podrían haber encontrado el 2015, en la primera expedición, pero existía un error en la carta náutica que les impidió pasar por un punto que era importantísimo”.

“Antes habíamos ido, sabíamos que estábamos en el área, pero ahora lo pudimos ver definitivamente donde estaba”, Carlos Cortés, Investigador

Pero los datos de este capitán resultaron claves, fueron con él al lugar y comenzaron a tener mayores certezas. Como los estaba apoyando la UCN, la casa de estudios hizo las conexiones con Océana, institución que contaba con la tecnología robótica para buscar bajo el mar.

Conversaron con Matthias Gorny, quien es experto en el manejo del ROV (Remotely Operated Vehicle) “y nos indicó que cuando tuviéramos un punto más o menos exacto fuéramos”.

La Armada no podía ir a ese lugar, pero recurrieron a otra embarcación. Cortés indica que hicieron una primera expedición, sin resultados, una segunda en la que no pudieron trabajar por las condiciones del mar, pero en una tercera oportunidad casi por arte de magia cayeron arriba del barco con el robot.

“Ahí pudimos filmarlo, antes habíamos visto huesos, restos de ropa, fierro, carbón, sabíamos que nos encontrábamos en el área, pero ahora supimos definitivamente donde estaba”.

Efectivamente, el Itata no se hallaba donde ellos estimaban. Cortés indica que se encuentra a 200 metros de profundidad, frente a Totoralillo Norte. “Hay muchas islas alrededor y otras que no han aflorado aun y se convierten en bajos, es un lugar  complicado para la navegación y cuando hay mal tiempo ahí el mar se vuelve loco”. Se llama las alturas de Coquimbo, dice, por estas prominencias de la cordillera de la costa “Además del Itata hay muchos otros barcos ahí”.

Respecto de su estado actual, relata que “el barco está colapsado, está en pésimas condiciones, más encima los rastreros han pasado por arriba, hay restos de animales, probablemente de personas, parte de la carga”.

 

ESTRENARÁN DOCUMENTAL Y PLANEAN UNA PELÍCULA.

Durante los cerca de 10 años en los que realizaron esta investigación, a través de su empresa Silvestre Producciones, sus protagonistas señalan que estuvieron grabando videos, testimonios y haciendo recreaciones digitales, las que ahora plasmarán en un documental que estaría pronto a estrenarse.

“Nos faltaban solo estas imágenes y esperamos lanzarlo en 2 o 3 meses más”, precisa Cortés, quien dice que su intención es mostrarlo por primera vez en el poblado de Los Choros y luego en el GAM en Santiago. Posteriormente aspiran a hacer un periplo por algunos festivales de cine.

“Yo creo que el Itata es probablemente el hallazgo más importante de nuestro país en esta materia, es una tragedia de gente pobre que también se olvidó por eso, hay un tema de cómo se construye nuestra economía, de la historia del Chile, del tema del salitre”.

 “Nuestra idea es que quede en la comuna, porque esta historia se transmitió de generación en generación en el pueblo de Los Choros. Es un patrimonio de ellos”, Ricardo Bordones, Investigador

Para el próximo año también proyectan la realización de una película. “Ya tenemos un argumento, queremos hacerla basada en los libros, ya estamos escribiendo el guión y la idea es buscar financiamiento”. Contará principalmente la historia de los pasajeros del Itata, de su viaje, de su destino y la tragedia que les ocurre.

Cabe destacar que la ley señala que tras 50 años toda traza de existencia humana sumergida en el mar territorial queda bajo la protección de la Ley de Monumentos Nacionales, por lo cual, pese a ya haberlo encontrado, deberán realizar la tramitación correspondiente y solicitar autorización para realizar cualquier intervención en el fondo marino. Estiman que esto podría darse el 2018.

“Queremos en el corto plazo también poder hacer una imagen digital del barco, de cómo está la disposición de los restos, donde están ubicados”, recalca Bordones y posterior a eso desarrollarán un trabajo en que pueda intervenir la comunidad, el Consejo de Monumentos, la UCN, la Armada.

“Pero nuestra idea es que quede en la comuna, porque esta historia se transmitió de generación en generación en el pueblo de Los Choros. Es un patrimonio de ellos y queremos ponerlo el valor”, recalca. 

GUERRA DEL PACÍFICO Y LÍOS DIPLOMÁTICOS CON EE.UU

El vapor Itata destaca no solo porque su hundimiento representa la tragedia marítima que más ha cobrado vidas en la historia de nuestro país, sino porque también participó de importantes acontecimientos históricos y así lo señala la información que ha sido recopilada por los propios investigadores.

Uno de ellos fue la Guerra del Pacífico. Si bien no estuvo presente en combate, esta embarcación fue cedida a la Armada en arriendo, para ser utilizado en el transporte de tropas y armamento. De hecho, a bordo de este vapor se comandó el desembarco en Pisagua, a cargo del capitán Patricio Linch, acción que da inicio a la campaña terrestre en territorio peruano.

Se estima que durante este conflicto transportó 2.875 pasajeros en cámaras y 40.363 en cubierta. Tras la guerra fue devuelto a sus propietarios.

En 1891, en tanto, en medio de la guerra civil que acontecía en nuestro país y que enfrentaba al poder legislativo que declaró ilegal el gobierno del presidente José Manuel Balmaceda, el vapor fue requisado por la Armada y armado como crucero auxiliar.

Pero luego sería utilizado para ir en busca de armas a Estados Unidos, las que apoyarían en la lucha a los congresistas. Al comerciante Ricardo Trumbull se le encomendó la misión de viajar a Nueva York. Allí se reúne con Williams Russell quien estaba ligado a la industria del salitre y había sido 2 periodos alcalde de esa ciudad. Se reúnen con abogados y se plantea que legalmente pueden adquirir armas, pero que no podrían ser trasladadas en un buque con la bandera norteamericana, toda vez que sería tomado como un acto de hostilidad hacia el mandatario chileno.

Para burlar a las autoridades estadounidenses, se envía el Itata a San Diego. De esta forma, la transacción de la mercadería se haría en alta mar, en la isla de San Clemente. Sería llevada ahí por la goleta Minnie & Robert.

Sin embargo, este plan llega a oídos de un inspector de Aduanas, quien ordenó detener al vapor chileno. No obstante, ésta levantó anclas desobedeciendo las órdenes de las autoridades locales y emprende camino para reunirse con la goleta en alta mar.

De forma paralela la noticia se conoció en Chile y el Canciller de Balmaceda, Prudencio Lazcano, pide ayuda al secretario de Estado, John Foster, que da la orden de detener el barco. Envía a un fiscal de distrito a abordar la nave y retener a la tripulación. Pero este agente es reducido y tomado como rehén. El Itata de igual forma zarpa.

Hasta ese entonces ya cometía dos delitos, uno de piratería y el otro de secuestro. Se dio la orden a 3 derroteros de la Armada de ese país de seguirlo. Sin embargo, al llegar a Acapulco ninguno le dio alcance. Continuó la búsqueda por todos los puertos del Pacífico. La US Navy llega hasta Arica, luego a Iquique, donde se encontraba la Junta de Gobierno congresista, que tras desembarcar el representante de la marina norteamericana le dio garantías de que el barco sería puesto a su disposición una vez que lo ubicaran.

Finalmente, el Itata llegó al puerto de Tocopilla, burlando a toda una flota de la US Navy que lo lleva de vuelta a San Diego. Increíblemente, luego la justicia de EE.UU concluyó que el gobierno había cometido un error, ya que el cargamento de armas que traía era propiedad privada y estaba fuera de la jurisdicción del gobierno federal. Fue puesto en libertad en octubre de 1891 y llega a Valparaíso en noviembre del mismo año.

No obstante, el hecho generó repercusiones en Estados Unidos y le creo un verdadero problema diplomático al entonces presidente.

 

¿POR QUÉ NO TUVO REPERCUSIÓN?

Muchos se preguntan por qué esta historia no es ampliamente conocida tanto en la región de Coquimbo como el país. En este hundimiento murieron 500 personas y se trataba de un vapor que había estado presente en relevantes acontecimientos históricos.

Una de las razones que creen los autores de este trabajo es el tema social “el Itata no representaba la parte socialmente importante de la sociedad, es gente pobre” dice Cortés.

No obstante, señala que “yo creo que es probablemente el hallazgo más importante en esta materia, pero es una tragedia de gente pobre que también se olvidó por eso, sin embargo aquí  hay un tema de cómo se construye nuestra economía, de la historia del Chile, del tema del salitre, son hecho muy relevantes”, puntualiza.

La misma opinión tiene Bordones quien indica que ni siquiera existe una lista oficial de las víctimas fatales. De hecho, a muchos se les sepultó en una fosa común en la playa que es la que hoy se recuerda solo con un monolito, además nunca se continuó la tarea de buscarlo, hasta ahora. 

Otra de las razones que se creen habrían influido en que no se le diera relevancia es que muy poco tiempo después se registró en la zona el terremoto y tsunami de 1922, que cobró miles de vidas en la zona.

 

 

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