• El profesional admite que el criancero de secano debe internalizar el uso de mayor tecnología en su actividad, donde aún el talaje depende del alimento que está en el cerro.
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El Día
El académico de la Universidad de Las Américas, Oliver Bassa, propone que en zonas con escasez hídrica se deberá utilizar de manera eficiente el agua, haciendo uso de tecnología e innovación.

Con la extrema sequía que afecta la Región de Coquimbo se ha debido enfrentar la muerte de ganado caprino y la eventual baja en la producción de leche y carne. Esto ha abierto la discusión sobre el destino que tendrá la actividad caprina en la zona y las medidas para mitigar la situación. 

De hecho, el  pasado lunes 7 de octubre el director nacional de Indap, Carlos Recondo, fue claro en señalar en que deberá existir un cambio a la hora de enfrentar el tratamiento de la ganadería caprina. 

“El cambio climático nos exige medidas de mitigación, pero igualmente de adaptación y tenemos que ver cómo en cada uno de los rubros vamos cambiando algunas prácticas de sistema de producción que nos permitan adaptarnos a esta nueva realidad climática”, señaló el director nacional de Indap.

En la misma línea, el experto en producción animal de la Universidad de Las Américas, Oliver Bassa, explica que hay que entender que “esta sequía está inmersa en lo que llamamos cambio climático, y la ganadería tendrá que adaptarse a este cambio y a las bajas precipitaciones”.

Explica que expertos en el área sostienen que entre el norte y sur de Chile hay al menos 121 cuencas distintas, cada una con sus necesidades y requerimientos distintos, por tanto, hay preocupación en cuanto a que “deben ser independientes los usos y regulaciones de cada una de estas cuencas”.

Esto implica un desafío para la ganadería. “Con este cambio climático nuestro país deberá tener una regulación o planificación geográfica en donde hayan lugares en que se pueda realizar ganadería y agricultura, y otros que no”, sostiene. 

Así las cosas, según su visión, la ganadería podrá sustentarse con pradera natural en lugares en que las precipitaciones sean mayores.  “En los lugares que no, hay que utilizar el recurso hídrico de mejor forma para que ese recurso hídrico pueda ser usado de manera más eficiente y en riego tecnificado”.

En lugares como la Región de Coquimbo la situación pareciera ser crítica, pero Bassa explica que el tema no pasa necesariamente por la desaparición de la ganadería, si no en enfatizar en la utilización eficiente de la poca agua que existe, y en eso la innovación y tecnología como un factor clave.

A modo de ejemplo, señala, las lecherías de Arica, una región caracterizada por las bajas precipitaciones.

“Conozco lecherías en Arica de bovinos que son tecnificadas, con plantaciones de maíz, con riego tecnificado. Es decir, la poquita agua que hay se usa de buena forma”, señala, y hacia allá debería reorientarse la producción en sectores con baja precipitación. 

Manejo en tiempos de crisis

Pero en tiempos de crisis, no sólo se habla de tecnificar e innovar.  También se puede aplicar distintas medidas, y utilizar planes de manejo algo que no siempre tienen los productores de secano, advierte Bassa.

Ante la crisis, el veterinario propone dentro de las claves a considerar: determinar cuánto ganado puede sustentar el ganadero hoy. 

“El número de ganado sustentable va a depender de la cantidad de alimento que tenga y que pueda ofrecer durante el período de escasez. Si (el productor) tiene mucho animal, van a perder peso y producir menos. Por lo tanto, debe haber un equilibrio entre el número de animal y el alimento disponible, o el suplemento en este período que se ve para largo”, indica.

Según explica el experto, el consumo ideal de agua y forraje de un rumiante debiera alcanzar diariamente un 10% de su peso. Así, señala, un animal de 500 kilos debería consumir 50 litros de agua. Algo que, además, dependerá de la producción que tiene ese animal, “un ganado lechero necesitará más agua y si es de carne, necesitará menos”. 

Si bien es difícil estimar un límite mínimo de consumo de agua y forraje, Bassa explica que este no puede ser menor al 5% de su peso vivo para su mantención. 

Lo segunda medida que se debe considerar, es suministrar forraje. Para eso propone algo que ya se está implementando en la región, así como el resto del país: comprar forraje o trasladar el ganado a lugares donde existan praderas para poder consumir. 

Sin embargo, la situación es cada vez más compleja,  “Hoy la cordillera en la Región Metropolitana también se acabó. Esa pradera era utilizada durante el verano pero ya fue utilizada  y no queda nada, la gente que ha subido sus animales a la cordillera ya no sabe qué hacer y está evaluando otras medidas: o comprar alimentos o trasladar sus animales al sur”, advierte.

Tema cultural

No obstante, el arriendo de terrenos y de forraje encarece los costos, “pensemos en que las personas más afectadas son los ganaderos que producen en ganadería de secano y que no están acostumbrados a gastar en suplementos durante mucho tiempo, porque dependen principalmente de la pradera de esa planicie”. 

Advierte que este tipo de criancero no contemplan una ganadería en que exista tecnología o se utilice bien el agua, “la zona central o sur hay ganaderos que tiene praderas a riego y pueden enfrentar un poco menos pero tienen alimento todavía, pero estos ganaderos que dependen del secano se ven totalmente afectados y puede que sea una pérdida completa”.

En caso de tener que elegir la subsistencia de ganado, Bassa indica que “principalmente, hoy que enfocarse en vientres más jóvenes y no en animales con mucha edad. Animales hembras que puedan servir y  sustituir, en un futuro, a los animales perdidos durante el periodo de escasez”. 

 

 

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