• La descentralización aún sigue siendo una utopía
    La descentralización aún sigue siendo una utopía
Líderes locales sostienen que el país debe avanzar tanto en una mayor asignación de recursos, como también en la entrega de más atribuciones a los gobiernos regionales para la administración de los fondos públicos, de lo contrario se seguirá fomentado el crecimiento de Santiago en desmedro del resto del país, como ha sucedido por décadas

La capital de Chile es todo en este país. Desde allí se controlan los hilos económicos y políticos de la nación, a pesar de que la riqueza se genera en las regiones, pero también es donde existen los mayores problemas, fruto de una ciudad que tuvo un crecimiento explosivo que generó tanto oportunidades, como también monstruos cuyo andar hacen tambalear a todo el país.
El leviatán para los habitantes de esta región tiene cara de santiaguino y la avaricia de un demonio, su nombre es centralización, concepto que refleja la importancia que tienen las decisiones de pocas personas en Santiago en el futuro de millones de personas que viven en regiones, tanto en el ámbito público, como también en el privado.
El resultado de esta situación, a juicio de líderes de opinión de la zona, es una gran “asimetría” en la asignación de recursos que se entrega para proyectos que se ejecutan en la capital, con aquellos que se le asignan a las regiones, estos últimos incluso han sido calificados como “migajas”.
El presidente de la comisión de infraestructura del Consejo Regional, Pablo Muñoz, considera como incomprensible que sean las regiones las que financian las obras en la capital y que sin importar aquello “debamos ir a Santiago a pedir limosnas”. Incluso sostiene tajante que “todas las semanas el intendente (Sergio Gahona) y los seremis deben ir para allá a pasar el platillo”.

Inversión pública
Sólo en lo que concierne a la inversión pública, la Región de Coquimbo ejecutó en 2011 un monto que ascendió a los 534.285 millones de pesos, el más alto de su historia. De esta suma, sólo un 8,4 por ciento correspondió al Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) administrado por el Consejo Regional, cuerpo colegiado creado en 1980 para, entre otras cosas, decidir en la región los más necesarios proyectos de gran impacto social.
El destino del porcentaje restante, de los llamados fondos sectoriales, es una decisión final que toman autoridades y funcionarios públicos de los ministerios en Santiago, muchos de ellos sin ni siquiera conocer a la gente o las localidades en las cuales los respectivos proyectos se ejecutarán.
La desigual asignación de recursos es otro aspecto que sirve como ejemplo para graficar las marcadas diferencias y que condenan a las regiones a un eterno segundo plano. La semana pasada llegaron a Chile los primeros carros de un total de 14 trenes que, según lo han indicado las autoridades, mejorarán las condiciones de viaje de los santiaguinos. El costo total de esta iniciativa es de 226 millones de dólares, equivalentes a unos 110 mil millones de pesos al dólar actual, dinero suficiente para financiar la construcción de importantes obras de infraestructura en la región, algunas de las cuales han estado en carpeta por más de 10 años y cuya falta se está visualizando en los crecientes problemas de congestión que sufren a diario los habitantes de La Serena y Coquimbo.
El alcalde de Coquimbo, Juan Alcayaga, considera que “con una parte pequeña de esta gran inversión podríamos tener el tan anhelado y necesario aeropuerto de Tongoy y el Centro de Diagnóstico Terapéutico para el Hospital San Pablo, que mejoraría la salud comunal y regional”, entre otros muchos proyectos. “Sin lugar a dudas es una inversión muy grande”, afirmó el edil.
La inversión pública ejecutada por la Región Metropolitana en 2011 llegó a los 3.842.490 millones de pesos, equivalentes a unos 7.800 millones de dólares. El destino de todo este monto lo decidieron los mismos santiaguinos, sin que tuviesen que preguntar a sus pares de regiones para determinar la aprobación de los respectivos proyectos, como se le impone a las autoridades de la zona a raíz del centralismo que invade a nuestro país como un cáncer fulminante.

Regionalistas
El principal argumento que se esgrime a la hora de explicar estas grandes diferencias es la alta cantidad de población que tiene la capital. De ahí que el monto asignado es superior en aquellas localidades que tienen una población mayor, una fórmula hecha a la medida de Santiago que se impone como una barrera para que las regiones puedan desarrollarse, según lo expresan autoridades locales.
Para el diputado Matías Walker (DC), “mientras la Región Metropolitana siga expandiéndose en su zona urbana, eso finalmente se transformará en un hoyo negro que demandará más y más recursos”. Por ello insistió que se debe “congelar” este crecimiento urbano y, a la par, generar “verdaderos incentivos para que se invierta en las regiones”.
El alcalde de La Serena, Raúl Saldívar, es categórico al sostener que el problema de fondo es la alta concentración de poder que tiene el Área Metropolitana. “Desde el punto de vista del Estado, en la medida de que hay centralismo, la democracia se hace imperfecta”. A su parecer, esto se explica porque “no da lo mismo vivir en regiones donde hay menos posibilidades reales de contar con más recursos que permitan hacer una inversión eficiente”. Lo que hoy existe, sostiene el edil, es una región donde “hay recursos en exceso” frente a otras donde los proyectos quedan postergados por años en busca de financiamiento.
A su vez, el senador Gonzalo Uriarte (UDI) expresa en forma categórica que “la descentralización debe ser una de las prioridades para el país, para lo cual debe constituirse en una verdadera política de Estado”.
Una mayor autonomía
En suma, los líderes locales piden una mayor asignación de recursos para destrabar o, por lo menos, acelerar la ejecución de necesarias iniciativas en la zona, como es la construcción del túnel de Agua Negra, la doble vía entre Coquimbo y Ovalle, como también muchas otras obras viales en la conurbación La Serena – Coquimbo. Además, existe coincidencia de que debe haber una mayor autonomía regional en la toma de decisiones respecto al destino de la inversión pública.
El diputado Mario Bertolino (RN), reconoce que la “gran batalla” es la descentralización, pero que esta meta sólo se alcanzará a largo plazo, ya que reconoce que en el Área Metropolitana vive la gran mayoría de los ciudadanos del país y que por ello “las necesidades se notan y se reflejan cuando hay deficiencia de forma mucho más nítida”, tales como los problemas arrastrados por el Transantiago. Por ello, propone que la distribución de recursos debe ser más equitativa para que se generen oportunidades en regiones que sirvan de atractivo para que la gente opte por alejarse de la capital.
Lo anterior, a su juicio, supone una mayor “autonomía presupuestaria para los gobiernos regionales”, lo que implica, por ejemplo, dotar de mayores atribuciones a los seremis para la aprobación de sus proyectos, como también que “todas las inversiones o proyectos sectoriales (de los ministerios) debieran pasar por el CORE (Consejo Regional).
El arquitecto y urbanista, Marcelo Castagneto, quien es un activo impulsor de la descentralización del país, añade que el ideal es que “la distribución de los recursos sea de acuerdo al aporte que hace cada región al país”.
El alcalde Saldívar, por su parte, es de la idea de que tanto de los municipios, como los gobiernos regionales tienen un porcentaje del presupuesto de la nación “muy reducido” en comparación al del gobierno central. Situación que, a su juicio, promueve la inversión “en la lógica propia de la concentración de poder en la capital y en los puntos de mayor población”.
La descentralización o la pérdida de poder por parte del nivel central para traspasárselo a las regiones, es hoy una utopía, un sueño lejano que para muchos hoy es incomprensible
 

 

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