• La vida del cura del pueblo
    La vida del cura del pueblo
Son muchos los sacerdotes en nuestro país que deben prestar sus servicios en las zonas rurales y así ocurre en nuestra zona también. He aquí la vida del padre Carlos Bolelli Serra, de Algarrobito

El 21 de mayo el sector de La Calera, Pelícana,  se conmocionó por la muerte de cuatro  personas en un accidente de tránsito. Pero no sólo provocó el dolor de las familias por la tragedia, sino que tras los funerales surgieron algunas críticas al sacerdote de la jurisdicción, Carlos Bolelli, por no haber actuado a la altura de lo que esperaban los feligreses en medio del dolor, señalando una serie de reparos. Sin embargo, los juicios provocaron la molestia del sacerdote y los calificó de  calumnias e injurias.  De hecho,  emitió  su opinión a través de la sección  de comentarios de www.diarioeldia.cl

Pero quién es Carlos Bolelli.  ¿Cómo actúa y cómo se desenvuelve dentro de la Iglesia y fuera de ella? Cercanos  lo catalogan como muy estricto y que le gusta que las cosas se cumplan. También lo tachan como exigente y que es muy difícil de convencerlo de que cambie de opinión cuando está convencido de algo, aunque sí cede tras certeros argumentos.
Es conocido por haber  colocado en el concierto regional, nacional y mundial a la localidad de Barraza, a través de su fiesta costumbrista. Allí inició sus primeros años de sacerdocio, pero quienes lo vieron actuar en esa localidad admiten que al comienzo sufrió el rechazo de gran parte de la comunidad. Sin embargo, lo lloraron cuando siete años después fue trasladado.
Sus detractores afirman que es un cura controvertido, mientras quienes lo siguen sostienen que es una persona correcta, pero que hay que darse el tiempo de conocerla para descubrir su verdadera condición de sacerdote.
Desde hace un año, ha sorprendido a la comunidad celebrando la misa del mediodía los domingos en latín, pero a las 10 de la mañana también los domingos, oficia una normal. Él afirma que no es una decisión suya, sino que los feligreses se lo solicitaron y sólo cumple el mandato de la Iglesia.
Quienes conocen su historia indican que lo marcó la muerte de su padre (falleció atropellado en La Serena), cuando él tenía sólo siete años y su único hermano tenía 5, un ingeniero que hoy está casado y tiene cuatro hijos.
Sus amistades de la infancia lo adoran.
Él mismo reconoce que en su juventud fue un estudiante normal y que incluso antes de decidir seguir el camino de Dios tuvo dos pololas.
Accedió  a ser entrevistado en la iglesia de Algarrobito,  donde  ahondó en su vida ligado a la Iglesia. “Desde niño siempre me llamó la atención que mi papá en sus ratos libres ojeaba la Biblia y el diccionario de inglés, porque trabajaba con los gringos en el Tololo (observatorio) y me acuerdo haber estado cada domingo con el papá y la mamá en misa y luego que falleció mi padre la mamá siempre tuvo el cuidado de que participáramos de la vida de la Iglesia”.
La decisión de ser sacerdote la toma en dos hechos fundamentales: Cuando participa en 1980 en el Congreso Eucarístico.  Tenía  15 años  y se buscaban jóvenes para ser sacerdotes y participó activamente en la pastoral vocacional. Posteriormente entra a estudiar ingeniería civil industrial en Santiago  y cuando termina la licencia de ingeniería se da cuenta de “que el Señor me quería más para sacerdote que para ingeniero e ingresé al seminario en La Serena en 1990”, recuerda.
Cuando estaba en enseñanza media su madre Gabriela Serra Baeza detectó la inclinación hacia Dios que tenía su hijo.  “Si el dinero o el tiempo para ti puede ser una duda, yo nunca te voy a reprochar ni el tiempo ni el dinero que ocupes para tomar la decisión que más te llene en tu vida”, le planteó su madre.
Pero, cuando  le comentó  que  había decidido ingresar  al seminario, el mensaje  fue más claro, “perfecto, es tu decisión, cuándo tú quieras, cómo tú quieras”.
Fue  ordenado sacerdote el 25 de marzo de 2000 por el arzobispo de La Serena, Manuel Donoso, en una Catedral repleta de fieles. Lo define como día  espectacular, “de gran riqueza y profundidad”.
Medio año estuvo en  Combarbalá y luego de la enfermedad del   párroco de Barraza, en Ovalle,  fue destinado a esta repartición.
El primer mes lo dedicó a recorrer la parroquia y sus capillas, a atenderla y, de paso, viajando periódicamente a La Serena. Y en esos largos viajes, cuando venía de vuelta, “pensaba, menos mal que no soy el párroco aquí, qué hombre más valiente, qué terrible el camino que hay que recorrer”. Sin embargo, nada lo hacía presagiar que al segundo mes de estar en estas funciones en Barraza, lo comenzaría a cautivar la añoranza que tenía la gente por Dios. Su arribo fue oficializado en enero de 2001. Rápidamente fue conocido como “el cura de Barraza”.  Hasta el día de hoy es recordado en esa comunidad. Donde fue criticado y amado, pero ambos sectores le realizan una fiesta de despedida. Era normal  verlo caminar con sotana y oficiar las misas a la hora en punto. Igualmente fue el artífice de la fiesta costumbrista de Barraza  que le dio notoriedad al pueblo.  “Había mucha gente, en el territorio de la parroquia, que eran verdaderamente artesanos y eran desconocidos”, recuerda. También practicaban todas las artes culinarias del campo chileno. Entonces, pidió apoyo a Sernatur, a la Gobernación Provincial de Limarí y comenzó a organizar a toda esta gente que también recibió capacitación por un centro de formación técnica de Santiago, que les enseñó a recibir a los turistas con un trato de familia, a puertas abiertas, que vieran sus usanzas y costumbres. “Fue una experiencia muy bonita y muy decidora, porque no era de profesionales del turismo ni de la artesanía, sino que era de gente del territorio parroquial”.
Su paso por Barraza culmina en junio de 2007, es decir, casi siete años permaneció como párroco.

NUEVOS ESTUDIOS. Luego de esta experiencia es enviado a Italia a estudiar una licencia de teología espiritual, donde permanece por dos años. A su regreso a Chile, es destacado en la iglesia San Luis de Coquimbo (Henríquez con O’Higgins), ya que el párroco se iría a estudiar a España. Sin embargo, su estadía sería corta, ya que en marzo de 2009 lo destinan a la parroquia de Algarrobito, donde desarrolla sus funciones en la actualidad.
Acá se encontró con una iglesia de estructura de adobe de fines de 1800, con bastante deterioro, producto del paso de los años y de las inclemencias del tiempo. Se ha preocupado de instalar nuevos baños. Las termitas habían dado cuenta de buena parte de la madera del salón parroquial, por lo que hubo que hacer una restructuración que aún no está culminada.
Una de las particularidades que llama la atención al llegar a esta iglesia es un letrero donde se anuncia los horarios de las misas y de atención del cura. Allí se consigna todos los domingos a las 10:00 horas una misa normal y a las 12:00 una en latín. 
Sobre esta última misa, se encarga de recordar que la Iglesia nunca la ha abolido y que el Papa Benedicto XVI en un documento mandata que aquellos  fieles que la soliciten deberán ser atendidos pastoralmente. “Un grupo de fieles se acercó a hablar conmigo el año pasado y el último domingo de mayo, día del Patrimonio Cultural,  hicimos una primera misa y ese mismo grupo de fieles solicitó que fuera en forma estable”.
Esto lo obligó a armar un equipo litúrgico de canto gregoriano y otro que se encarga de la parte litúrgica. Explica que la misa en latín se celebra de espaldas, porque el sacerdote está siempre mirando a Cristo en la cruz, ya que ahí está el sentido de sacrificio de Cristo y su resurrección que se da en alimento como el resucitado. Explica que está de espalda al pueblo visualmente, pero cuando se mira a un rebaño de ovejas el pastor va delante, entonces son conceptos complementarios a la misa normal.

EL PROFESOR. Pero no sólo destaca por las misas en latín y por el desarrollo que logra en cada iglesia que está, este sacerdote también dicta clases en la universidad. De hecho, en la actualidad está haciendo un curso de formación general en la Universidad de La Serena, denominado “Captores para la Toma de Decisiones”, donde mezcla los ámbitos de la ingeniería con el de la espiritualidad, puesto que según plantea estos dos ámbitos no son incompatibles. También ha dictado clases en Inacap y cuando estuvo en Barraza se dio el tiempo de educar en el campus que tiene la ULS en Ovalle.
Quienes lo han tenido como profesor señalan que es exigente y parco al conocerlo, pero que la perspectiva sobre él va cambiando en la medida que pasa el tiempo. Lo destacan como muy correcto, apegado a las normas y a su formación. Incluso algunos se atreven a señalar que es testarudo.
Sobre esto último el sacerdote señala que “no es tan fiero el león que como lo pintan” y se traslada a su niñez indicando que cuando pequeño era muy tímido por un lado, pero por otro nunca se dejó pasar a llevar y “lamentablemente, a veces, en forma equívoca vamos aprendiendo formas de defensa, cuando realmente me conocen saben que no hay nada de que temer”.
Sobre la idea que se han formado algunos de que le gusta que las cosas se cumplan tal y cual como están escritas, argumenta que “trato de ser fiel a lo que me manda la Iglesia, porque soy un ministro servidor, no debo hacer las cosas a mi pinta y eso pasa por las normas vigentes y por el Pastor que tenemos en La Serena”. Cree que eso puede provocar en algunas personas incomodidad, pero argumenta que la gente está tan acostumbrada a que la vida sea como los juegos electrónicos que parece el “game over” y que pueden comenzar de nuevo. “Incluso la gente habla de rehacer la vida y la verdad es que en el plan de Dios nosotros no tenemos esa posibilidad. Tenemos esta vida para crecer en el amor de Dios, para transmitirlo y para luego rendirle cuentas de cuánto hemos amado o no podrá participar de la fiesta celestial. Hoy es el día de la salvación y hoy hay que tomar decisiones”.

 

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