• El terreno infértil del sueldo mínimo
    El terreno infértil del sueldo mínimo
Mientras un sector, vinculado a la oposición, sostiene que la discusión para reajustar este salario base tiene de fondo la necesidad efectiva de avanzar en la repartición equitativa de la riqueza, en la vereda contraria están los expertos del oficialismo, que consideran que un alza desmedida traería efectos nocivos en la economía nacional

Esta semana es clave para resolver, por lo menos durante un año, el debate por el reajuste del sueldo mínimo. Mientras algunos sectores proponen que éste debiera ubicarse, por lo bajo, en 250 mil pesos, el Gobierno está ofreciendo un valor muy diferente, de sólo 193 mil pesos.
El Senado deberá analizar esta materia en la semana, un tema complicado en cuanto no existe un acuerdo político en la materia. De hecho, el miércoles 20 de junio la Cámara de Diputados ya rechazó la propuesta del Ejecutivo, ocasión donde parlamentarios de la oposición bautizaron a esta propuesta como “un salario de hambre”.
El Ministerio de Hacienda presentó un proyecto que considera un alza de 11 mil pesos, lo que corresponde a un incremento de 6% nominal, o un 2,9% real, es decir, descontando el efecto de la inflación anual.
En este contexto, tampoco existe alineamiento en el propio oficialismo en cuanto Renovación Nacional, el partido del Presidente Sebastián Piñera, propuso fijar este salario en 200 mil pesos. Estas diferencias obligaron al Gobierno a anunciar el envío de un proyecto que establecería, para los años siguientes, un mecanismo técnico que fijaría el reajuste sin presiones políticas, anuncio que efectuaron el jueves pasado los ministros de Hacienda, Felipe Larraín, y de la secretaría general de la Presidencia, Cristián Larroulet, luego de negociar un acuerdo con las bancadas de RN y de la UDI.

Difícil solución
Eugenio Rivera, economista e investigador del Barómetro de Equidad, considera que “por primera vez en décadas se corre el peligro de que una administración no pueda hacer aprobar el tradicional incremento, pues requiere una mayoría de 2/3 en el Senado para revertir el rechazo en la Cámara de Diputados”.
Para el economista, esta propuesta “no calza” con la estrategia desarrollada para captar la simpatía de los sectores más pobres del país. “La eliminación parcial del 7% de la contribución de salud de los jubilados, la universalización del postnatal y el bono recientemente anunciado no son consistentes con la magra propuesta de aumento de salario mínimo”, afirmó.
Jaime Ramírez, presidente de la CUT provincial Elqui, dice no comprender la postura oficialista. Expresa que el “Gobierno está argumentando que hay crisis, pero en Chile no hay crisis de empleo, todo lo contrario”. Para él, detrás de esta discusión hay un tema de fondo, el cual va más allá de unos miles de pesos más o menos, ya que, a su parecer, el país de una vez por todas debe avanzar en la repartición equitativa de la riqueza.
Rivera coincide en este punto con el dirigente sindical. “Si se toma en serio la desigualdad de ingresos y la desigualdad extrema de oportunidades que caracteriza al país, los partidos de oposición deberían proponer al Gobierno concordar con el movimiento sindical un cronograma de aumento del salario mínimo para los próximos 3 a 5 años”.
Su idea es que esta base llegue a los niveles reales que propuso la Iglesia Católica hace algunos años, cuando planteó el llamado salario ético que en pesos del 2007 alcanzaba a $250 mil y que en la actualidad se ubicaría en torno a los $280 mil.
Un impacto mayor
Al otro lado de la vereda está el oficialismo que con argumentos técnicos explica que un incremento “excesivo” del sueldo mínimo tendría efectos negativos en la economía nacional, convirtiéndose el remedio en una enfermedad.
Gustavo Mallat, seremi de Economía, reconoce que Chile ha crecido económicamente y que por lo tanto podría haber espacio para un mayor reajuste. Sin embargo, sostiene que las turbulencias externas, especialmente las de Europa, explican por qué “el gobierno no ha sido más agresivo en el reajuste”.
El personero de Gobierno indica que el panorama mundial no es alentador, lo que “indica que debemos ser cuidadosos con el sueldo mínimo, porque no queremos jóvenes cesantes o personas desocupadas”.
El instituto Libertad y Desarrollo (LyD) también da luces de alerta frente a un eventual reajuste del salario mínimo en los valores que exige la CUT. Este centro de estudio está vinculado a la derecha política, en especial a la UDI, aunque al asumir el gobierno Sebastián Piñera, su director ejecutivo, Luis Larraín, declaró a este organismo como “independiente”.
A juicio de los expertos de esta entidad, un salario mínimo muy alto terminaría perjudicando a los sectores más vulnerables socialmente, ya que los deja con una posibilidad reducida de encontrar empleo, por lo que pierden la posibilidad de adquirir capital humano en la práctica laboral. “Esto perpetúa la situación de pobreza”, señala la entidad sin fines de lucro.
Si se estableciera un salario mínimo de $250.000, efectivamente ganaría un grupo de trabajadores que podría ver aumentada su remuneración. Pero esto sería a costa de otro grupo que perdería su trabajo o caería al sector informal, como son los jóvenes que se insertan por primera vez en el mercado laboral y las mujeres de menores ingresos, concluye el organismo.
Esta entidad indica que “un salario mínimo más alto, en vez de corregir problemas de pobreza e indigencia, corre el serio riesgo de agravarlos, haciendo a estos sectores aún más dependientes de políticas asistencialistas”.
Con todo, esta explicación técnica no convence a la oposición, ni a los dirigentes sindicales. Por ello la CUT dice que realizará contra viento y marea su movilización nacional el 5 de julio, la que “incluye paros, protestas y caceroleo en todas las ciudades del país”, según Jaime Ramírez, con el objeto de exigir un salario mínimo de 250 mil pesos, un valor que, dicho sea de paso, tampoco es suficiente para los representantes de los trabajadores.
Ramírez precisa que lo óptimo es que la gente tenga una remuneración digna que les permita llegar a fin de mes sin problemas económicos, algo que debiera acercarse al promedio per cápita que bordea los 600 mil pesos mensuales.

Las preguntas frecuentes
(Fuente: LyD)
-¿Para qué un salario mínimo?
Chile suscribió en el año 1970 el convenio 131 y el Acuerdo 134, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Estos acuerdos obligan a los países firmantes a establecer salarios mínimos, definiendo objetivos y criterios para su determinación. La OIT recomienda que el salario mínimo se constituya en un elemento de toda política establecida para eliminar la pobreza y asegurar la satisfacción de necesidades de todos los trabajadores y sus familias.
-¿Cuánta gente gana el mínimo?
Según LyD, no existen cifras oficiales a ese respecto, pero tomando datos de la Superintendencia de Pensiones respecto a ingresos imponibles de cotizantes y del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, esta entidad indica que cerca de un 10% de los ocupados gana actualmente el salario mínimo o menos como trabajadores informales, es decir, cerca de 800 mil trabajadores en el ámbito nacional.
-¿Desde hace cuánto se fija?
El Decreto con Fuerza de Ley N° 178 del entonces Ministerio de Bienestar Social, con fecha 13 de mayo de 1931, estableció por primera vez un salario mínimo.
¿Cada cuánto tiempo se vuelve a fijar?
El reajuste se fija de manera anual.
VIVIR CON LO MíNIMO
En el país alrededor de 800 mil personas ganan el salario mínimo, por lo que encontrarlos no es difícil. Estos trabajadores están, por lo general, limpiando nuestras calles, cuidando la entrada a nuestros trabajos o ejerciendo alguna labor agrícola, entre muchos otros oficios.
Vivir con 182 mil pesos es una tarea titánica y casi imposible, sostienen, en especial si se tiene una familia. Un trabajador de la empresa Paisajismo Cordillera en La Serena, quien prefirió quedar en el anonimato, expresó que la propuesta del gobierno de fijar este salario en $193 mil, tampoco es una solución. “Es un sueldo muy bajo, a quien lo tiene no le alcanza para nada, porque de allí vienen un montón de descuentos, por lo que no alcanza ni para comer”.
Este obrero, quien vive con su señora, sostiene que el ideal sería llegar a los 250 mil pesos, un monto que se ajustaría más al precio que tienen las cosas necesarias para vivir.
Rodrigo Álvarez trabaja como guardia para una empresa de seguridad. Para él el salario mínimo también es insuficiente, razón por la cual debe realizar horas extras para incrementar un poco su renta que le permite costear en algo sus gastos y eso que es soltero. “Hay que ver por otros lados, tener trabajos aparte, yo en mis tiempos libres arreglo computadores”, afirmó.
Por ello, en carne propia, puede decir que la propuesta de 193 mil pesos es, definitivamente, muy baja.
 

 

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