Crédito fotografía: 
Janina Guerrero
El joven que fue hallado muerto el fin de semana en la Quebrada del Jardín es uno de los tantos que han impactado a la opinión pública. Las circunstancias hacen evidente que no sólo se trata de riñas, sino de potentes luchas de poder.

Nuevamente la Región de Coquimbo se estremece por hechos que se han vuelto cada vez más recurrentes en la zona. En esas oportunidades, han sido hallados cuerpos sin vida, todos víctimas de ensañamiento, que han sido abandonados o donde se presume la interacción de bandas rivales que buscan tomar alguna ventaja o revancha.

El caso más reciente se conoció el pasado domingo, luego del hallazgo del cuerpo de un joven de sólo 21 años en el sector de la Quebrada del Jardín, identificado como Francisco Rivera (21). El procedimiento fue atendido en primera instancia por Carabineros, aunque posteriormente fue abordado por la PDI. Las primeras indagatorias indican que “el cuerpo presentaba una herida en la región anterior del tórax, aunque la necropsia que realiza el Servicio Médico Legal de La Serena establecerá la causa de su muerte”, según señaló el jefe de la Brigada de Homicidios, Claudio Alarcón.

 

Otros hechos

Pero también hay otros acontecimientos que se han sumado desde fines del año pasado a la fecha, algunos -lamentablemente- con mayor connotación pública.

Uno de estos es el que tuvo lugar el pasado 4 de diciembre, cuando el cuerpo de un sujeto fue encontrado con ocho impactos de bala y diversas heridas provocadas por arma blanca.Los sucesos tuvieron lugar en el sector de La Varilla, donde el cuerpo de este sujeto, de aproximadamente unos 50 años, fue encontrado por otras personas, en circunstancias donde la alevosía quedó a la vista.

Increíblemente, al día siguiente, nuevamente una persona fue hallada muerta de manera poco común para lo que se ha conocido en nuestra zona previamente. En la oportunidad, Juan Duarte, de 66 años, fue amordazado, maniatado y quemado vivo. Además, el cuerpo habría sido encontrado cubierto con un colchón. Condiciones inhumanas que no responden a un delito “habitual”.

Otro acontecimiento de características similares ocurrió en el pueblo de Islón el pasado 13 de enero, cuando una mujer de 48 años acabó con la vida de Bernardo Leyton, de la misma edad, luego de una supuesta discusión por un vehículo mal estacionado.

Si bien la mujer -de quien se argumentó que sufría problemas psiquiátricos- fue sometida a prisión preventiva, semanas después las autoridades policiales determinaron que esta situación estaría ligada directamente a “ajustes de cuentas” entre familias rivales.

 

Usando nuevas modalidades

Casi dos meses después, el 12 de marzo, en el sector de Las Compañías, en la intersección de calle Cruz Grande con Chungungo, Juana Amelia Arriagada Plaza, de 69 años, dejó de existir tras una “encerrona” que en forma sorpresiva encaró el vehículo en el que se iba desplazando durante esa noche fatal.

Al intentar huir de la “encerrona”, los sujetos desconocidos habrían disparado en su contra, alcanzando a la mujer que finalmente falleció en el Sapu Raúl Silva Henríquez de la capital regional.

Si bien las investigación está en curso, de parte de las autoridades tampoco descartan que haya existido un “ajuste de cuentas”.

Uno de los hechos más recientes y que impactó fue el ocurrido en la madrugada del 28 de marzo, cuando en calle Benavente casi llegando a calle Alessandri fue encontrado el cuerpo sin vida de Marcelo Caqueo Urizar (51) quien era un destacado cirujano dentista y kinesiólogo ariqueño.

Si bien se señaló en primera instancia que su muerte se produjo por dos heridas con arma cortante tras una supuesta discusión, fuentes ligadas a diario El Día consignaron la posibilidad de que no se tratara de un hecho fortuito.

 

Una forma de actuar que gana “adeptos”

El comisario Alfonso Salazar, subjefe de la Brigada Antinarcóticos y contra el Crimen Organizado de La Serena, en diálogo con diario El Día aseguró que los delitos relacionados con la ley de drogas tienen una delgada línea con el uso de diferentes armamentos y con otra amplia gama de hechos reñidos con la ley. “Hoy, tenemos una disfunción social de quienes consumen y de quienes se toman barrios para poder llevar adelante su accionar delictivo”, agregando que“el narcotráfico intenta posicionarse de manera permanente en el tiempo para proveer sustancias, superando no sólo la esfera barrial, sino abarcando otros sectores”.

Por lo tanto, añadió que “existen bandas que se concertan para delinquir, y que por medio de la demostración de fuerza están intentando ganar territorio mediante quitadas de drogas para poder despotenciar a bandas rivales, donde se termina acabando con la vida de personas, en forma directa e indirecta”.

 

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