Crédito fotografía: 
Cedidas
El año 2017 el municipio de Coquimbo tomó la difícil decisión de ser la primera casa edilicia de Chile en solicitar la administración de una Residencia (ExPadre André Jarlán) al Servicio Nacional de Menores, buscando dar un giro radical en la calidad de vida de niñas, niños y jóvenes, que a claras luces, estaban siendo vulnerados en sus derechos.

La transgresión de los derechos de niñas, niños y jóvenes en condición de vulnerabilidad es una realidad que golpea a Chile transversalmente, y que por muchos años permaneció ajena a la opinión pública y al conocimiento de la ciudadanía. Hasta que poco tiempo atrás, los medios de comunicación, considerando su relevante rol social informativo, dieron a conocer las problemáticas y las verdaderas condiciones en las que se encontraban cientos de menores en algunos hogares del Servicio Nacional de Menores a nivel país. Dando cuenta de las reiteradas negligencias, carencias, y de la escalofriante cifra de 1.313 infantes y adolescentes fallecidos, 210 de ellos en el sistema de residencias y otros 406 en programas ambulatorios, según cifras entregadas el año 2016.

A la vulneración de derechos lamentablemente no estaba ajena la comuna de Coquimbo, donde si bien no hubo víctimas que lamentar, la ciudadanía tomó conciencia y puso sus ojos en la residencia de menores, Padre André Jarlán, ubicada en un terreno aledaño a la Pampilla porteña. Este recinto desde la década del 70´ acoge a niños, niñas y adolescentes con discapacidad cogninitiva, y con severa transgreción de sus derechos. Con el paso del tiempo, y hasta el ultimo periodo que permaneció en manos de la Corporación Servicio Paz y Justicia (Serpaj), este hogar sufrió un gran deterioro y las falencias administrativas se hicieron notorias culminando con una crisis que impactó a los menores durante los últimos años.

También diario El Día en varias ocasiones visitó la residencia Padre André Jarlán de Coquimbo y visibilizó la problemática, donde pudo constatar la situación de abandono del recinto y sus deficientes instalaciones, que no respondían a las necesidades básicas de habitabilidad para los menores, que requieren además, tratamientos de salud especiales. Esto dejó al descubierto la necesidad de ir en ayuda de estos pequeños y pequeñas, y velar definitivamente por su protección ante la notoria situación de vulnerabilidad.

Compleja realidad de la cual mucho sabe y recuerda Margarita Rojas, vecina desde hace 50 años del sector donde se emplaza la residencia de menores, quien nos da cuenta de cómo este lugar permaneció por años en completo olvido. “Yo conozco la historia muy de cerca y hasta fui colaboradora dentro de mis posibilidades. Pero desde que se instaló esta residencia las condiciones nunca fueron las mejores. Como vecinos nos preocupábamos y nos afectaba la situación, porque vimos todos los días las precarias condiciones en las que estos pequeños estaban viviendo. Creo que nadie se merece eso, ellos deben vivir dignamente y ser atendidos como corresponde” sostuvo.

Información refrendada también por el vecino José Cortés, quien al ser consultado afirmó que “por años era lamentable ver el estado de este lugar y por ende como vivían los niños. Se notaba un gran deterioro de las dependencias, y dudo mucho que en las condiciones en que se encontraban contaran con el refugio adecuado, y se abordaran las necesidades básicas de los menores. Nos daba mucha pena”, expresó.

ACCIÓN Y COMPROMISO SOCIAL

Ante este complejo escenario y frente a lo expuesto, hace menos de un año la propia comunidad coquimbana se movilizó y realizó reiteradas denuncias a las autoridades, evidenciando el descuido que sufrían los menores de la residencia Padre Andrés Jarlán. Más aun considerando que el organismo colaborador y administrador Serpaj no pudo continuar su labor, ante lo cual exigieron soluciones inmediatas.

Fue así como en conocimiento de esta triste realidad, durante inicio del año 2017 el municipio de Coquimbo puso su mirada y preocupación en los menores del recinto, y tomó la difícil y debatida decisión de ser la primera casa edilicia de Chile en solicitar la administración de una Residencia al SENAME, buscando el bienestar de los pequeños y pequeñas, que a claras luces, estaban siendo vulnerados en sus derechos. Acción que originó la intervención de la residencia, dando un giro radical en la calidad de vida de 20 niños, niñas y adolescentes, con discapacidad cognitiva severa y moderada, que reciben atención en el recinto hoy llamado y rebautizado por la comunidad como Óscar Pereira Tapia.

De esta forma y de manera inédita en el país, la gestión edilicia de Coquimbo tomó la decisión de hacerse cargo de un centro de protección para niños y niñas, y a pesar que de ser un gran y complejo desafío, el alcalde porteño Marcelo Pereira determinó que la administración comunal se convirtiera en un órgano colaborador de SENAME, para cautelar por la integridad de los niños, niñas y adolescentes de la residencia. Otorgando así una solución definitiva a la problemática que aquejaba a este centro desde hace décadas. Y que por falta de recursos para su mantención y funcionamiento, corría el riesgo de ser cerrado, y con ello, los menores serían disgregados y trasladados a otras zonas del país. Lo que significaba disolver la familia que ellos habían creado y perjudicar su desarrollo.

Así y durante el mes de agosto del año 2017, el alcalde Pereira, reunido con la directora Regional del SENAME Verónica Zárate, y el Seremi de Justicia de aquel entonces, comunicó e hizo pública la decisión del municipio en cuanto a asumir el compromiso de continuar otorgando los cuidados básicos y prestaciones médicas que los niños, niñas y adolescentes de la residencia necesitaban para permanecer en la comuna. Más aun, considerando que las autoridades del sector Justicia de la época buscaron incansablemente instituciones y organismos colaboradores dispuestos a hacerse cargo del centro. Pero la respuesta siempre fue negativa.

Ya bajo la administración municipal, actualmente la residencia recibe una inversión de cerca de 90 millones provenientes del SENAME para el desarrollo de obras de mejoramiento de infraestructura. Renovándose techos, habitaciones y espacios de esparcimiento, como parte de un proyecto de asignación directa de recursos presentado por el municipio; para mejorar la accesibilidad y cuadros clínicos de las niñas, niños y adolescentes atendidos en este lugar.  También la municipalidad, de manera paralela, ejecutó un proyecto de mejoramiento de las redes de alcantarillado y agua potable, y se consolidó un trabajo junto con el Colegio Médico Regional e importantes colaboradores privados en beneficio de los menores.

Al respecto de esta pionera iniciativa se dialogó con el alcalde porteño Marcelo Pereira, quien consignó que “lo primero son nuestros niños y niñas, y Coquimbo no está ajeno a la problemática de la vulneración de sus derechos; ante ello debemos tomar acciones y ser responsables. Por ello, como municipio priorizamos el proyecto que permite transformarnos en la primera municipalidad, a nivel nacional, en ser un organismo colaborador del SENAME para dar la debida protección a nuestros niños y niñas; lo cual era urgente y estamos cumpliendo desde que asumimos la responsabilidad de hacernos cargo de su gestión. La sonrisa de nuestros niños y niñas es algo impagable”, manifestó.

Labor que sin dudas no está llena de complejidades, que según el edil porteño son sorteadas gracias al fruto de un trabajo conjunto entre el municipio y SENAME, que ha contado con el gran apoyo del Colegio Médico y profesionales para ejecutar un plan de salud de intervención focalizado, junto con la ayuda de privados colaboradores. “Hoy esta residencia es un lugar que da cobijo y protección a niñas, niños y adolescentes con distintos tipos de discapacidad, y nos estamos preocupando de que ellos tengan lo que merecen. Dándoles mejores condiciones y calidad de vida, con infraestructura acorde a sus necesidades para optimizar su desarrollo en un ambiente apto y con calidez humana. Eso es lo importante y lo estamos logrando con mucha ayuda”, agradeció Pereira.

En la misma línea y reconociendo los logros obtenidos para mejorar la calidad de vida de los menores, la directora Regional del SENAME, Verónica Zarate, felicitó la iniciativa y manifestó que “como servicio estamos profundamente agradecidos con la municipalidad de Coquimbo por haber asumido el desafío de hacerse cargo de la residencia. Durante estos meses de ejecución hemos visto progresos importantes, especialmente mejoras en infraestructura, y lo que es más relevante, cambios en el desarrollo de los niñas y niños; que hoy tienen mejores condiciones para los cuidados especiales que requieren, como además para potenciar sus habilidades. El municipio ha puesto a disposición de los niños todo el soporte de sus distintas áreas y departamentos lo que permite un trabajo integral que es lo que realmente ellos necesitan. Como servicio hemos colaborado desde el apoyo técnico y financiero aportando recursos. Seguiremos avanzando en un trabajo en conjunto con la municipalidad para lograr mejores oportunidades para el desarrollo pleno de los niños de la residencia”, afirmó.

DURO CAMINO  A LA RESTITUCIÓN DE DERECHOS BÁSICOS

Cabe precisar, que la primera administración de la residencia estuvo a cargo de la Corporación Gabriela Mistral y luego de la Corporación Servicio Paz y Justicia, ejecutando su labor en convenio con el SENAME. En concreto, este lugar recibe a aquellos niños niñas o adolescentes, afectados por la vulneración de derechos y con condición de discapacidad; que además, fueron abandonados por su familia, o bien, debido a que sus padres no tienen las competencias para hacerse cargo de su tuición.

Precisamente esta última inhabilitación parental es dictaminada por los tribunales respectivos de la zona del país desde la cual provengan los menores, mismo organismo que los deriva a la residencia, - previa consulta de la existencia de cupo disponible- con medida de protección. Para posteriormente ser atendidos en aspectos emocionales y de salud, por un equipo técnico y profesional multidisciplinario.

Así, hoy la residencia Óscar Pereira – cuyo trabajo es conocido por toda la red de infancia del país - recibe niños, niñas y adolescentes de todo Chile, y de acuerdo información entregada por la administración municipal del recinto, las principales causales del abandono de los niños y niñas que finalmente llegan a la residencia, se categorizan en problemas de salud mental de los padres, el consumo de sustancias ilícitas y negligencia de los mismos; incluyendo la pobreza (todos del 40% más vulnerable) como elemento catalizador, que genera segregación y fractura social. Como consecuencia, los niños manifiestan sentimientos de tristeza, inferioridad, inadecuación y bajo afecto y autoestima.

Sobre ello se dialogó con Ximena Orrego, directora de la Residencia Óscar Pereira Tapia, quien precisó que “desde que el alcalde ordenó que el municipio tomara la administración del lugar, nos centramos en desarrollar nuestra misión y visión, que implica restablecer los derechos de niñas, niños y adolescentes en el ámbito de la educación, salud y recreación. Y además de eso, restituir la reunificación familiar, es decir, que tengan o vuelvan a tener una familia que los reciba, acoja y cuide. Elaboramos un plan de intervención individual por cada uno de ellos, despejamos los retrocesos, debilidades o avances en esas áreas, y en aspectos sociocomunitarios y familiares. De la mano a un trabajo psicológico y técnico, en relación al tema familiar de cada uno de los niños”.

En esta misma línea y respecto a la finalidad de la intervención multidisciplinaria que se entrega a los menores, Orrego agregó que “de esta manera restituimos los derechos básicos de nuestros niños, tales como derecho a salud, alimentación, vestimenta, techumbre y habitabilidad; y fomentamos hábitos. Asimismo, cuando asumimos la administración de la residencia, vivimos situaciones de crisis de los menores, pero felizmente pudimos reaccionar de manera adecuada con el apoyo del Colegio Médico y el Departamento de Salud, a través del Cesfam Santa Cecilia. Hoy en día vemos situaciones de crisis de los niños, pero éstas han disminuido notoriamente, en gran medida porque les mostramos que vinimos a amarlos y cuidarlos; tratamos de contenerlos y con disciplina y normas, como si fuésemos sus padres”.

Complementando lo señalado por la directora de la residencia de menores, el alcalde Marcelo Pereira agregó que en poco más de 6 meses de gestión en el hogar, logramos que los niños asistan regularmente al colegio, - Corpadis, Nueva Esperanza, Latinoamérica Educa y Jean Piaget- y hoy en día todos, incluso los de alta dependencia, están escolarizados. Mientras, que en el aspecto socio comunitario y social de este plan de intervención, se detectó la existencia de familias que tienen abandonados a los niños y niñas desde hace años, con visitas esporádicas, y que estaban recibiendo subsidios y pensiones de discapacidad.

“En esa línea, desde el municipio se está solicitando a los tribunales respectivos recuperar esas pensiones, y que los niños puedan tener una cuenta de ahorro para estudios superiores, que permita mejorar su calidad de vida en la adultez. En síntesis, como coquimbanos debemos ser capaces de dar calidad de vida a nuestros niños, niñas y jóvenes, para abrir las puertas necesarias en la vida, velando siempre por la dignidad de cada uno. Como alcalde y municipio asumimos esa responsabilidad”, concluyó Pereira.

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X