Crédito fotografía: 
Alejandro Pizarro
Los más variados inconvenientes, como la disminución de clientes, una menor cantidad de turistas, la restricción de horarios y abordar los costos fijos, son sólo algunas de las brechas que enfrentan, sumado al abandono del casco histórico. Los recintos que no han sobrevivido, simplemente debieron cerrar sus puertas.

No cabe duda que los permisos de vacaciones han facilitado la llegada de decenas de miles de turistas a la Región de Coquimbo. Pero quienes no han sentido los efectos han sido los tradicionales negocios de barrio céntricos, que además de afrontar los problemas  derivados del estallido social y de la primera ola de la pandemia, han debido abordar otras problemáticas que han influido directamente en su forma de convivir con el entorno: los cambios en el Plan Paso a Paso, el toque de queda, la falta de apoyos y además, un  abandono de los barrios históricos, donde tienen a su clientela mayoritaria, que son los adultos mayores.

Baja venta y complejo entorno

En La Serena, en calle Infante y sus alrededores, podemos apreciar que se encuentra uno de los sectores más típicos del casco histórico. En ese contexto, encontramos negocios que son tradicionales.

Uno de ellos es “Los Nietos”, ubicado en Lautaro 903, que tiene un arraigo importante con los vecinos del sector, en su gran mayoría adultos mayores. Conversamos con Ingrid Salazar, hija de quien administra este negocio desde hace 22 años, don Pedro Salazar, y como la gran mayoría de los locatarios, arrienda, lo que implica otra dificultad.

Ingrid señaló que los problemas inmediatos son diversos y que otros vienen de arrastre. “Respecto de la venta actual, ha disminuido en un 50%, y ha habido momentos en que ha sido mucho más no abrir. Hubo etapas en que tuvimos que cerrar durante el año pasado, porque hubo momentos muy complicados, recuerde que además debimos modificar los horarios de la jornada”, subrayó.

 Otra problemática esencial, a su juicio, es que el barrio ha dejado de ser un sector tranquilo. “Incluso, el año pasado entraron unas personas con pistola en mano a robar. También ocurre que muchos entran, piden y salen arrancando con las cosas, y nadie hace nada. Este es el casco histórico, se ha echado a perder, con casas de señoritas que no han dejado de funcionar”, lamentó.

Paola Páez también tiene un negocio, en la esquina de Infante con Lautaro, el que no tiene nombre. Tiene problemáticas similares, y señala que este mes de enero ha sido pésimo en materia de ventas. “Además, se sumó que el año pasado no hubo estudiantes universitarios ni de los liceos cercanos, así que imagínese, se trata de una situación de arrastre. Pero lo más complicado han sido los retrocesos de fase en el Plan Paso a Paso. Las ventas han bajado en más de un 50%, y el fin de semana pasado definitivamente no me resultó conveniente abrir”.

La comerciante agrega que “muchos arriendan a personas de mal vivir, tanto chilenos como extranjeros y eso también es complicado. Debemos cuidar a nuestros adultos mayores”, apuntó.

Más al centro

Un caso curioso es el de “Emporio Diaguita”, que funciona en la Avenida de Aguirre, muy cerca de donde se ubica la locomoción colectiva hacia Coquimbo.

Mario Molina Ángel y su esposa nos cuentan de las dificultades que han vivido, pues abrieron recién hace tres meses. “La verdad es que estamos evaluando si seguimos con el negocio, aunque nos hemos dado cuenta que la venta de productos sustentables, frutos secos, o productos naturales son un nicho importante”, destacó.

Respecto del interés por parte del público, aseguró que “al menos, en el centro se ven pocos turistas, pero si yo instalara mi negocio en Tongoy estaría lleno. Además, hay problemas en la distribución de productos,  todo suma y sigue”.

Mario, además sostiene que falta apoyo de instituciones y mayor orientación para los negocios de su rubro y así optar a beneficios estatales.

Otros recintos tampoco lo han pasado bien, pues arrastraron necesariamente la crisis social de octubre de 2019 y meses posteriores, ya que están en pleno corazón de la Avenida Francisco de Aguirre.

Es el caso de la confitería Ben-Hur, ubicada muy cerca de los Bomberos, a pasos de Cienfuegos, uno de sus encargados, quien no quiso dar su nombre, señaló que “este verano ha sido malo. Incluso, no es conveniente para nosotros comprar mucho stock, es más oportuno hacerlo de a poco, y sabiendo además que la venta es poca.  Hay que decirlo, la clientela ha bajado fácilmente en un 80%, ni siquiera la gente viene a pagar sus servicios presencialmente”, señaló el comerciante, que ha tenido que pagar religiosamente el arriendo de las instalaciones. “El fin de semana, de cuarentena, sólo abrí sábado y por mediodía. Mala cosa”.

También lo ha vivido el minimarket “Francisca”, otro emblemático local ubicado muy cerca de Plaza Buenos Aires. Sus dependientes también sienten que se ha registrado una baja significativa de público, sobre todo de turistas, y han debido ajustarse a las condiciones. Sostienen que el sábado sólo funcionaron hasta las 16:00 horas, porque sencillamente no había público debido a la cuarentena. “Incluso ayer nos quedamos con casi todo el pan. Las ventas en este tiempo han bajado hasta en un 60%, cerramos a las 19:00 horas y eso no es conveniente. Pasamos por el estallido social, la pandemia y este verano va mal. Nos cambió la vida”, concluyó una vendedora.  

 

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