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Lautaro Carmona
Empresarios del rubro afirman que no han recibido ningún tipo de ayuda de las autoridades y que han tenido que dejar de pagar arriendos y despedir a su personal. Mientras otros simplemente han optado por cerrar sus puertas.

“No damos más, tenemos que cerrar nuestras puertas”, afirma uno de los empresarios de gimnasios de la Región de Coquimbo. Claro, porque este rubro ha sido uno de los más golpeados al estar privados de funcionar desde hace varios meses, sin recibir ningún tipo de ingresos.

Esta medida, tomada por las autoridades para prevenir contagios en estos recintos, ha dejado a su paso millonarias pérdidas y un sin número de despidos de trabajadores del área.

Francisco Ruiz Tagle, gerente de SportLife en la Región de Coquimbo, relata que pese a estar cerrados y no tener ningún ingreso, siguen cargando con pagos de patentes, imposiciones de sus empleados que están suspendidos, contribuciones y gastos comunes.

“Ha sido un periodo muy largo, la gente está desesperada. Somos un gremio pequeño comparado con el turismo u otros sectores como el comercio, por lo que no ha llegado una ayuda directa. Además, somos un sector de alta inversión, no solo se ponen recursos para habilitar los locales, sino en máquinas y se requiere bastante personal. No es llegar y cerrar la puerta”, señala.

Ruiz Tagle cuenta que en su cadena tenía contratadas unas 150 personas que hoy están suspendidas, pero a quienes se les están pagando las imposiciones.

“Tenemos cero ingreso, ninguna ayuda del Gobierno. Los famosos créditos Covid que se ofrecieron al inicio de la pandemia, hace 8 meses que debíamos empezar a pagar, sin ningún ingreso. Por otra parte, los créditos reactiva que ha anunciado el Gobierno, los bancos no los están entregando a este rubro, por razones obvias. Y si llegasen a entregar sería con el aval personal de los socios de las empresas, más complicado”, afirma el empresario.

El mayor malestar del gremio, sostienen, se origina en la promesa incumplida del Gobierno de permitirles operar en la fase 2 del plan Paso a Paso.

Ruiz Tagle afirma que existen estudios internacionales que avalan la apertura de los gimnasios durante la pandemia. “Chile es uno de los países que más tiempo ha tenido cerrado los gimnasios en el mundo. Existen evidencias empíricas y varios estudios en EE.UU., Inglaterra, Noruega y España, y estos son concluyentes que los gimnasios bajo los protocolos que corresponden son lugares seguros para entrenar. En Estados Unidos se hizo seguimiento a 49,4 millones de visitas en 2.873 gimnasios, durante tres meses, este arrojó ningún contagio, además, existe una trazabilidad completa de las personas que asisten”, afirma el gerente de SportLife.

Los gimnasios en Chile exigen que se estudien los informes internacionales que demuestran que pueden abrir de forma segura; además de subsidios para el pago de patentes, contribuciones e imposiciones; una línea especial de créditos Covid, pagaderos 6 meses posteriores de una reapertura sin interrupciones; revisión de las patentes pagadas durante el periodo en que estuvieron cerrados y que éstas queden a cuenta de las que deben pagar al momento de reabrir; y por último una instancia de comunicación.

Ruiz Tagle reitera que es necesario poder volver para reactivarse, aclarando que en el breve periodo en que lograron abrir no se produjo ningún contagio. “Las personas están pidiendo la apertura de los gimnasios, por un tema de salud y no solo física, sino mental”, señala el dirigente del gremio.

 

Inminente quiebra

En la zona al inicio de la pandemia existían 280 emprendedores fitness, que generaban 3 mil empleos directos y unos 2 mil indirectos, pero en la actualidad quedan la mitad.

Y los problemas han afectado no solo a las grandes cadenas, sino principalmente a los pequeños emprendedores que con esfuerzo habían levantado sus gimnasios. Es el caso de Manuel Fuentes, dueño de Sporty Gym de Coquimbo, quien indica que la situación es insostenible y que en este momento lo único que tiene son deudas.

“Me han llegado embargos, hoy no tenemos cómo solventarnos. Hemos arrendado un par de equipos de gimnasios, pero no da para cubrir nada. Lo poco que entra es para pagar a la gente que tenía contratada. Hace un par de meses dejé de pagar el arriendo, así que tengo que devolver el local”, relata el atribulado emprendedor.

Fuentes reconoce que lo más probable es que en las próximas semanas tenga que cerrar definitivamente su anhelado proyecto.

“Al lado tengo un local de comida rápida que se forma una cola tremenda, sin ninguna medida. Cuando abrimos en fase 2 nos iban a fiscalizar unas tres veces por día. No encontraron nunca nada, tenía todo como corresponde, las maquinas separadas, sin duchas, parábamos cada media hora para sanitizar completo. Eso nunca lo ve en el mall o en el supermercado, con suerte te dan un poco de alcohol y listo”, finaliza Fuentes.

 

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