• Un símbolo que cede en pos del progreso
    Un símbolo que cede en pos del progreso
Las labores de demolición partieron ayer, proceso que continuará en estos días. La incógnita es la fachada, que algunos quieren vender y otros conservar en el tiempo

Son cerca de las 11:00 horas de ayer, y un hito cultural de Coquimbo ya no luce como de costumbre, pese a que desde hace años no cumple labores de difusión artística.


Se trata del Teatro O’Higgins de Coquimbo, ubicado en Melgarejo con Lastra, y cuya gran estructura también alcanza la calle Varela, que se está sometiendo a una ampliación para constituir el eje Videla-Varela, que signifique la mayor fluidez del tráfico vehicular y la modernidad como bandera de lucha.


Al igual que otros recintos, fue sometido a un proceso de expropiación, tales como el mítico “1621”, la Comisaría de Carabineros y el Mercado municipal, todos parte de la historia del centro de la comuna puerto. Sin embargo, la demolición que es responsabilidad de la Constructora Trébol y de la empresa Humeres, subcontratada para efectuar los trabajos, ha comenzado a ser lentamente aceptada por los habitantes de la comuna puerto y los vecinos del sector, conscientes de la importancia de un proyecto que le cambiará la cara a Coquimbo. Aunque, claro, los nostálgicos no olvidan que este edificio, que es propiedad desde hace varias generaciones de la familia Juliá, en un principio fue un hotel y teatro de nombre Victoria, y hasta fines de la década del ‘60, luego de cerrarse el hotel, tuvo vida bajo el nombre de Teatro o Cine O’Higgins.

UN FINAL PAULATINO 

En el lugar de los hechos, mientras la jornada laboral continúa, el cierre de la calle Varela a la altura entre Bilbao y Las Heras era la clausura, dispuesta hace ya unos días, que daría paso a los trabajos, que primero demolieron gran parte de la estructura interna del que fuera el Teatro O’Higgins, pero habría otras dificultades por superar. Conversamos con Ronald Zambra, ingeniero constructor a cargo del control de calidad del proyecto del eje Varela, que nos comentó el actual estado de las obras en torno a este teatro, aunque hay otros peligros a considerar propios de su estructura.

De acuerdo al cronograma planteado inicialmente, la idea era que el muro que da hacia calle Varela fuese demolido durante la jornada de ayer, pero aún no contarían con toda la implementación necesaria para llevarlo a cabo, “sin embargo, nuestro propósito es que esta demolición no tome más de dos días, que es bastante ligera ya que incorpora albañilería y parte de adobe. Tenemos confianza en lo que estamos realizando, ya que esta faena de demolición y expropiación ha sido bastante rápida. En el caso del Teatro O’Higgins, el tema de la altura es algo que nos preocupa, pero estamos tomando todos los recaudos posibles”, sostuvo Zambra.

¿Y EL FRONTIS?

Una de las preocupaciones pasa por el destino de la fachada del Teatro O’Higgins, ya que no es competencia de la Constructora Trébol intervenir en este lugar, aunque hay un hecho que es claro: la Dirección de Obras Municipales de Coquimbo dio la orden de que todo el recinto debe demolerse.


Sin embargo, el alcalde de Coquimbo, Cristian Galleguillos sostuvo que “aunque existió esa primera orden, se puede conservar el frontis perfectamente, y de hecho el principal problema lo otorgaba la estructura existente atrás, la que efectivamente se está demoliendo . Hablamos con la familia Juliá, ya que nuestro deseo era conservar algunas butacas y que básicamente el frontis de la Plaza de Armas no pierda su belleza, manteniendo el acceso al Teatro prácticamente como el original”, agregó el edil


El propio exalcalde fallecido, Óscar Pereira, se habría mostrado interesado en adquirir el edificio, pero chocaba con parte de los deseos de la familia Juliá, que pretende vender en cerca de $370 millones. “Incluso, la Polar manifestó intenciones de adquirirlo, pero al final no era lo más apropiado para ello”, sostuvo Carlos Juliá, uno de sus dueños.


Sin embargo, fuentes ligadas a este proceso sostienen que hay diferencias entre la descendencia de esta familia, por lo que aún está por verse con certeza si se concreta algún tipo de venta o se mantiene un testimonio vivo de lo que fue el arte y la cultura durante el siglo XX en la comuna puerto, la misma que hoy cede terreno frente al progreso.

Preocupación familiar

Aunque la Constructora Trébol está a toda marcha, una de las molestias de la familia Juliá pasa por lo que está al interior del teatro. “Ahí había gran cantidad de asientos y estructuras de pino oregón y roble, maderas muy nobles que fueron traídas a comienzos del siglo XX”, aseguró Carlos Juliá, que aseguró que “la empresa ha estado retirando todo esto en camiones”. Sin embargo, fuentes de la compañía advierten que el material es llevado a un botadero autorizado.

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X