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BSK
El pasado sábado 26 un hombre de 40 años se autoinfirió una herida con un arma cortopunzante en Tongoy y se provocó la muerte. El trágico episodio se produjo mientras discutía con su pareja y no pudo controlarse. Pero más allá de lo policial, el hecho puso sobre la mesa un problema poco abordado que tiene que ver con el mal manejo de las emociones en personas con patologías no tratadas, lo que sumado al consumo de sustancias puede llevar a la comisión de actos violentos contra sí mismo o terceros.

“Peleaban harto, pero estaban enamorados”, es la frase que se oye en Tongoy, la mañana después de la tragedia, que enlutó a una comunidad completa y tomó por sorpresa a una familia.

En el pueblo nadie hablaba de otra cosa. Afuera de los negocios, en las esquinas donde los pobladores tienen su punto de encuentro todos se preguntan por qué Juan Manual Pizarro Tapia tomó tan drástica decisión. “Era alegre y extrovertido. Siempre andaba ‘tirando la talla’ y trabajaba re bien”, comentan cercanos, quienes lo habían visto el día anterior, y que nunca se imaginaron que el hombre tendría este desenlace.

UN FATAL ARREBATO

Fue el sábado por la noche el tiempo del principio y el final. Juan y su pareja ya se encontraban en casa después de haber estado durante el día en la playa, mariscando, labor en la que él se desempeñaba desde hace años, tanto en Tongoy como en otras caletas cercanas.

Todo bien, según relatan quienes los vieron ese día. “Las discusiones típicas”, pero nada de gravedad, aseguran.

A eso de las 16:00 horas la pareja retronó al domicilio en el que residían juntos hace algo más de un año, cuando se conocieron e iniciaron una relación, “entrañable y bonita”, para algunos, la que sin embargo habría estado marcada por los celos tanto de él como de ella.

Y ese día las peleas llegaron a su máxima expresión. A eso de las 21:00 horas la tranquilidad se acabó para ambos y se enfrascaron en una discusión que terminó de la peor manera.

Juan se estaba afeitando frente a un espejo que tenían en el comedor de la pequeña casa que habitaban, junto a otro amigo, quien en ese momento no se encontraba en el lugar.

Al principio “fue algo suave”, relataron vecinos quienes estaban acostumbrados a escuchar las peleas de la pareja. Y fue precisamente lo habitual de estos episodios lo que llevó a que nadie se alarmara demasiado.

Pero la situación pasó de nivel. Los gritos de un lado y otro iban y venían hasta que, según se ha establecido hasta el momento en la investigación, fue el propio Juan el que tomó la tijera con la que se estaba rebajando la barba y se autoinfirió una herida en el pecho, producto de un arrebato, obcecado, sin pensarlo.

NO QUERÍA MORIR

Rápidamente se dio cuenta de lo que había hecho, y se arrepintió. Incluso, fue él mismo quien llamó a su mujer que se encontraba en la cocina para que lo socorriera. Ella, al verlo pese a la desesperación logró llevarlo centro de salud de la localidad donde el hombre de 40 años llegó herido de gravedad. Y claro, la tijera entró justo en el corazón y los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida.

Juan Pizarro Tapia, falleció cerca de las 22:45 horas, producto de un paro cardiorespiratorio, en un desenlace que no tenía planeado.

INVESTIGACIÓN CONTINÚA

Los hechos todavía están siendo investigados por la PDI, aunque preliminarmente descartaron la intervención de terceras personas. “A la realización del examen externo policial la víctima presentaba una herida corto punzante en el sector del tórax, pero será la autopsia quien señale la causa  precisa del fallecimiento”, manifestó el comisario Cristian Ara, de la Brigada de Homicidios de la PDI.

Sin embargo, según trascendió la dinámica de lo acontecido ya estaría clara. Se trataría de un suicidio producto de la obcecación, una forma no premeditada de quitarse la vida a la que están propensas las personas que no necesariamente buscan morir, pero que no pueden controlar sus emociones.

UNA MIRADA PSICOSOCIAL

En psicología obcecación se define como la incapacidad de las personas para razonar las cosas en un momento determinado, o no darse cuenta de ellas producto de la ira. Según los expertos, esta rabia proviene de una conjunción de sentimientos negativos que pueden terminar en un arrebato tan grande que lleve a actuar violentamente, contra otros o, como en este caso, contra uno mismo.

Pero, ¿cualquiera puede llegar a tener este tipo de arrebatos? De acuerdo al psicólogo clínico especialista en hipnosis Gustavo Fierro, lo que le sucedió al individuo en Tongoy, no le sucede a cualquiera, y necesariamente se trata de personas que vienen con problemas desde antes, los que no han sido tratados. “Para que una persona llegue a esto, necesariamente debe tener algún trastorno de personalidad no detectado, porque los hechos indican que tuvo un compromiso serio en el criterio de realidad”, precisa Fierro, poniendo énfasis en que este tipo de personalidades, en determinados estados “confunden lo concreto con fantasía”.

Respecto al cómo una persona llega a desarrollar estos desórdenes, asegura que pueden tener que ver con múltiples factores relacionados con las vivencias y la experiencia. “Hay que ver las situaciones que le tocó enfrentar a esta persona, porque el entorno en el que crecemos y nos desarrollamos determina finalmente lo que llegamos a ser”, puntualizó.

EL CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS

De acuerdo a lo consignado por los especialistas todos los síntomas y las reacciones obcecadas se acrecientan con el consumo de alcohol y drogas, algo que estaba presente en la vida de la pareja de Tongoy y que habría influido en el actuar de la víctima.

La psiquiatra de la Universidad de Los Andes, Andrea Aguirre, explica que en el caso de haber sustancias de por medio, la persona no necesariamente presenta una patología previa para llegar a autoagredirse o atacar a un tercero. “Cuando hay un consumo problemático de estupefacientes, las conductas agresivas que provengan de una reacción inesperada pueden venir de la nada, perfectamente porque se produce el deshinibimiento y una serie de otros efectos que se conjugan”, manifestó.

Pero en circunstancias normales, sostuvo, coincidiendo con el psicólogo clínico Gustavo Fierro, es muy difícil que una persona que no presenta algún trastorno previo cometa este tipo de acciones llegando, como sucedió ahora, a provocarse la muerte. “El descontrol de impulsos no aparece de la nada. Es algo que viene desde la etapa escolar, y está relacionada a los trastornos de personalidad. Una persona que no tiene estos problemas, puede estar estresada y reaccionar mal, pero de ahí a matar a una persona hay mucha distancia, en estos casos tiene que ver con un problema de base que no ha sido tratado”, especificó. 

PREVENIR Y “DARSE CUENTA”

Andrea Aguirre, enfatiza en la importancia de darse cuenta cuando una persona empieza a tener conductas impulsivas que puedan deberse a alguna patología y llama a los padres a “estar atentos porque los primeros síntomas de estos trastornos se presentan en la más temprana infancia y pueden ser tratados”, manifestó.

Y los tratamientos pueden ir desde la medicación hasta otras alternativas, como la que propone el psicólogo Gustavo Fierro, quien asegura que la hipnosis puede ser un buen complemento ya que muchas veces quienes no tienen control de impulsos han vivido experiencias “que dejaron una rabia contenida” y eso gatillaría las crisis. “A través de una hipnosis regresiva la persona podría revivir esa experiencia y reintegrarla de manera diferente donde se pueda liberar de esa rabia, y desde ahí entonces manejar sus impulsos”, aseveró.

LA LUCHA CONTRA LAS EMOCIONES NEGATIVAS

La psicóloga de la Universidad Católica del Norte, Marisol Urrutia, hizo un llamado a controlar las emociones negativas tempranamente para no llegar a los extremos y que no se presenten ni agudicen patologías. Pero para poder manejarlas hay que aprender a reconocerlas. “Todos en algún momento podemos tener algún descontrol o estar en una situación que nos supere, evidentemente que la mayoría no llegará a los extremos que llegó la persona de Tongoy, pero podemos hacer cosas que no queremos. Por eso, desde el momento de la crianza, desde la primera infancia debemos estar atentos a las reacciones de nuestros hijos, y si vemos que hay algo que escape a nuestros conocimientos como padres, recurrir a un profesional”, concluyó la especialista. 4601iR

LOS CELOS Y EL ESCENARIO PROPICIO

Los celos habrían sido la causa de todo. Aparentemente, tanto el fallecido como su pareja tenían una relación “tormentosa” y constantemente peleaban por celos. Según explica Marisol Urrutia, cuando se conjuga una patología celópata con un trastorno de personalidad los peligros de que alguien tenga una reacción violenta aumentan, y, considerando que en este caso había consumo de alcohol y drogas, todo confluía para que el fatal desenlace. “Lo que se dio acá tiene varias aristas y desde el punto de vista psicológico no hay que dejar de lado el tema de los celos, que es una manifestación de inseguridad de las personas y que puede generar reacciones extremas”, aseveró Urrutia.  4601iR

CLAVES:

Personas con patologías

Según los expertos, no cualquier persona llega a estos extremos y necesariamente padecen alguna patología no tratada.

Consumo de alcohol y drogas.

Cuando existe consumo de alcohol y drogas sumado a algún tipo de trastorno las posibilidades de tener reacciones violentas con uno mismo o con un tercero aumentan.

Detección temprana

Los especialistas recomiendan a los padres estar atentos con las reacciones de sus hijos, ya que los trastornos de personalidad que desencadenan hechos violentos pueden ser tratados y mientras antes se detecten mayores posibilidades de éxito tienen.

 

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